Contra lo que muchos creen, la mayoría de las víctimas de tráfico sexual en Estados Unidos no son extranjeras traídas al país a la fuerza.
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De hecho, ocho de cada 10 son ciudadanas estadounidenses.
Muchas de ellas son esclavizadas a través de las drogas y marcadas con tatuajes como una mercancía que pertenece a su explotador. Y uno de los grandes problemas es que suelen ser confundidas con trabajadoras sexuales por propia voluntad.
En el pueblo de Columbus, Ohio, un programa innovador ayuda a liberar a las víctimas y a transformar las marcas en sus cuerpos.
En este documental de Elaine Jung, de la BBC, tres sobrevivientes cuentan cómo lograron superar el trauma del abuso y la explotación.