"Me hice la promesa de proteger al jaguar hasta el último minuto de mi vida".
El guardaparque Marcos Uzquiano es uno de los jefes de protección del Parque Nacional Madidi, una de las 22 áreas protegidas de Bolivia.
Su lucha y la de sus colegas es uno de los temas centrales del documental “Tigre Gente”.
El filme, que recientemente tuvo su estreno en el festival de Tribeca, en Nueva York, saca a la luz un problema tan grave como complejo: el tráfico ilegal de partes de jaguar (Panthera onca) desde Bolivia con destino principalmente a China.
Entre 2014 y comienzos de 2019 se decomisaron alrededor de 760 colmillos de jaguar, según señaló a BBC Mundo la bióloga Ángela Núñez, que trabaja en la Asociación SAVIA de Bolivia como parte del proyecto “Operación Jaguar”.
“Se cree que al menos se tratarían de 200 jaguares, e incluso más, porque no siempre se obtienen los cuatro colmillos de cada jaguar”.
Solo en una incautacación en un restaurante operado por dos ciudadanos chinos en Santa Cruz se encontraron 185 colmillos. Y el servicio postal de Bolivia, Ecobol, halló unos 300 colmillos en 16 paquetes con destino a Asia.
Un informe de ONGs internacionales indica que los hallazgos son la punta de un iceberg que involucra a grupos criminales integrados, principalmente, por ciudadanos chinos.
Este tráfico ilegal amenaza no solo al felino más grande del continente americano, sino a la integridad de quienes, como Uzquiano y otros guardaparques, arriesgan su vida para protegerlos.
El filme
La documentalista estadounidense Elizabeth Unger, directora de “Tigre Gente”, estudiaba biología cuando viajó a Bolivia para trabajar como voluntaria en un centro de rescate de vida silvestre.
La experiencia contribuyó a su decisión de no dedicarse a la investigación científica sino a crear documentales para exponer problemas globales.
“Tigre Gente” muestra no solo el problema del tráfico, sino la importancia del jaguar en la cultura local y en su hábitat.
Este felino es una “especie paraguas“, explicó Núñez, “porque conservando al jaguar conservamos todas las especies de plantas y animales que cohabitan con él, incluida la especie humana, por todos las funciones ambientales que nos brindan”.
Unger espera que quienes vean el documental “se lleven el mensaje de que el jaguar es un animal increíble que debe ser salvado”.
Además de Uzquiano, la otra protagonista central del filme es la periodista china Laurel Chor, quien investiga el lado asiático del tráfico y las creencias culturales de quienes compran esos productos.
“Queríamos mostrar que se trata de un asunto complejo. Que demonizar a la comunidad china no resolverá el problema del tráfico ilegal de partes de jaguar ni reducirá su consumo. Sí puede ayudar comprender la mentalidad detrás de la demanda”, señaló Unger a BBC Mundo.
La documentalista afirma que hay creencias erróneas en Occidente sobre este tema. Una de ellas es que la mayoría de la población en China consume productos del tráfico ilegal de vida silvestre.
“Es importante comprender además que tradiciones muy antiguas, pasadas de generación en generación, por ejemplo en el uso de medicina tradicional, son un factor a tener en cuenta”.
Uzquiano creció en Buenaventura, un pequeño poblado en plena región amazónica y considera al Madidi su hogar.
“Para mí esta no es solo una pelea por un animal, es algo mucho más profundo. Considero a los jaguares mi familia”.
“Desde niño el jaguar ha representado un signo de gran energía.Para mí el jaguar es fuerza, es vida, es mito“, relató Uzquiano a BBC Mundo.
“No había médicos de medicina moderna en el pueblo donde crecimos, y el chamán, que para nosotros era nuestro médico de cabecera, nos contaba historias como la de Tigre Gente”.
Según la leyenda que da título al filme, una persona puede transformarse en jaguar y convertirse en ‘tigre gente'”.
“En las comunidades indígenas se conoce como tigre al jaguar. Mi sueño de niño era de verdad transformarme en tigre gente. El destino me llevó a convertirme en guardaparque para conservar la vida del jaguar y luchar contra el tráfico de colmillos”.
Las primeras señales de la crisis que retrata el filme surgieron cuando conservacionistas en el terreno escucharon mensajes en radios comunitarias rurales. Los anuncios ofrecían comprar colmillos de jaguar, a pesar de que la captura y comercialización de vida silvestre está prohibida.
