"Es obvio que esperáramos caídas en la esperanza de vida, lo que no sabíamos es que íbamos a encontrar esa magnitud", le dice a BBC Mundo el demógrafo José Manuel Aburto.
El investigador es uno de los autores del estudio de la Universidad de Oxford “Cuantificación de los impactos de la pandemia de covid-19 a través de las pérdidas de esperanza de vida: un estudio a nivel de población de 29 países”.
“La pandemia de covid-19 provocó un aumento significativo de la mortalidad en 2020 de una magnitud que no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial en Europa Occidental o la desintegración de la Unión Soviética en Europa del Este”, indica la investigación.
“Las mujeres de 15 países y los hombres de 10 países terminaron con una esperanza de vida al nacer más baja en 2020 que en 2015”.
En 27 de los 29 países analizados, la esperanza de vida para ambos sexos disminuyó de 2019 a 2020, siendo las excepciones las mujeres en Finlandia y los hombres y las mujeres en Dinamarca y Noruega.
“Los hombres de Estados Unidos y Lituania experimentaron las mayores pérdidas de esperanza de vida al nacer durante 2020 (2,2 y 1,7 años, respectivamente)”.
“El hecho de que nuestros resultados destaquen un impacto tan grande directamente atribuible a la pandemia muestra lo devastadora que ha sido la covid para muchos países”, señaló a la agencia Reuters Ridhi Kashyap, coautora del estudio.
La investigación publicada el domingo, en la revista especializada International Journal of Epidemiology, analizó información de los siguientes países: España, Suiza, Francia, Italia, Finlandia, Suecia, Portugal, Noruega, Islandia, Austria, Eslovenia, Bélgica, Chile, Grecia, Alemania, Países Bajos, Inglaterra y Gales, Dinamarca, Estonia, Irlanda del Norte, República Checa, Croacia, Polonia, Estados Unidos, Lituania, Escocia, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria.
Se documentaron reducciones en la esperanza de vida de más de un año en 11 países para los hombres y 8 para las mujeres.
Dichas reducciones, explican los investigadores, se atribuyeron principalmente al aumento de la mortalidad en personas mayores de 60 años y a las muertes oficiales por covid-19.
Aburto aclara: “Por ejemplo, si un país perdió 2 años de esperanza de vida, de estos 2 años, la mayor parte fue por muertes oficiales de covid-19, pero esto no quiere decir que la covid-19 haya sido la principal causa de muerte en una población”.
De acuerdo con Aburto, la investigación nació de la necesidad de tener una medida que permita hacer comparaciones.
“Han salido varios estudios que, por ejemplo, calculan en distintos países el exceso de mortalidad, medida definida como la diferencia entre las muertes que se observaron en 2020 y aquellas muertes que hubieran ocurrido si la pandemia no hubiera pasado”.
Sin embargo, aunque reconoce que es un parámetro “de suma importancia y muy informativo”, explica que tiene varias limitaciones: una de ella es que es muy difícil hacer comparaciones entre países y entre sexos y, por lo tanto, es muy complicado ponerla en “un contexto que sea más tangible”.
“La esperanza de vida como medida de mortalidad, como una fotografía del 2020, nos permite hacer este tipo de comparaciones entre países y también nos ayuda a ponerla en un contexto más internacional, pero también en el tiempo, para saber cuánto ha afectado estos shocks de mortalidad a las poblaciones”.
El investigador señala que hubo varios resultados del estudio que le sorprendieron.
Uno de ellos lo destaca la propia investigación “La magnitud de las pérdidas (en la esperanza de vida) observadas en 2020 no se han visto desde la Segunda Guerra Mundial en muchos países de Europa Occidental como España, Inglaterra y Gales, Italia, Bélgica, Francia, Países Bajos, Suecia, Suiza y Portugal”.
Otro “resultado alarmante”, explica el experto, es la variación que hay entre los países, es decir, la pandemia afectó de manera diferente a países desarrollados, como son varios de los que se incluyen en la investigación.
“Tenemos regiones como la escandinava, donde la esperanza de vida en países como Dinamarca, Noruega, Finlandia, no cambió su tendencia y en el otro extremo tenemos a Estados Unidos, Lituania y otros países, incluyendo España en el top cinco, donde las caídas fueron sustanciales, de más de un año, lo cual es algo dramático”.
“Estados Unidos es un país que se considera desarrollado, pero también es un país con mucha desigualdad y creo que esto es lo que se ve reflejado”.
Si bien, explica Aburto, el estudio les permitió observar que “la mayoría de las pérdidas en la esperanza de vida se debieron a la mortalidad que ocurrió por encima de los 60 años”, hubo algunos países, como Estados Unidos, donde “la mortalidad de adultos jóvenes también contribuyó mucho a este descenso en la esperanza de vida”.
Pero incluso en la región escandinava se pueden ver diferencias: “En Dinamarca no se ve una caída, pero tenemos un país tan desarrollado como ese, que es Suecia, que igual sufre un descenso en la esperanza de vida”.
Para el experto, hay múltiples razones que pueden explicar las diferencias.
“Cada país actuó diferente en torno a la pandemia. Por ejemplo, hubo países que siguieron más rápido y con mayor efectividad las intervenciones no farmacéuticas, como los confinamientos, etcétera”.
Otro factor clave es cuánto varía la calidad de los servicios de salud de cada país.
“Creo que eso también se ve reflejado en el caso de Estados Unidos”.
“En la mayoría de los países, los hombres tienden a tener pérdidas más grandes que aquellas que las mujeres sufrieron”, señala el investigador.
Si bien se sabe que, en general, las mujeres viven más que los hombres, “es interesante ver que incluso en el contexto de una pandemia, de un shock tan fuerte, los hombres también tienden a perder más en relación a la esperanza de vida que las mujeres”, señala el investigador.
De acuerdo con el estudio, con la excepción de España, Eslovenia, Estonia e Irlanda del Norte, las pérdidas de esperanza de vida fueron mayores para los hombres en 2020.
Aburto explica que el estudio se concentró en 29 países porque de ellos había datos disponibles, desagregados por edad, y eso les permitió hacer un análisis de la esperanza de vida.
“Esa es una de las limitantes que ahora vemos en algunas regiones, como los países latinoamericanos, donde los datos no están saliendo a tiempo y tampoco están desagregados por edad”.
Chile es una excepción.
“Es uno de los pocos países de América Latina que ha estado proveyendo los datos por edad y por sexo de una manera más oportuna que el resto de los países, pero también, históricamente, ha tenido buenos registros de mortalidad y de población”.
“En un contexto latinoamericano, incluso si un país provee información a tiempo, los datos de mortalidad tienden a tener deficiencias que se deben de corregir antes de hacer un cálculo como la esperanza de vida”.
Aunque el estudio se enfocó en 29 países, los autores señalan que “evidencia emergente de países de ingresos bajos y medianos (como Brasil y México), que han sido devastados por la pandemia, indica que las pérdidas en la esperanza de vida pueden ser aún mayor en esas poblaciones“.
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