A la doctora Amaka Nnamani le encantaba su trabajo como pediatra en Hershey, Pensilvania, EE.UU. Ella lo describe como un "trabajo soñado".
Nnamani, de 38 años de edad, tenía dos hijos pequeños, entonces de ocho y seis años, y estaba embarazada de un tercero cuando golpeó la pandemia del nuevo coronavirus.
La médica se vio afectada por la “dura realidad” de tener que educar en casa a sus hijos mayores, mientras se recuperaba del nacimiento de su hijo en el verano de 2020.
“No tuvimos mucha ayuda”, dice.
Para octubre de ese año, Nnamani y su esposo estaban ambos de vuelta en el trabajo fuera del hogar.
Incapaz de encontrar un centro de cuidado infantil en medio de la pandemia, la pareja tuvo que sortear las dificultades de no contar de forma consistente con un lugar donde atendieran a sus hijos. Pronto, dice, “simplemente se volvió demasiado para mí. Todavía amaba a mis pacientes. Todavía amaba a mis colegas, pero no era sostenible. Entonces, después de mucho pensar y orar, entregué mi renuncia”.
En la actualidad, Nnamani trabaja por cuenta propia como consultora, educadora en lactancia materna y autora. Se ha unido al creciente grupo de personas que han dejado el empleo tradicional en medio de la pandemia.
Según el Centro de Investigación Económica y Política de EE.UU. (CEPR), ha habido una gran aumento en el número de estadounidenses que informan que trabajan por cuenta propia.
El alza más significativa ha ocurrido entre las mujeres, especialmente las mujeres de color, y los trabajadores con niños menores de seis años.
Por supuesto, volverse emprendedor ofrece muchas oportunidades y beneficios, incluida la flexibilidad que los trabajadores anhelan cada vez más en la era de la pandemia.
Sin embargo, hay una narrativa negativa detrás de los datos.
Para mujeres como Nnamani, dejar el empleo tradicional parecía menos una opción que una necesidad.
A raíz de la pandemia y en medio de una crisis de cuidado infantil en curso, las mujeres, especialmente las madres, están siendo expulsadas del mercado del empleo tradicional, ya que ven el trabajo por cuenta propia menos como un deseo que como una necesidad.
Entre 2019 y la primera mitad de 2022, la proporción de estadounidenses que trabajan por cuenta propia dentro del grupo total de trabajadores creció un 4 %, lo que representa un aumento de 600.000 personas, según los investigadores del CEPR.
Y el mayor incremento se produjo entre las mujeres, que informaron que se convirtieron en autoempleadas recientemente a una tasa que aproximadamente duplica la de los hombres.
Parte del aumento se puede atribuir a las personas que se “reinventaron a sí mismas” y sus situaciones laborales durante la pandemia, dice Misty L Heggeness, profesora asociada de la Facultad de Asuntos Públicos y Administración de la Universidad de Kansas (EE.UU.).
“Un horario de oficina tradicional de nueve a cinco, incluso si era remoto durante la pandemia, realmente no estaba funcionando, especialmente para las madres. En parte porque es muy difícil trabajar, incluso si estás teletrabajando, mientras tus hijos todavía están en tu casa”, dice.
Heggeness agrega que la necesidad de una mayor flexibilidad hizo que el trabajo por cuenta propia fuera especialmente deseable para las madres.
“Creo que hay madres que realmente se cansaron de tener que hacer malabarismos con todo, pero querían seguir comprometidas con el trabajo y su carrera. Decidieron que una forma de hacerlo era a través del trabajo por cuenta propia, tratando de encontrar un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal, convirtiéndose en su propia jefa”.
Esta búsqueda de una mejor configuración laboral explica por qué algunas de las más de un millón de mujeres estadounidenses abandonaron la fuerza laboral durante la pandemia, dice Heggeness.
La experta cree que algunas se fueron simplemente porque podían. “Cuando todo esto cayó sobre ellas, ellas tenían suficientes recursos y ahorros, o tenían un cónyuge que tenía ingresos lo suficientemente altos como para dejar de trabajar para ocuparse del cuidado de los niños”, apunta.
Pero para muchas otras, renunciar a un ingreso no era una opción, aunque tampoco lo era permanecer en un trabajo que les imposibilitara cuidar de sus familias.
