Se están usando en pacientes de covid-19 de alto riesgo en Reino Unido a través de un esquema dirigido por un médico.
Por qué los niveles de oxígeno en la sangre pueden descender a niveles peligrosamente bajos, sin que el paciente se dé cuenta, es uno de los misterios del covid-19
Se conoce como “hipoxia silenciosa”.
Su efecto hace que los pacientes lleguen al hospital en peor estado de lo que se pensaba. En algunos casos, demasiado tarde para recibir un tratamiento eficaz.
Pero una solución que puede ser un verdadero salvavidas es el oxímetro de pulso, un pequeño dispositivo que permite a los pacientes monitorear sus niveles de oxígeno en casa.
Y cuesta alrededor de US$20.
Se están usando en pacientes de covid-19 de alto riesgo en Reino Unido a través de un esquema dirigido por un médico que cree que todos deberían considerar comprar uno en esta pandemia.
Un nivel normal de oxígeno en la sangre se ubica entre 95% y 100%.
“Hemos estado recibiendo pacientes con covid con niveles de oxígeno en los 70 o 80”, dijo a la BBC el doctor Matt Inada-Kim, consultor de medicina aguda en los hospitales Hampshire del servicio de salud pública británico.
“Fue algo realmente asombroso y aterrador, y realmente nos hizo repensar lo que estábamos haciendo”.
Un oxímetro de pulso se pone en el dedo medio y emite una luz. Su función es medir cuánta luz se absorbe para calcular los niveles de oxígeno en la sangre.
En Inglaterra se proporcionan a personas con covid que tienen más de 65 años, así como a otros más jóvenes con algún problema de salud, o a cualquier persona que preocupe a los médicos.
Las personas miden y registran sus niveles de oxígeno tres veces al día. Si los niveles caen al 93%, entonces hay que comunicarse con el médico o ir al servicio de emergencias. Si bajan del 92%, debe trasladarse a urgencias o pedir una ambulancia.
Algunos estudios, que aún requieren una segunda revisión de otros científicos, han demostrado que incluso pequeñas caídas por debajo del 95% están relacionadas con un mayor riesgo de muerte.
“El objetivo de toda esta estrategia es tratar de anticiparse para evitar que las personas se enfermen mucho, admitiendo a los pacientes en un punto más recuperable de su enfermedad”, dice Inada-Kim.
Chris Harris, un británico de 70 años, fue uno de los primeros pacientes en beneficiarse de esta estrategia.
Estaba siendo tratado por una infección urinaria en noviembre del año pasado, pero luego, cuando desarrolló síntomas similares a los de una gripe, su médico de cabecera lo envió para una prueba de covid-19. Dio positivo.
“No me importa admitir que estaba llorando, fue un momento muy estresante y aterrador”, dijo a la BBC.
Sus niveles de oxígeno cayeron un par de puntos porcentuales por debajo de lo normal, por lo que después de hablar con su médico de cabecera acudió a un hospital.
En este punto todavía se sentía bien, pero las cosas cambiaron al día siguiente de ser ingresado.
“Mi respiración comenzó a dificultarse un poco, tenía fiebre a medida que pasaban los días, [mis niveles de oxígeno] estaban bajando progresivamente, estaban en el rango de los 80“, dijo.
Harris no necesitó cuidados intensivos y se ha recuperado por completo.
“Es probable que hubiera ido [al hospital] como último recurso y eso es lo aterrador. Fue el medidor de oxígeno lo que me obligó a ir, simplemente me habría quedado sentado pensando en que me recuperaría. Soy muy afortunado y estoy muy, muy agradecido”.
Su doctora, Caroline O’Keefe, dice que ha visto un aumento masivo en la cantidad de personas que están siendo monitoreadas.
“En Navidad estábamos monitoreando a 44 pacientes, hoy tengo 160 que estoy vigilando diariamente. Así que ciertamente estamos ocupados. Hemos tenido que cuadriplicar el tamaño de nuestro equipo en las últimas dos semanas”, explica.
Los servicios públicos de salud de Inglaterra han suministrado alrededor de 300 mil oxímetros de pulso para el esquema de monitoreo domiciliario.
Inada-Kim dice que no hay pruebas definitivas de que el dispositivo salve vidas y podría tomar hasta abril para saberlo con certeza. Sin embargo, las primeras señales son todas positivas.
“Lo que creemos que podemos ver son las primeras semillas de una reducción en la duración de la estadía después de un ingreso hospitalario, una mejora en la supervivencia y una reducción en las presiones sobre los servicios de emergencia”, dijo.