El ejercicio promueve el crecimiento de neuronas en la parte ventral del hipocampo; como estas células nuevas son más susceptibles a las emociones.
Los investigadores, que realizaron un experimento en ratones, descubrieron que el ejercicio también activa los mecanismos que impiden que estas células se disparen en una ansiedad incontrolable.
Para el experimento, un grupo de ratones fue colocado en un lugar con acceso libre a una rueda, mientras que otro grupo fue colocado de manera que no tuviera forma de ejercitarse. Los ratones corren naturalmente y, si se les deja una rueda, recorrerán una distancia de aproximadamente 4 km por noche.
Luego de varias semanas, los ratones fueron expuestos al contacto con agua muy fría por un período corto de tiempo, y se rastreó su actividad cerebral.
En el grupo de ratones sedentarios, el estrés activó nuevas neuronas en el hipocampo, lo que sugiere una actividad parecida a la ansiedad, que no se presentó en los ratones que se ejercitaron. El cerebro de los ratones activos mostró todos los signos de estar controlando su reacción, algo que no fue observado en el cerebro de aquellos que eran sedentarios.
Hubo mucha más actividad en las neuronas inhibidoras, que mantienen tranquilas a las más excitables. Además, sus neuronas segregaron más ácido γ-aminobutírico, que aplaca la excitación neuronal; la proteína que distribuye este ácido en la sinapsis también estaba presente en mayor cantidad en los ratones que corrieron.
Desde un punto de vista evolutivo, la explicación de los resultados de este estudio es que la ansiedad es un mecanismo de defensa que sirve a aquellos organismos que no están en forma y no pueden defenderse físicamente.
Esta investigación demuestra que el cerebro puede ser extremadamente adaptable y ajustar sus procesos al estilo de vida o lo que rodea a su organismo, dijo Elizabeth Gould, profesora de psicología en la misma universidad de la que viene el estudio.
Una mayor chance de tener conductas ansiosas puede resultar en una ventaja para aquellos individuos menos preparados físicamente, ya que una de esas conductas suele ser la evitación:
Evitar situaciones que representen un potencial peligro aumenta las probabilidades de sobrevivir, particularmente para aquellos menos capaces de ponerse en una situación de lucha o huida, explicó la psicóloga. Al revés sucede con aquellos individuos cuyas probabilidades de sobrevivir no disminuyen con la exposición a determinados peligros.
Este es uno de los pocos estudios, hasta ahora, que ha investigado la relación entre el ejercicio, la ansiedad y el hipocampo. Al señalar regiones cerebrales, células y otros procesos que pueden interferir en la regulación de la ansiedad, algo importante para ayudar a los psicólogos a entender y tratar mejor estos trastornos. Opina Gould: