Lo impensable se convierte en realidad.
Una empresa de aviación desarrolló un tipo de combustible elaborado enteramente a partir de aguas residuales humanas.
Los responsables son químicos de un laboratorio de Gloucestershire, Reino Unido, y lograron transformar los desechos corporales en queroseno.
“Queríamos encontrar una materia prima de bajo costo que fuera abundante. Y, por supuesto, la caca es abundante”, sostuvo James Hygate, director ejecutivo de Firefly Green Fuels.
Una serie de pruebas independientes realizadas por reguladores de aviación internacionales encontraron que era casi idéntico al combustible fósil estándar para aviones.
El equipo de Firefly trabajó con la Universidad de Cranfield para examinar el impacto del carbono en el ciclo de vida del combustible. Concluyó que el combustible de Firefly tiene una huella de carbono un 90% menor que la del combustible estándar para aviones.
Hygate, quien desde hace 20 años trabaja desde Gloucestershire para crear combustibles bajos en carbono, comentó que aunque el nuevo invento es químicamente similar al queroseno de origen fósil, “no tiene carbono fósil, es un combustible libre de fósiles”.
“Por supuesto que se utilizaría energía (en la producción), pero cuando se analiza el ciclo de vida del combustible, un ahorro del 90% es alucinante, así que sí, tenemos que utilizar energía, pero es mucho menor en comparación con la producción de combustibles fósiles. “, añadió.
La aviación aporta alrededor del 2% de las emisiones globales de carbono, lo que contribuye al cambio climático.
Es una fracción pequeña, pero va en aumento. Y eliminar las emisiones de carbono de los vuelos es uno de los desafíos más difíciles.
En la actualidad se trabaja para desarrollar aviones eléctricos.
Además, una empresa en Cotswolds, también en Reino Unido, promete vuelos propulsados por hidrógeno eléctrico para una docena de pasajeros en 2026.
Pero pasarán años, tal vez décadas, antes de que los viajes aéreos masivos sean impulsados por una tecnología completamente nueva.
Por eso, encontrar formas nuevas y más ecológicas de producir queroseno sin utilizar combustibles fósiles es ahora mismo una “fiebre del oro mundial”.
En una pequeña granja en Gloucestershire, Hygate comenzó a convertir el aceite de colza en biodiesel para automóviles y camiones hace 20 años.
Su empresa, Green Fuels, ahora vende equipos para convertir aceite de cocina en biodiesel y tiene clientes en todo el mundo.
Luego inició la búsqueda de formas de producir combustible verde para aviones. Probó con aceites usados, restos de comida e incluso restos agrícolas.
Más adelante, con desechos humanos. Y para ello se asoció con Sergio Lima, un químico del Imperial College de Londres. Juntos desarrollaron un proceso que transforma las heces en electricidad.
Para ello, en primer lugar, deben crear lo que ellos llaman “biocrudo”.
Parece aceite: espeso, negro, pegajoso. Pero lo más importante es que se comporta químicamente como el petróleo crudo.
“Lo que estamos produciendo aquí es un combustible con emisiones netas cero”, señala Lima, que también es director de investigación de Firefly Green Fuels.
Cuando Lima vio los resultados por primera vez, quedó maravillado.
“Esto es muy emocionante porque se produjo a partir de una materia prima sostenible, a la que todos contribuimos”.
En su laboratorio, el científico tiene una versión en miniatura de las enormes columnas de destilación fraccionada que se elevan sobre las refinerías de petróleo.
El suyo hace lo mismo. El líquido se calienta y luego los gases se destilan a temperaturas precisas para obtener el “corte” adecuado para los diferentes combustibles.
Gota a gota, un nuevo líquido transparente se deposita en los tubos recolectores.
“Éste es nuestro biocombustible”, afirma con una sonrisa.
“Ver el combustible final es algo asombroso”.
El bioqueroseno se está probando de forma independiente en el Instituto de Tecnología de Combustión DLR del Centro Aeroespacial Alemán, en colaboración con la Universidad Estatal de Washington.
El SAF (Combustibles de Aviación Sostenibles, por sus siglas en inglés) de Reino Unido, con sede en la Universidad de Sheffield, también llevará a cabo más pruebas en el futuro.
Los primeros resultados confirman que el combustible tiene una composición química casi idéntica a la del combustible fósil para aviones A1.
Por su parte, el Departamento de Transporte de Reino Unido concedió al equipo una subvención de investigación de más de US$2 millones.
Este grupo de científicos puede hacer queroseno en un tubo de ensayo de un laboratorio. Pero eso está muy lejos de reemplazar al combustible en los aeropuertos del mundo.
Hygate hizo sus cuentas. Cada ser humano, calcula, produce suficientes aguas residuales en un año para producir de 4 a 5 litros de biocombustible para aviones.
Para volar un avión de pasajeros de Londres a Nueva York se necesitarían las aguas residuales de 10.000 personas al año.
Y otras 10.000 por regresar.
Dicho de otra manera, el suministro total de aguas residuales de Reino Unido cubriría alrededor del 5% de la demanda total de combustible de aviación del país.
Puede parecer poco, pero insiste: “Es emocionante”.
El combustible elaborado a partir de aceites usados, aceites de maíz u otras fuentes no fósiles se denomina combustible de aviación sostenible.
Emite la misma cantidad de dióxido de carbono en los aviones, pero como las plantas que originalmente se usaron para el combustible capturaban CO2 mientras crecían, los expertos consideran que esto representa una reducción del 80-90% en las emisiones de carbono de los combustibles fósiles.
Los defensores del medio ambiente insisten en que la gente simplemente debe volar menos y utilizar las cosechas para la producción de alimentos o energía, no combustible para aviones.
Los medioambientalistas son partidarios del combustible procedente de aguas residuales porque “los desechos humanos son quizás la única forma de basura que la sociedad realmente no puede evitar producir“, como expresó Cait Hewitt, directora de políticas de la Aviation Environment Federation.
Hoy en día solo el 0,1% del combustible de aviación es “sostenible”. Ante esta realidad, el objetivo del 5% de Hygate parece una meta significativa.
Además, usa una materia prima que nadie más quiere, pero que es universal.
“Aunque se desarrolló en el suroeste de Reino Unido”, afirma, “es una oportunidad global”.
“Las oportunidades en ciudades muy pobladas son enormes. La cantidad de combustible que podemos crear es enorme”.