Cansados y con hambre: niños hondureños buscan apoyo en la Casa del Migrante
Historia de dos niños hondureños enmarca el drama que se vive en la caravana migrante.
Juan David, de 13 años, y su hermano Isaac, de 3, salieron junto a su madre, Jessica, de 30, el 15 de enero de San Pedro Sula, Honduras, con un solo objetivo: llegar a Estados Unidos con la esperanza de lograr un mejor futuro, pero el camino no ha sido fácil para ellos ni para el resto de sus compatriotas que integran la caravana migrante.
A lo largo de su ruta se han topado con varias dificultades, principalmente migratorias, pues las fuerzas de seguridad de Guatemala y México reforzaron los operativos en los pasos fronterizos para frenar el avance de miles de migrantes que buscan llegar al norte.
Como Juan e Isaac, decenas de niños acompañan en esa “peligrosa” travesía a sus padres, incluso, algunos se separaron durante los enfrentamientos con la Policía y el Ejército de Guatemala. La mayoría ha regresado a su país, otros se dispersaron en los pueblos e intentan llegar a la frontera con México.
Sin embargo, algunos ya no tienen fuerzas para continuar y empiezan a acercarse a la Casa del Migrante en la capital guatemalteca en busca de apoyo, pues están cansados y con hambre, como ocurre con Jessica y sus dos hijos, quienes; además, son el reflejo del drama que viven muchos de sus connacionales que huyen de la pobreza, la violencia, las pandillas y el narcotráfico.
El cansancio se hace evidente en los pies de los pequeños. Juan David porta unas sandalias que lo protegen poco en su duro caminar. Su hermano, Isaac, lleva un par de tenis que están a punto de botar la suela y su madre se muestra desesperada al no encontrar una salida a la crisis que enfrentan. Recuerda que, para sobrevivir con sus hijos en Honduras era vendedora ambulante, pero debido al paso de las tormentas Eta e Iota lo perdió todo.
Este martes llegaron a la Casas del Migrante en busca de un lugar para dormir, comer algo caliente y bañarse, para ganar aliento y seguir en su “lucha”. En la mochila de Juan David va una bolsa con varios panes casi desechos, que han sido lo único que los acompaña para mitigar el hambre por momentos.
El Gobierno de Guatemala continuó este miércoles con la deportación gradual a su país de cientos de migrantes hondureños que ingresaron ilegalmente al territorio la semana pasada en busca de llegar en caravana a Estados Unidos.
El Instituto Guatemalteco de Migración informó que en los últimos seis días han sido obligados a volver a su país un total de tres mil 661 hondureños, incluidos 510 menores de edad.
Hasta el pasado martes la cifra era de tres mil 300 hondureños deportados, por lo que fueron poco más de 360 personas las que volvieron a su país en las últimas 24 horas.
Además, cientos de hondureños continúan retornando a sus hogares de manera voluntaria tras su ingreso en caravana a Guatemala.
La portavoz y directora de comunicación del Instituto Guatemalteco de Migración, Alejandra Mena, detalló que se “han identificado grupos de integrantes de la caravana en la Ciudad de Guatemala, por lo que se promoverá que realicen los controles migratorios y sanitarios respectivos”.
El lunes último, el Gobierno disolvió a la fuerza a una parte de la caravana migrante compuesta por seis mil hondureños que huyen de la pobreza en su país y que pretenden llegar a Estados Unidos en busca de trabajo.
Más de 500 agentes de la Policía Nacional Civil y decenas de soldados del Ejército de Guatemala desalojaron la carretera donde los migrantes se encontraban varados en el departamento de Chiquimula, cercano a la frontera con Honduras y ubicado unos 200 kilómetros al este de la capital del país.
Los hondureños, imposibilitados de avanzar desde el sábado por la barrera policial, fueron desalojados a empujones por las fuerzas de seguridad guatemaltecas, sin mayores heridos de gravedad.
Desde la semana pasada, el Gobierno guatemalteco había advertido que no dejaría avanzar a los hondureños sin cumplir con los requisitos migratorios, principalmente una prueba negativa de la covid-19.
La caravana quedó disuelta después del operativo y cientos de hondureños se adentraron en un poblado de Chiquimula, Vado Hondo, acorralados por los disparos de gases lacrimógenos lanzados por la Policía.