En 2017 los biólogos Enzo Aliaga y Ángela Núñez publicaron un artículo alertando sobre el tráfico.
Una investigación encubierta entre 2018 y 2020 en Bolivia reveló la magnitud del problema. El trabajo fue realizado por la ONG Earth League International (ELI), junto al comité holandés de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN,) que publicaron un informe en 2020.
“El tráfico de partes de jaguar no es solo un problema de conservación, sino de crimen organizado“, señaló Andrea Crosta, cofundador y director de ELI.
“Los principales actores de este tráfico, todos de Asia, también se dedican a otros crímenes graves y a menudo están vinculados al crimen organizado”.
Hay al menos tres grupos criminales, formados principalmente por ciudadanos chinos, que operan en territorio boliviano, en los departamentos de Santa Cruz y Beni, según el informe. Uno de los grupos tendría vínculos con una conocida mafia en Hong Kong.
Los traficantes usan aeropuertos con poca seguridad y rutas terrestres por Surinam y Guayana, principalmente.
También se constató que la carne de jaguar se consumía en dos restaurantes de Santa Cruz operados por ciudadanos chinos.
“Compartimos con las autoridades de Bolivia un reporte confidencial con nombres e información clave de los traficantes chinos más importantes en el país”, afirmó Crosta a BBC Mundo.
Los jaguares son cazados por sus colmillos, huesos, piel y genitales, que se usan en la medicina tradicional o como amuletos o joyas.
Crosta señaló que “las partes de jaguar se venden en China como si fueran de tigre. Es cada vez más difícil encontrar tigres silvestres en Asia y los clientes piden partes de animales salvajes, no de tigres en granjas de cría”.
Los grupos criminales usan comercios legítimos, como por ejemplo restaurantes, como fachada.
“Los más importantes traficantes de vida silvestre de que estamos al tanto en América Latina, desde México a Bolivia -trabajamos en siete países de la región- tienen negocios legítimos no solo para encubrir sus actividades ilícitas sino como fuente de ganancias”, afirmó Crosta.
Los cazadores en Bolivia pueden vender un colmillo a intermediarios por menos de US$100. El consumidor final en Asia puede pagar “de 900 a 3.000 dólares si está engarzado en una joya”.
Y el tráfico ilegal de partes de jaguar no es solo un problema de Bolivia.
Enzo Aliaga, quien dirige actualmente la Dirección de Biodiversidad y Áreas Protegidas del Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia (DGBAP) , señaló a BBC Mundo: “Guyana y Bolivia son los principales países en los que se ha detectado, también en Panamá donde el mercado chino pedía carne de jaguar. En otros países como Perú y México y a lo largo de Latinoamérica ha habido casos muy específicos de tráfico de colmillos”.
Sacar partes de jaguar desde Bolivia no es un problema para los criminales.
“Contrabandear los colmillos es extremadamente simple porque son objetos pequeños que pueden esconderse en cualquier parte como bolsillos o equipaje”, señaló Crosta a BBC Mundo.
Cuando se trata de cantidades mayores o de huesos, pueden ocultarse en cargamentos de productos como madera.
“A menos que sepas donde buscar, es imposible encontrarlos”.
Aliaga señaló que los traficantes pueden sacar los comillos hasta “en una cajita de dulces”. “Pasan los controles en el aeropuerto porque el detector de metales no va a sonar”.
Un estudio de decomisos en América del Sur y Central publicado en 2020 en la revista Conservation Biology, analizó la relación entre la llegada a la región de inversiones chinas, especialmente en proyectos de infraestructura, y el tráfico de partes de jaguar.
“Las inversiones privadas chinas están relacionadas con un aumento en el tráfico de partes de jaguar“, señala el estudio realizado por la investigadora Thais Morcatty, de la Universidad Oxford Brookes, en Inglaterra, y sus colegas.
“La relación positiva entre el número de decomisos de jaguar y la inversión privada china podría indicar que cadenas legales de mercado pueden servir de estructura para la cadena ilegal”.
Para Crosta, “la llegada de inversiones chinas a Bolivia y América Latina, con el arribo de muchos ciudadanos chinos que trabajan en Latinoamérica y nuevos proyectos de caminos e infraestructura, ofrecieron la oportunidad perfecta para que redes de tráfico de China pusieran sus manos sobre muchas cosas, incluyendo los jaguares”.
“Hay más vuelos, más cargamentos con destino a China”.
