El sueño tiene un papel más poderoso en el aprendizaje de idiomas de lo que se pensaba. ¿Qué revela esto sobre nuestro cerebro nocturno?
Justo después de comenzar a trabajar en este artículo, tuve un sueño muy oportuno.
Era la anfitriona de una fiesta en la suite de un hotel, con invitados de Estados Unidos, Pakistán y otros países.
La mayoría de los invitados charlaban en inglés; uno o dos hablaban alemán, mi lengua materna.
En un momento no podía encontrar a mi hijo y entré en pánico. Cuando lo vi, suspiré aliviada y le dije: “¡Ach, da bist du ja!” – “¡Ahí estás!”, en alemán – y le di un abrazo.
Si hablas más de un idioma, es posible que hayas tenido experiencias similares, en las que los lenguajes se mezclan en tu sueño.
Mis propios sueños a menudo incluyen el inglés, que hablo en mi cotidianidad, aquí en Londres, así como el alemán, el idioma de mi niñez.
Pero, ¿cómo y por qué a nuestro cerebro se le ocurren estos sueños multilingües? ¿Y podrían tener un impacto en nuestras habilidades lingüísticas de la vida real?
A primera vista, puede no parecer sorprendente que muchos multilingües que hacen malabarismos con diferentes idiomas durante el día, e incluso personas que recién comienzan a aprender otro idioma, también los usen en sus sueños.
Después de todo, el idioma que hablamos durante el día generalmente se traslada a nuestras noches.
Un estudio con personas sordas y con pérdida auditiva encontró, por ejemplo, que se comunicaban en sueños como lo hacían cuando estaban despiertos, a través del lenguaje de señas.
Sin embargo, una mirada más de cerca a los sueños multilingües revela un panorama más complejo.
Para empezar, en lugar de reproducir al azar fragmentos lingüísticos de nuestro día, nuestro cerebro parece mezclarlos con todo tipo de preocupaciones, recuerdos y problemas también del día.
Incluso puede crear diálogos completos en un idioma desconocido, de fantasía, o en uno en que los soñadores conocen en la vida real, pero que no hablan (en mis sueños, a veces tengo conversaciones animadas en japonés, un idioma que he estudiado, pero no pudo dominar en la vida real).
Muchos de nosotros parecemos categorizar los lenguajes de nuestros sueños de cierta manera, por persona, ubicación o etapa de la vida.
Por ejemplo, las personas en el sueño pueden hablar los idiomas que hablarían en la vida real, mientras que los sueños sobre el hogar de la infancia tienden a estar en el idioma de la niñez, aunque la idea de patrones comunes debe abordarse con cautela ya que solo ha habido unos pocos pequeños estudios sobre sueños multilingües.
Además, los idiomas de los sueños pueden estar superpuestos con cuestiones de cultura e identidad, como en el caso de una mujer tailandesa-estadounidense que soñó con comprar un vestido para su difunta hermana y debatir la elección con sus sobrinas en tailandés e inglés.
También hay sueños de ansiedad lingüística, en los que el hablante lucha por hacerse entender en un idioma extranjero, tiene que tomar un tren o un avión desde un contexto lingüístico a otro, o busca palabras en un diccionario.
Una participante polaca del estudio contó que había soñado con una palabra en inglés que no podía descifrar, “haphazard” (aleatorio), y que cuando se despertó, la buscó.
Un participante croata soñó con intentar infructuosamente comunicarse con un extraño en italiano, alemán e inglés antes de darse cuenta de que ambos hablaban polaco y se rieron aliviados.
Los estudiosos del sueño dicen que la mecánica exacta y la función de tales sueños son bastante difíciles de establecer, en parte porque los sueños generalmente siguen siendo un fenómeno bastante misterioso.
Sin embargo, lo que se entiende mucho mejor es cómo y por qué nuestro cerebro procesa los idiomas e incluso aprende nuevas palabras mientras dormimos. Esto arroja al menos algo de luz sobre el rompecabezas de los sueños multilingües.
Para entender el vínculo entre el sueño y el lenguaje, comencemos con un solo idioma: el propio.
Puedes pensar que dominas tu idioma nativo desde hace mucho tiempo, pero en realidad lo estás actualizando constantemente.
