Pastor evangélico, cantante de góspel, misionero en África y férreo defensor de la teoría creacionista. Político, ingeniero y escritor.
De muchas maneras se puede definir a Marcelo Crivella, el actual alcalde de Río de Janeiro, en Brasil.
Con 62 años, el edil brasileño ha sido noticia por su decisión de retirar de la feria del libro de Río un cómic de Marvel en el que aparecen dos hombres besándose en la boca.
Crivella instó el viernes pasado a un equipo de fiscales de su municipalidad a buscar textos con temática homosexual que contuvieran material “inadecuado” para menores de edad, utilizando, como escudo, el Estatuto del Niño y el Adolescente (ECA).
Pero, en contra de su deseo de ocultar este beso gay, el cómic terminó siendo aún más conocido: medios de todas partes del mundo informaron sobre la polémica decisión del alcalde.
Incluso hubo protestas frente a las embajadas de Brasil de países como Argentina, y la comunidad LGBT manifestó fuertemente su repudio acusando discriminación.
https://twitter.com/folha/status/1170317922440531968
Aún más, el domingo el Tribunal Supremo Federal falló que es ilegal censurar publicaciones con contenido LGBT bajo el argumento de que son “inapropiadas”, ya que esto violaría el principio de igualdad garantizado en la Constitución.
Pero, más allá de la historia del cómic ¿quién es este controvertido político brasileño? ¿y cómo se explica que un conservador como él esté a la cabeza de una las ciudades más dinámicas, abiertas y fiesteras del mundo?
Oriundo de la zona sur de Río de Janeiro, Crivella estudió ingeniería civil en la Universidad de Santa Úrsula, un centro católico y privado de Río de Janeiro.
Mientras, y para financiar sus estudios, se desempeñó como taxista durante dos años.
Si bien durante su juventud frecuentó la Iglesia metodista, en 1977 se unió a la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), fundada por su tío Edir Macedo.
Ya siendo pastor de esa institución religiosa, Crivella se mudó a África, donde fue misionero durante diez años, acompañado de su esposa Sylvia Jane—una escritora de libros sobre familia, como “El desafío de criar hijos”—, y sus tres hijos.
Alcanzó a ocupar el cargo de obispo en la IURD y se convirtió en uno de los principales intérpretes del género góspel —música evangélica— de Brasil.
Lanzó 14 discos, de los que vendió más de 5 millones de copias.
Su éxito principal fue “El mensajero de la solidaridad”, del que se vendieron más de un millón de ejemplares y fue certificado como Disco de Diamante.
Por otra parte, ha dicho que apoya el creacionismo—según el cual el universo y la vida surgieron a partir de la creación divina—, rechazando la teoría de la evolución de Charles Darwin.
De vuelta en Brasil, Crivella comenzó con su carrera política en 2002, cuando fue elegido senador por el Partido Liberal (PL).
Tras la disolución de la formación en 2006, decidió fundar el Partido Republicano de Brasil (PRB), hoy llamado simplemente Republicanos.
A pesar de ser una coalición de derecha, conservadora y liberal, el PRB apoyó el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva(2003-2010), quien pertenece al Partido de los Trabajadores, de ideología socialista.
De hecho, uno de sus líderes, José Alencar, fue vicepresidente de la administración de Lula.
El partido de Crivella también respaldó a la hoy expresidenta Dilma Rousseff, quien, al igual que Lula, milita en el Partido de los Trabajadores.
Crivella asumió el Ministerio de Pesca y Acuicultura en el gobierno de Rousseff, cargo que desempeñó hasta 2014.
Luego, en 2016, decidió volver a postularse a la alcaldía de Río de Janeiro (ya lo había hecho en dos ocasiones anteriores, sin éxito).
Esta vez, sin embargo, le fue bien. En una elección turbulenta y rodeada de polémicas, Marcelo Crivella consiguió el respaldo del 59% del electorado.
Hoy su partido, Republicanos,quiere dejar atrás su historia de alianza con la izquierda y crear un movimiento independiente, que se describe así mismo como un ejemplo de una derecha “radical”.
Las líneas de trabajo serán las mismas que las de Jair Bolsonaro: conservadores y liberales en la economía. La diferencia, dicen, es que el discurso será “menos extremo”.
“Libros como este tienen que estar envueltos con una bolsa de plástico negro sellada, con una advertencia en el exterior”, dijo Crivella ante la polémica por el cómic que ilustraba un beso entre dos hombres.
El político agregó que al retirar los libros su objetivo era “proteger a las familias”.