“Es como elegir bajo restricciones”, dice Heggeness. “Había muchas madres que no podían darse el lujo de dejar de trabajar. El hecho es que sus ingresos son críticos y esenciales para el bienestar de ese hogar. Se necesita ese ingreso para comprar alimentos y ponerlos en la mesa, poner un techo sobre la cabeza de su familia, para dotar de ropa a su familia… Estas son las mujeres que pueden estar desproporcionadamente asumiendo el trabajo por cuenta propia”.
Según Julie Cai, una economista que contribuyó a la investigación de CEPR, el mayor factor que contribuyó a que las mujeres se mudaran al trabajo por cuenta propia fue si tenían hijos en edad de educación primaria.
“Incluso después de controlar muchos factores”, dice Cai, los datos de CEPR muestran que “los padres con niños menores de seis años presentes en el hogar tienen una mayor probabilidad de trabajar por cuenta propia”. Esto fue especialmente cierto entre las mujeres con ingresos más bajos y aquellas sin una educación universitaria.
La experta explica que los trabajadores de bajos salarios enfrentaron las mayores dificultades para mantener sus puestos durante la pandemia porque esos trabajos eran los más impredecibles.
“Algunos de esos trabajadores por hora enfrentaron jornadas volátiles involuntarias. El empleador podría exigir que trabajaran más horas o cortarlas sin previo aviso”, dice Cai.
También hay una disparidad racial en juego. “En la investigación que estoy haciendo actualmente, descubrimos que las mujeres que no son blancas tenían más probabilidades de experimentar horas volátiles [de trabajo] durante la pandemia. Esa podría ser una gran parte de la historia”, agrega.
De hecho, la investigación de CEPR mostró que el grupo demográfico con las mayores ganancias totales en las tasas de trabajo por cuenta propia entre 2020 y 2022 fueron las mujeres de color.
Cai considera que esto tiene sentido porque las mujeres de color tienden a ser uno de los grupos más grandes representados en esos trabajos impredecibles. Las horas volátiles hacen que encontrar cuidado de niños sea especialmente difícil, y ese es el principal motivo por el cual estas mujeres dejan sus empleos.
Heggeness está de acuerdo: “Hay un montón de mujeres en este país que están soportando la peor parte de esta disfunción [laboral], y lo están haciendo lo mejor que pueden”, dice. “Están tomando decisiones en torno a su carrera que podría no haber hecho de otra manera, para tratar de manejar esta crisis que está teniendo su familia”.
Cuando Nnamani volvió a trabajar por primera vez a fines de 2020, después de dar a luz a su hijo, ella y su esposo intentaron armar un horario que les permitiera a ambos trabajar sin tener guardería, que era casi imposible de encontrar debido a los cierres por la pandemia.
“Mi esposo cambió sus turnos para trabajar de 3:00 p.m. a 11:00 p.m., y mis vecinos cuidaban al bebé durante una o dos horas antes de que yo llegara a casa del trabajo”, dice. “Era bastante loco y extremadamente estresante”.
En última instancia, esa falta de cuidado infantil empujó a Nnamani al límite y la hizo decidir renunciar. Ciertamente no está sola. Una crisis laboral en curso en la industria del cuidado infantil ha dejado a muchas familias sin cuidado calificado para sus hijos mientras los padres están en el trabajo.
“El cuidado de los niños es un problema importante; lo ha sido durante mucho tiempo”, dice Heggeness. “Es muy, muy caro, y las plazas son limitadas o inexistentes en muchas partes del país. Tienes situaciones en las que las personas quedan embarazadas y van a apuntarse a la lista de espera de una guardería [antes de que nazca el bebé]”.
En EE.UU., los datos de 2018 muestran que más del 51 % de las personas viven en “desiertos de cuidado infantil”, que el Center for American Progress define como una área en la que hay tres veces más niños que cupos de guardería.
Y de los 6,38 millones de padres que dependen de servicios de cuidado infantil, los datos de 2020 muestran que el 57 % paga US$10.000 o más al año. El gasto para los padres, incluso cuando pueden encontrar cupos para sus hijos en estos centros de cuidado, es un costo que muchas familias simplemente no pueden asumir.
La escasez crónica de personal en los centros de cuidado infantil está exacerbando el problema para las madres que quieren permanecer en la fuerza laboral. Incluso con la disminución de casos de covid-19, los centros de cuidado infantil continúan con una hemorragia de trabajadores y no logran recuperar el terreno previo a la pandemia.