Incluso los adultos siguen aprendiendo una palabra nueva cada dos días en su lengua materna.
“Obviamente, cuando somos niños aprendemos muchas palabras nuevas, especialmente durante los primeros diez años. Pero hacemos esto todo el tiempo, simplemente no nos damos cuenta”, dice Gareth Gaskell, profesor de psicología que dirige el laboratorio de sueño, lenguaje y memoria de la Universidad de York.
Cuando aprendemos una palabra nueva, actualizamos continuamente nuestro conocimiento sobre esa palabra hasta que la comprendemos firmemente, dice Gaskell.
Para quienes somos anglohablantes, da el ejemplo de “breakfast” (desayuno), una palabra que la mayoría de nosotros usamos con confianza. Pero cuando aparece otra palabra que suena similar, puede renovar nuestra incertidumbre en torno a esa palabra existente.
“En algún momento de los últimos cinco años, aprendiste la palabra ‘Brexit’ (refiriéndose al voto del Reino Unido para abandonar la Unión Europea), y esa es una fuerte competidora de ‘breakfast'”, dice.
Cuando la nueva palabra “Brexit” compitió con la palabra existente “breakfast” en la mente de las personas, se produjeron confusiones.
Una plétora de presentadores de noticias y políticos propusieron frases como “Brexit means breakfast” (Brexit significa desayuno) y “seguir adelante con un desayuno duro” (por “hard brexit”).
Para usar la nueva palabra de manera adecuada y distinguirla de palabras que suenan parecido, debemos vincularla con nuestro conocimiento existente, dice Gaskell: “Y para hacer eso, debes dormir un poco”.
Es durante el sueño que ocurre esta integración de conocimientos antiguos y nuevos.
Durante el día, nuestro hipocampo, que se especializa en absorber información rápidamente, integra nuevas palabras.
Por la noche, pasa la nueva información a otras partes del cerebro, donde se puede almacenar y conectar con otra información relevante.
Esto nos ayuda a elegir la palabra correcta en cualquier situación dada y suprimir las palabras que compiten entre sí.
Ese proceso es esencialmente el mismo independientemente de si la palabra está en un primer o segundo idioma, según Gaskell.
En el caso de las personas multilingües, las palabras extranjeras también se almacenan dentro de ese enorme inventario mental, y se eligen o suprimen de manera similar.
“Puedes imaginar que tienes algún tipo de etiqueta en tus recuerdos”, dice Gaskell. “Entonces, si tienes tu léxico mental para alemán e inglés, cada una de las palabras que conoces será etiquetada para el idioma, y suprimes la mitad de esas palabras y te enfocas en la otra mitad cuando estás hablando”.
¿Era eso lo que estaba haciendo con mi sueño en una suite de hotel llena de personas que hablaban inglés y alemán, revisando mi almacén de idiomas y agregando etiquetas que tuvieran un significado?
Sería una buena explicación, pero desafortunadamente, el proceso de integración y consolidación ocurre durante una fase conocida como sueño profundo o sueño de ondas lentas.
Esta fase se caracteriza por ondas cerebrales lentas. Los sueños complejos como el sueño de mi hotel tienden a ocurrir durante una fase diferente, conocida como la fase de movimiento ocular rápido (REM).
“Algunas personas argumentan que el sueño REM tiene un papel que desempeñar en todo este proceso de consolidación, y que su papel es arreglar las cosas y tal vez suavizar las asperezas”, dice Gaskell.
Refiriéndose a mi sueño, en el que me escapé de la fiesta en un momento dado para iniciar una reunión virtual con mis colegas de la BBC, dice:
“Esa es una situación realmente clásica, en la que algunos de tus recuerdos recientes están vinculados a conocimientos de mucho más largo plazo.
Encaja muy bien con esa idea (de los sueños que ayudan a consolidar los recuerdos). Pero en este momento es bastante hipotético”.
Lo que sí sabemos es que además de procesar la información diurna, nuestro cerebro también puede aprender nuevas palabras mientras duerme.
Marc Züst es líder de un grupo de investigación en el Hospital Universitario de Psiquiatría y Psicoterapia de la Vejez en Berna, Suiza, que se especializa en la neurociencia del envejecimiento, el sueño y la memoria.