El informe de ELI tiene una lista de recomendaciones, que incluye “buscar la colaboración de la embajada china en La Paz para llegar a comunidades y compañías chinas en Bolivia, con el objetivo de desincentivar la participación de ciudadanos chinos en el tráfico de partes de jaguar y otras especies silvestres. Esto puede hacerse a través de campañas en redes sociales en la app china WeChat”.
Desde enero de 2019 no se han realizado incautaciones. Tampoco se escuchan anuncios en radios rurales.
Pero la falta de decomisos puede indicar simplemente que hay nuevas modalidades de tráfico o que falta monitoreo.
“Con la pandemia todo se paró”, señaló Aliaga.
“Nosotros sabemos que el tráfico continúa. Solo en 2020 desde la Dirección de Biodiversidad se tienen más de 600 animales incautados o rescatados del tráfico, principalmente aves. Más bien los traficantes aprovecharon que no había controles en los pasos fronterizos”.
Aliaga cree que el tráfico persiste también en el caso del jaguar.
“Se ha abierto un mercado y se ha visto que es muy lucrativo. Estoy convencido de que sigue“, afirmó a BBC Mundo.
“Se detectó que ya se está hablando de la pasta negra, un método utilizado en China para hervir todos los huesos y venderlos con fines curativos. Ahí ya no se puede determinar ni el ADN, y hay informaciones de que se está haciendo esto en Bolivia”.
La matanza de jaguares puede también abrir la puerta al tráfico de otras especies.
“Ya se tiene evidencia de eso. En uno de los anuncios hace dos o tres años abiertamente solicitaban cuernos y genitales de venado, y garras de oso hormiguero y oso andino”, señaló Aliaga.
Núñez cree que las autoridades deben prestar más atención al conflicto que existe entre jaguares y humanos, “pues bajo el pretexto de ‘ataques de jaguar a ganado vacuno’, están cazando jaguares, que muy probablemente estén ingresando al mercado negro de tráfico de sus partes”.
No debe olvidarse, según Aliaga, que el tráfico se suma a otros graves riesgos para el jaguar, fundamentalmente “la destrucción de hábitat por el avance desmedido de la agroindustria, que en algunos departamentos tropicales, en Santa Cruz, está acabando con bosques enteros”.
También “la ganadería extensiva y mal manejada se expande, convirtiendo bosques en pastizales”.
Otro gran problema son los incendios. “En los más grandes de 2019 se han quemado cinco millones de hectáreas. Hay estimaciones de que murieron millones de animales y seguramente jaguares entre ellos”.
“Los jaguares están sobreviviendo apenas ante esas circunstancias tan adversas. Hay conflictos con ganaderos. La gente les tiene miedo y los mata”.
“La presión sobre el jaguar se ha vuelto muy, muy fuerte y me temo que sigue”.
Bolivia ha realizado diferentes acciones, fundamentalmente a nivel institucional, para buscar proteger al jaguar.
“Se creó aquí en Bolivia algo único a nivel latinoamericano, la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar“, afirmó Aliaga.
En la alianza participan instituciones gubernamentales, universidades, investigadores independientes y ONGs como Wildlife Conservation Society (WCS), Panthera y la Asociación Savia.
Rob Wallace, científico de WCS, quien lleva 25 años monitoreando a los jaguares del Madidi, destacó la importancia vital de preservar las áreas protegidas de Bolivia.
“Madidi es el área protegida biológicamente más diversa del mundo, pero también es un bastión de importancia global para muchas especies amenazadas, incluyendo al jaguar”, señaló Wallace a BBC Mundo.
El Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia y el DGBAP, con participación de la Alianza, lanzaron el “Plan de Acción para la Conservación del Jaguar 2020-2025”, que promueve entre otras medidas la capacitación de jueces y fiscales.
“Personas que fueron aprehendidas en flagrancia fueron liberadas por fiscales que muchas veces desconocen la norma o no la aplican correctamente, o fueron sentenciadas con penas muy bajas”, afirmó Núñez.
El Plan promueve además una mayor investigación sobre la situación del jaguar.
Estimaciones globales con distintos métodos de las poblaciones del felino en América varían desde 64.000 a 173.000.
También se presentaron proyectos para endurecer las penas contra el tráfico de vida silvestre.
Aliaga relató que de los más de 20 procesos iniciados por el tráfico de partes de jaguar, solo tres personas de ciudadanía china fueron condenadas a prisión, a tres y cuatro años.
