Las aftas bucales no suelen ser graves, pero sí muy molestas, ya que pueden interferir en la actividad diaria. Hay personas con una predisposición genética a desarrollar este tipo de úlceras.
Beber un café caliente o un zumo de naranja puede ser muy molesto cuando se tienen llagas en la boca. Incluso, hablar puede suponer un esfuerzo por el dolor que generan estas pequeñas heridas.
Por ello, aunque no son graves y en la mayoría de las ocasiones se curan solas, las aftas o llagas, ulceraciones que generalmente se dan en la superficie mucosa de la cavidad oral, son una afección que es mejor prevenir. Hay quienes las padecen en momentos puntuales y personas que se llevan enfrentando a ellas en repetidas ocasiones desde niños. Un tercio de la población tiene o ha tenido llagas o aftas en su boca.
Las heridas que suelen salir sobre todo sobre la mucosa de la cavidad oral, como el interior de las mejillas, la lengua, el paladar blando o la base de las encías, son lo que se denominan aftas bucales. Se trata de llagas abiertas con forma redondeada u ovalada, de color blanquecino o amarillento, normalmente con un halo rojizo alrededor. Su tamaño oscila entre los 3 y los 8 milímetros y pueden aparecer en solitario o en varios grupos de hasta 20 o más, lo cual afecta de manera considerable a la calidad de vida, puesto que resultan dolorosas.
Los especialistas hablan de tres tipos de aftas o llagas en función de su morfología.
Suponen el 80% de los casos de estas afecciones, que aparecen principalmente en solitario y que se suelen curar de manera espontánea a los siete días.
Con un tamaño de más de 1 centímetro, se resuelven en unas semanas, pudiendo dejar una cicatriz residual.
Son los casos en los que salen numerosas úlceras, con un tamaño pequeño (de entre 1 y 3 milímetros) y que desaparecen en semanas, dejando en ocasiones alguna marca residual.
Asimismo, se pueden diferenciar entre lesiones agudas, crónicas y recurrentes. Las de tipo recurrente, que afectan al 20% de la población general, suelen aparecer por primera vez durante la infancia, pero son en la adolescencia y durante el comienzo de la edad adulta las etapas de la vida en la que más nos afectan. Con el paso de los años, es más difícil padecerlas.
Aunque como hemos apuntado suelen ser de causa desconocida y hay casos en los que no se puede determinar el origen de este tipo de afecciones bucales, pueden ser consecuencia de:
Una reacción inmunológica frente a las bacterias comunes de la flora bucal.
Una infección viral, que se manifiesta en este tipo de heridas bucales.
Darse un golpe en la boca o morderse el interior de los carrillos o del labio pueden dañar la membrana que cubre el interior de la boca, lo que desencadena en el desarrollo de llagas.
En ocasiones, este tipo de dispositivos puede rozar algún área blanda de la cavidad oral provocando úlceras o llagas.
Cuando el cepillado o la higiene bucodental en general es demasiado agresiva, con cepillos muy duros o un mal uso de los mismos, pueden aparecer llagas.
Estomatitis aftosa recurrente (EAR), suele afectar a entre un 20 y un 30% de los adultos y a un elevado porcentaje de niños. Son los casos en los que se producen úlceras orales recurrentes (UOR), el trastorno de carácter inflamatorio más frecuente en la cavidad oral. No está claro el motivo de su aparición, pero se habla de una tendencia familiar.
Los exámenes, el trabajo, la conciliación de la vida familiar y laboral… cualquier situación que nos genere estrés puede hacer que terminemos padeciendo alguna úlcera bucal.
Las úlceras pueden surgir por falta de vitaminas y minerales, principalmente cuando hay carencias nutricionales de hierro, ácido fólico y vitamina B12.
Las llagas en la boca afectan el doble a las mujeres que a los hombres y se cree que es por causas hormonales. De hecho, en muchas mujeres aparecen en algún momento del ciclo menstrual.
Hay expertos que apuntan a un ingrediente de algunos dentífricos y enjuagues bucales, el laurel sulfato de sodio (LSS), como un posible agente que actúa en la aparición de aftas. También se cree que ciertos medicamentos activan su formación.
Alergias o hipersensibilidad a los alimentos, como frutos secos, limón, fresas o chocolate.
Es muy normal que varios miembros de una misma familia las sufran, puesto que parece que hay un componente genético entre sus causas. Así que, si tu padre o tu madre las suelen tener, es muy posible que tú también sepas de qué se trata.
No son lesiones graves, pero sí muy molestas, puesto que provocan dolor al comer o beber, pero, incluso, molestan al hablar. Es fácil detectarlas porque son manchas blanquecinas con bordes rojos y de pequeño tamaño que se vuelven grises cuando comienzan a curarse.
Así que el odontólogo puede realizar el diagnóstico observando las heridas. Comienzan con una sensación de ardor u hormigueo, dando paso a la aparición de un pequeño bulto rojo, para terminar con una herida abierta. En algunos casos, provocan síntomas de malestar o indisposición general, fiebre o inflamación de los ganglios linfáticos.
Normalmente se curan solas, pero para acelerar el proceso, los expertos aconsejan no tomar comidas con muchos condimentos y reducir la ingesta de alimentos ácidos, como los cítricos. Además, es posible aliviar el dolor y tratar la inflamación, por ejemplo, con anestésicos locales o antiinflamatorios tópicos, que debe recetar el odontólogo. También son útiles remedios caseros como enjuagarse la boca con agua y sal.
En los casos en los que las aftas son persistentes -más de dos semanas con cuidados personales- o recurrentes -más de dos o tres veces al año-, hay que acudir al médico para que determine otros posibles desencadenantes. Aunque las aftas no son ningún tipo de cáncer ni lo provocan, hay algunos tumores que pueden surgir primero como una úlcera bucal que no termina de sanar, según recoge la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidosen su web.
Para prevenir su aparición, sobre todo en personas que las padecen de manera regular, los expertos aconsejan evitar los alimentos ácidos, picantes o muy calientes; llevar una dieta equilibrada con especial atención a los alimentos que ayuden a mantener niveles adecuados de hierro, ácido fólico, vitamina B y zinc, y tener una buena higiene bucodental, con el uso de cepillos suaves y cambiándolos con regularidad.