Junto a sus colaboradores crearon pseudopalabras, como “tofer”, y emparejaron cada una con una palabra alemana como “Baum” (árbol), cambiando el significado entre los participantes para asegurarse de que el emparejamiento fuera aleatorio y libre de asociaciones de sonido accidentales.
Luego, cuando los participantes dormían, pusieron a sonar los pares de palabras.
A la mañana siguiente, les preguntaron si un “tofer” cabría en una caja de zapatos.
Esta pregunta indirecta reconoció una limitación conocida de aprender cualquier información nueva cuando estamos dormidos: generalmente no podemos usar esa información de manera consciente y explícita cuando estamos despiertos.
“No pudieron reproducir conscientemente ese conocimiento y decir: ‘tofer significa claramente árbol'”, dice Züst sobre los participantes.
“Tenían más una intuición de si se trataba de un objeto grande o pequeño”. Alrededor del 60% respondió correctamente que “tofer” no cabría en una caja de zapatos.
Ambas palabras, “tofer” y la palabra alemana, debían reproducirse durante el sueño de ondas lentas y, específicamente, durante un pico de ondas cerebrales lentas.
Cuando los investigadores perdieron el pico, no se aprendió el emparejamiento.
Matthieu Koroma, investigador postdoctoral de la Universidad de Lieja en Bélgica, que se especializa en el sueño y la cognición, es coautor de una serie de estudios que se suman a esta imagen matizada de cómo y cuándo nos relacionamos con el lenguaje mientras dormimos.
“Básicamente, el mensaje es que puedes aprender (palabras en otros) idiomas mientras duermes, incluso nuevos idiomas que nunca antes habías escuchado, pero lo haces de una manera muy diferente a cuando estás despierto”, dice.
Primero, él y su equipo descubrieron que cuando estamos dormidos, aún podemos distinguir el lenguaje falso del real.
En un estudio, a los participantes, mientras dormían, se les reprodujo simultáneamente dos grabaciones: en un oído escucharon su idioma nativo y, en el otro, una pseudo-habla sin sentido.
Al mismo tiempo, los investigadores registraron su actividad cerebral mediante electroencefalografía (EEG), cuyos resultados mostraron que los cerebros de los participantes dormidos se concentraron en el discurso real, pero no en el falso.
Sin embargo, durante la fase REM de sueño intenso, los participantes tendieron a bloquearlo.
Koroma sugiere que esto podría deberse a que el cerebro se estaba enfocando en los procesos internos:
“Cuando estamos profundamente inmersos en los sueños, nos desconectamos de las cosas que pueden perturbar nuestros sueños“.
En otro estudio realizado por el equipo, a los participantes se les reprodujeron palabras japonesas mientras dormían, junto con sonidos que insinuaban su significado.
Por ejemplo, la palabra “inu” (perro) se tocaba junto con un ladrido, y la palabra “kane” (campana) se tocaba junto con el sonido de campanas.
Se pusieron a sonar diferentes palabras durante dos fases diferentes del sueño: el sueño ligero y la fase REM de sueño intenso. Una vez más, los investigadores registraron la actividad cerebral de los participantes mediante EEG.
Cuando estaban despiertos, los participantes pudieron asociar correctamente las palabras escuchadas durante la fase de sueño ligero con imágenes relevantes, con un resultado mejor que el que daría el azar: emparejaron “inu” con la imagen de un perro, por ejemplo.
Sin embargo, cuando se trataba de las palabras que escucharon durante la fase REM, el resultado no fue diferente al azar.
“Cada vez que investigamos el sueño REM, la fase en la que tenemos la actividad de sueño más intensa, no pudimos encontrar evidencia sólida de que hubo aprendizaje”, dice Koroma.
Agrega que esto no significa que no podamos aprender durante esa fase, solo que se necesita más investigación para comprender si es posible.
¿Todo esto significa que podemos aprender japonés sin esfuerzo mientras dormimos, siempre y cuando reproduzcamos una clase de idioma toda la noche para asegurarnos de captar la fase de sueño correcta?
No necesariamente. De hecho, podría ser contraproducente perturbar tu descanso, dice Koroma.