Y aunque varias de las declaraciones del alcalde causaron sorpresa esta semana, sus palabras no son nuevas.
En su libro “Evangelizando a África”, Crivella define a la homosexualidad como una “conducta maligna”, un “mal terrible” y una “condición lamentable”.
Además, en 2012 salió a la luz un video en el que sugería que la homosexualidad podría tener su origen en el sufrimiento del bebé en el útero de la madre y ser fruto de un “aborto mal realizado”.
En el libro también se refiere a otras religiones como “diabólicas”, afirmando que la Iglesia católica predica “doctrinas demoníacas”. Años más tarde de la publicación, el alcalde se disculpó por estas opiniones.
Y aunque en la campaña para la alcaldía intentó desmarcarse de sus críticas hacia los gays —reuniéndose, incluso, con comunidades LGBT—, con el episodio del cómic volvió a copar los titulares.
Muchos analistas políticos se preguntan cómo es que un personaje con el perfil conservador de Crivella puede estar a la cabeza de una ciudad tan cosmopolita y liberal como Río de Janeiro.
Además del carnaval, las caipiriñas y la amplia oferta nocturna, esta metrópoli ha sido catalogada como la “ciudad más gay del planeta” según Logo TV, un canal de televisión estadounidense que contiene programación destinada a la comunidad LGBT.
Además, diversas guías de turismo han publicado largos reportajes sobre los múltiples “destinos perfectos” de Río para los visitantes gays.
Pero desde que llegó Crivella al poder, las cosas han cambiado, al menos en el ámbito cultural, advierten varias organizaciones.
En 2017, por ejemplo, el alcalde vetó la exposición Queermuseu, que exploraba la identidad de género y la expresión de la diversidad sexual en el arte brasileño, y que iba a inaugurarse en el Museo de Arte de Río (MAR).
“No queremos esta exposición en Río. Salió en un periódico que sería en el MAR. Solo si fuera en el fondo del mar, porque en el Museo de Arte de Río, ¡no!”, dijo el alcalde.
Tras lo que muchos llamaron una “censura” por parte del edil, la exposición fue trasladada al Parque Lage.
Ese mismo año, en tanto, se desató otra polémica pues, por primera vez tras 22 ediciones, la Marcha del Orgullo Gay de Río no recibió subvenciones municipales, lo que obligó a los organizadores a reducir el número de vehículos del desfile.
En la manifestación se vieron pancartas que decían “en tu cara, Crivella” e invitaban a resistir con la “LGBTfobia, el fundamentalismo y todas las formas de opresión”.
El doctor en filosofía política de la University College London (UCL), Cristóbal Bellolio, asegura que, con estos actos (y sobretodo con su última decisión de censurar el cómic), Crivella ha demostrado que está gobernando “en base a sus convicciones religiosas”.
“Él debe interpretar que muchas de las cosas que pasan en Río de Janeiro la hacen ser la ciudad del pecado. Y, de alguna manera, con sus políticas públicas, está intentando exorcizar los pecados de la ciudad”, dice.
“Está tratando de limpiarla, de expiarla de sus pecados y buscar una manera en la cual esta ciudad, que para él está desviada y que se ha transformado, como diría San Agustín, en la ciudad del diablo, vuelva a ser la ciudad de Dios”, agrega.
Para el académico, lo de Crivella no es un fenómeno aislado.
De hecho, dice, en los últimos años en Latinoamérica muchos candidatos con convicciones religiosas han sorprendido por sus buenos resultados electorales.
“El año pasado en Costa Rica, que tiene una cultura laica, estuvo a punto de ganar Fabricio Alvarado, un candidato que era un cantante de música cristiana, un evangélico y conservador”, recuerda.
“La gente decía que, que ganara él en Costa Rica, era como que ganara un evangélico en Uruguay. Uno se imagina que por su nivel cultural, esos países ya pasaron esa etapa. Y no”, dice.
Con todo, a Crivella aún le queda tiempo al mando de la administración de la ciudad carioca.
Cientos de organizaciones a favor de los derechos LGBT lo están mirando de cerca, por temor a que sus políticas sean discriminatorias con esa comunidad.
Lo mismo están haciendo, por su parte, las asociaciones conservadoras que, al elegirlo, depositaron su confianza en él.
Pero a pesar de la incertidumbre que provoca las decisiones políticas que pueda tomar en el futuro, algo está claro: para bien o para mal, el episodio sobre el cómic con el beso gay dejará marcada la administración de este multifacético alcalde evangélico.
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