“Uno está por salir porque pasaron tres años, de los otros dos uno está prófugo”.
Aliaga cree que las penas deben ser más drásticas “porque los traficantes y cazadores saben que si matan al animal van a estar libres al poco tiempo”.
En el terreno, el gran desafío sigue siendo la falta de recursos.
“Hemos creado un programa de tráfico como Dirección de Biodiversidad pero necesitamos buscar fondos”, afirmó Aliaga.
“Tengo ahora una denuncia de que continúa el tráfico en una zona muy alejada, pero el problema es que la Dirección de Biodiversidad es una dirección pequeña en términos de personal y presupuesto. Tratamos de trabajar con la policía ambiental pero también es muy reducida en su prepuesto y su personal lastimosamente”.
Marcos Uzquiano le dijo a BBC Mundo que está orgulloso de ser guardaparque en el Madidi y de las iniciativas surgidas en Bolivia, pero lo más urgente, asegura, es mejorar el nivel de recursos.
“Somos 26 guardaparques y dos directores de protección en un parque de más de 1,8 millones de hectáreas. Con este número de guardparaques más la deficiencia de equipos, la tarea se hace cuesta arriba. El presupuesto no da para cubrir gastos operativos, de combustible”.
Sin un mayor nivel de protección hay también mayor vulnerabilidad.
Los guardaparques relatan en el film su preocupación ante el creciente riesgo de un “machetazo” u otros ataques por parte de cazadores furtivos.
Aliaga señaló que la falta de recursos “lastimosamente es una pena pero es una realidad”. “El Servicio Nacional de Áreas Protegidas necesita mucho apoyo”.
El tráfico no es un problema que pueda combatirse solo a nivel nacional, según Aliaga.
“Podemos seguir aquí en Bolivia endureciendo penas, pero mientras haya un mercado es como la droga, va a continuar”.
“El problema acá es que Bolivia es un territorio grande con muchos problemas, con muchas necesidades, entonces es un blanco fácil“.
Crosta afirma que el cazador es el eslabón débil“.
Para el director de ELI, “los traficantes chinos en Latinoamérica son no solamente el eslabón más fuerte pero también la mejor oportunidad de perturbar la cadena de suministro ilegal”.
“Desafortunadamente, en los siete países en que operamos actualmente, no sé de ninguna agencia de cumplimiento de la ley que sea capaz de combatir efectivamente a estas redes de traficantes chinos. No tienen los recursos, ni el conocimiento específico y ni siquiera tienen intérpretes chinos”.
“Algunas de estas agencias tienen una intención genuina de enfrentar el problema, pero admiten que no tienen el conocimiento práctico necesario para hacerlo”.
La cooperación regional es vital para conservar una especie como el jaguar, que en 2020 fue incorporada a los Apéndices I y II de la Convención de Especies Silvestres Migratorias.
La mayoría de las áreas identificadas como prioritarias para la conservación del felino son áreas transfronterizas, explicó Rob Wallace.
Un jaguar puede tener un área de acción de más de 200 km cuadrados.
“Es absolutamente crucial que haya áreas grandes y conectadas de hábitat relativamente intacto”, afirmó Wallace.
Núñez cree que se deben “acelerar acciones desde la Convención CITES (sobre el comercio internacional de especies amenazadas)”.
“También es importante que se tomen acciones desde la UICN, pues ya existe una propuesta de cambio de categoría de la especie, de preocupación menor a especie amenazada a nivel internacional. Esta medida permitiría que los países puedan tomar más acciones en pro de la conservación de la especie”.
Hacia el final del filme “Tigre Gente” se ve a la periodista Laurel Chor dar una charla sobre conservación a niños en Hong Kong.
Enzo Aliaga cree que también hay una tarea pendiente de educación en Bolivia.
“Cuando los bolivianos, la gente común, empiecen a aprender más sobre la biodiversidad, creo que van a dar mucho valor a estas vidas”.
Marcos Uzquiano espera que Tigre Gente, que llegará a Bolivia en los próximos meses, ayude a crear mayor conciencia sobre la necesidad de proteger al jaguar.
“Yo pido a la población, a Bolivia, que vuelquen la mirada hacia las áreas protegidas, al jaguar”.
“Y que trabajemos como región o esta lucha no va a tener sentido. Solos nosotros como guardaparques no podemos, necesitamos del apoyo de la población y el compromiso de los países del mundo”.
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