También señala que en el estudio, los participantes aprendieron las palabras mucho más rápido cuando estaban despiertos que cuando estaban dormidos: “Es mucho más eficiente cuando estás despierto”.
Además, las usaron con más confianza, porque las habían aprendido conscientemente.
“Estar despierto es bueno para aprender, y dormir es más para repetir, no para adquirir nuevos idiomas“, indica Koroma.
“Es un proceso interactivo, es complementario, lo que significa que aprendes durante el día y durante el sueño clasificas esta información, consolidas algunos de tus recuerdos y tratas de ponerlos en nuevos contextos”.
¿Hay otras formas en que podemos usar el sueño para aprender idiomas?
“Probablemente, la mejor manera de hacerlo es aprender un nuevo idioma antes de ir a dormir y luego oír algunas de las palabras que acabas de escuchar mientras duermes”, señala el experto.
“Aquí, los resultados son principalmente que si se oyen lo suficientemente bajo, aumentará tus habilidades de aprendizaje. Pero si los oyes demasiado alto, en realidad disminuirá tu capacidad de aprendizaje. Por lo tanto, hay algunos ajustes”.
Züst, de la Universidad de Berna, recomienda estudiar nuevas palabras durante el día, pero por la noche para “concentrarse en dormir lo suficiente. Entonces el cerebro hará lo que tiene que hacer”.
Cuando se trata del papel potencial de los sueños multilingües en este proceso de aprendizaje nocturno, los investigadores son cautelosos.
“Es muy, muy difícil determinar cómo los sueños multilingües podrían encajar en esto”, dice Züst.
Eso se debe en parte a que el propósito cognitivo más amplio de los sueños aún no está claro.
Una idea, según Züst, es que son más un subproducto “del cerebro estando activo y clasificando rastros de la memoria”.
Eso no significa que los sueños no tengan ninguna relación con el proceso de aprendizaje de un idioma, solo que quizás sean una consecuencia, en lugar del evento principal.
“Es muy posible que durante los sueños multilingües, el cerebro esté tratando de conectar esos dos idiomas”, dice Züst.
Pero la naturaleza caótica e individual de los sueños y los lenguajes naturales hace que sea difícil decir algo más definitivo.
Koroma señala que el sueño REM está asociado con la resolución de problemas y la regulación emocional.
De manera similar, los sueños pueden permitirnos probar nuevas palabras o frases en diferentes escenarios, señala el especialista, o explorar emociones en torno a los idiomas que hablamos.
Danuta Gabryś-Barker, profesora de psicolingüística en la Universidad de Silesia en Polonia, llega a una conclusión similar en un análisis de los sueños de personas multilingües, sugiriendo que tales sueños pueden expresar “temores y deseos” en torno al aprendizaje de un idioma extranjero, incluido el anhelo de ser un hablante nativo.
Esa idea encajaría muy bien con los estudios que muestran que luchar con palabras o tareas en nuestros sueños puede ayudar con los juegos de palabras creativos y la resolución de problemas cuando estamos despiertos, así como con el procesamiento emocional.
Pero como enfatizan Koroma y los demás expertos, es una posibilidad, no un hecho probado.
Mis sueños multilingües siguen siendo un misterio, al menos en términos de su función práctica.
Pero comprender las acrobacias nocturnas de mi cerebro ciertamente me ha dejado asombrada por el esfuerzo oculto que se necesita para aprender incluso una sola palabra.
Y aprendí una nueva palabra extranjera mientras escribía este artículo, aunque no mientras soñaba.
Es francesa: “hipnopédie”, que define el acto de aprender mientras duermes. La aprendí de Koroma, el investigador en Bélgica, quien la usa en uno de sus artículos.
Han pasado varias noches desde que la encontré por primera vez. Me pregunto qué etiquetas y conexiones le ha atribuido mi cerebro nocturno: francés, Bélgica, sueño y fecha límite para entregar el artículo, ¿quizás? Eso, de hecho, podría ser el comienzo de un sueño interesante.
*Sophie Hardach es la autora de “Languages Are Good For Us“, un libro sobre formas extrañas y maravillosas en las que los humanos han usado los idiomas a lo largo de la historia.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en BBC Future