Entre febrero de 2020 y septiembre de 2022, más de 100.000 empleos se perdieron en el sector, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales. Algunas anécdotas de proveedores de cuidado infantil detallan la pérdida de empleados que prefirieron ir a trabajar en el comercio minorista y otros servicios, donde muchas empresas ofrecen altas tarifas por hora y bonificaciones.
Combinado, todo esto tiene un efecto notable en las elecciones que las mujeres pueden hacer para su propio empleo.
“Es un tema más amplio para toda la economía y para el crecimiento económico y nuestra capacidad para prosperar como nación”, dice Heggeness. “El hecho es que seguimos reprimiendo la capacidad de las personas, predominantemente de las mujeres, para participar al máximo en el mercado laboral”.
A pesar de estos hechos, algunas mamás todavía están encontrando un lado positivo en el trabajo por cuenta propia. Nnamani dice que ha podido pasar más tiempo con sus hijos y continuar amamantando a su hijo más pequeño.
Para obtener ingresos, formó una empresa en torno a la educación sobre lactancia materna; trabaja como consultora independiente para sistemas hospitalarios y recientemente publicó un libro para niños sobre el tema.
“Extraño estar en la oficina y ver a esos niños”, dice la expediatra. “Lo que sí amo es la flexibilidad que tengo con mi tiempo y la libertad que tengo. Pero extraño absolutamente esas relaciones con mis pacientes”.
Sin embargo, Heggeness apunta que incluso este beneficio de la flexibilidad puede tener inconvenientes subyacentes. “Estamos viendo una mayor proporción de mujeres en ocupaciones donde existe este tipo de flexibilidad para elegir cuándo y cómo trabajar”, dice. Hay estudios que indican que las mujeres prefieren el trabajo remoto, por ejemplo, a una tasa más alta que los hombres, “pero el lado negativo… es que a veces estamos dirigiendo a las personas hacia tipos de trabajo que los ponen en situaciones vulnerables”.
Explica, por ejemplo, que es mucho menos probable que las personas que trabajan por cuenta propia tengan cobertura de seguro médico o un plan de ahorro para la jubilación, dos beneficios que en EE.UU. están principalmente vinculados al empleo a tiempo completo. “Hay beneficios que vienen junto con ser un empleado en una empresa establecida”, dice la experta.
Agrega que hay vulnerabilidades adicionales que pueden surgir al ponerse a trabajar por cuenta propia.
El ingreso medio anual de las personas que trabajan por cuenta propia es unos US$$6.000 más bajo que el de las personas que trabajan para un empleador, y las inversiones iniciales y los costos de puesta en marcha del negocio significan que los ingresos económicos del autoempleo pueden tardar varios años en acumularse.
Esta cifra tampoco tiene en cuenta el valor monetario que los beneficios del empleador proporcionan solo a los empleados de tiempo completo.
Nnamani ha sentido estos efectos, a pesar del progreso profesional que ha logrado en el trabajo por cuenta propia.
“Algo que realmente extraño mucho es el ingreso regular y la sensación de seguridad. Yo era la que más ganaba en la familia, así que definitivamente fue un gran golpe para nuestras finanzas. Desde entonces, he tenido que hacer muchos ajustes, como si tuviéramos que pensar dos veces antes de tomar ciertas decisiones. Solíamos tener un presupuesto para los fondos universitarios de los niños y para acciones. Prácticamente tuvimos que suspender muchas de esas cosas. Ha sido un gran sacrificio”, dice.
En general, Cai dice que la solución más simple para evitar que las mujeres recurran al trabajo independiente involuntario es que los empleadores brinden estabilidad en forma de horarios más predecibles y programas de cuidado de niños. Agrega que esto puede ser particularmente importante para las mujeres con ingresos más bajos o menos educación.
Y, en última instancia, mientras que el trabajo por cuenta propia ofrece beneficios a las mujeres que encuentran insostenible el empleo tradicional, pedirles a las mujeres que trabajen, incluso si es para ellas mismas, y al mismo tiempo ser madres, deja a las madres incapaces de alcanzar su pleno potencial laboral.
“El trabajo por cuenta propia y las opciones de trabajo flexible no serán suficientes para las mujeres con hijos”, dice Heggeness.
“Es realmente difícil trabajar, incluso si estás teletrabajando, e incluso si trabajas por cuenta propia, mientras tus hijos todavía están en tu hogar”, asegura.
* Si quieres leer el artículo original de BBC Worklife, haz clic aquí.
Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.