Los inicios se remontan a los años 60, cuando feministas del ámbito de la arquitectura, el urbanismo y la geografía comenzaron a demostrar que el urbanismo no es neutro y que es necesario incluir en él a las mujeres.
¿Qué mujer no ha sentido miedo volviendo a casa por la noche por una calle mal iluminada o ha evitado pasar por un parque vacío? Desarrollar ciudades seguras gana cada vez más peso después de que durante décadas las ciudades fueran diseñadas por y para los hombres.
Las ciudades se construyeron pensando en los hombres debido a la división sociosexual del trabajo, asignándoles a los varones las tareas productivas y a las mujeres las reproductivas.
Como respuesta a esta práctica, surgió el urbanismo feminista, que busca incluir a las mujeres y protegerlas en su día a día.
Pero va más allá de evitar la escasa iluminación, aumentar la vigilancia o mejorar el mantenimiento: busca invertir en estructuras urbanas que sean inclusivas para crear así espacios en los que las personas pasen tiempo generando de esta manera una seguridad pasiva. Cuanta más gente haya en un lugar, más seguro se volverá.
La cuestión es que todo el mundo se sienta cómodo en el espacio urbano, en cualquier lugar y a cualquier hora. Esta aspiración es lo que sociólogos denominan la “democratización del espacio urbano”.
La capital de Austria, Viena, lleva décadas aplicándolo, pero cada vez son más las ciudades que se suman a este movimiento.
“El urbanismo feminista lo que viene a buscar es la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Se trata de reducir toda discriminación que exista todavía en la práctica”, le explica a BBC Mundo la arquitecta española Alexandra Delgado del estudio AD arquitectura urbana.
“Un urbanismo feminista en el fondo es un urbanismo que nos beneficia a todos, porque nos da un mejor espacio público, más igualdad de oportunidades, mejor acceso a equipamientos, mejor transporte público… es un urbanismo de la oportunidad”, agrega.
Los inicios se remontan a los años 60, cuando feministas del ámbito de la arquitectura, el urbanismo y la geografía comenzaron a demostrar que el urbanismo no es neutro y que es necesario incluir en él a las mujeres.
Esta perspectiva aporta una visión amplia de las personas al plantear que las mujeres y los hombres viven y experimentan el espacio de maneras diferentes. Esta visión ha cobrado fuerza debido al incremento de población de las ciudades.
Hoy, poco más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, según datos de la ONU. Además, se prevé que, para 2050, ese número aumente a 68 %. Mientras, para 2030, se espera que el mundo tenga 43 megaciudades de más de 10 millones de personas, la mayoría de ellas en el hemisferio sur.
“Cuando las mujeres y las niñas no pueden caminar tranquilas por las calles de la ciudad, vender y comprar en los mercados, desplazarse en el transporte público o simplemente usar aseos comunitarios, esto tiene un impacto tremendo en sus vidas. Tanto la amenaza como la experiencia de la violencia afectan su acceso a las actividades sociales, la educación, el empleo y las oportunidades de liderazgo”, explica la ONU Mujeres en el marco de la iniciativa internacional de “Ciudades seguras y espacios públicos seguros”.
Desde 2011, esta Iniciativa mundial proporciona apoyo a gobiernos, organizaciones de derechos de las mujeres, organizaciones no gubernamentales (ONG), el sector privado y otros asociados con el objetivo de crear espacios públicos seguros con y para las mujeres y las niñas en entornos urbanos, rurales y de otro tipo.
“Se trata de tener espacio público iluminado, cuidado, con zonas verdes, con equipamientos. Estas cosas son las que dan seguridad diaria”, explica Delgado sobre el programa de la ONU que promueve, entre otras cosas, inversión en la seguridad de los espacios públicos.
En España la ley para la igualdad efectiva de hombres y mujeres recoge un punto específico de urbanismo.
En la práctica esto significa que cualquier proyecto que se presente en el ámbito del desarrollo urbano debe incluir obligatoriamente una memoria de impacto de género en la que se explique siempre la seguridad peatonal y la seguridad de los espacios diurnos y nocturnos. Esto se traduce en una mayor iluminación de las calles, ausencia de zonas oscuras o parques sin vegetación que pueda hacer de barrera como un gran número de árboles frondosos.
“Esto es tan importante que ha habido planes urbanísticos que se han anulado por no tenerla”, explica la arquitecta española. “Si no se incluye, por ejemplo, una buena iluminación los proyectos no pasan las evaluaciones de memoria de impacto de género”.
“Normalmente se traduce en una mejora del espacio público, la iluminación del mismo, el acceso al transporte… Hay algunas cuestiones, sobre todo, en el espacio público, en el que el plan presentado debe decir por qué no causa desigualdad en las mujeres, por su diseño”, indica. “Es un urbanismo que no perjudica a nadie, sino que nos beneficia a todos”, afirma Delgado.
En opinión de la arquitecta española, si bien no se lleva aplicando tanto tiempo como para decir que haya mejorado la seguridad de las mujeres en las ciudades, “sí que por lo menos ha visibilizado unas problemáticas en las que antes ni siquiera pensabas”.
“Solamente el hecho de poner sobre la mesa y cuestionar: ¿estás pensando en la seguridad en el espacio público? ¿Estás pensando en la seguridad por la noche? Es algo positivo. En este sentido sí que se va en la buena dirección”, agrega.
A principios de la década de 1990 Viena desarrolló el que es el mayor proyecto de vivienda en Europa hasta la fecha construido por y para mujeres.
“La facilitación de las tareas domésticas y familiares, el fomento de la vecindad y un entorno vital en el que los residentes también puedan caminar con seguridad fueron los objetivos centrales del proyecto modelo Frauen-Werk-Stadt I”, explican a BBC Mundo desde la Oficina de Urbanismo de Viena.
El proyecto de 357 viviendas liderado por la arquitecta Franziska Ullmann tenía el objetivo también de promover la participación de las mujeres profesionales en el desarrollo urbano y especialmente en el diseño de la expansión urbana.
Terminado en 1997, este diseño se convirtió en toda una referencia para los estudios de arquitectura de todo el mundo.
“Es muy interesante como referencia por cuestiones prácticas como, por ejemplo, como que haya vínculos visuales interior-exterior, entre el apartamento, el hueco de la escalera, el patio, el jardín, las plazas, las calles. Eso al final es la vigilancia pasiva”, indica Delgado.
Esta ciudad de mujeres también cuenta con una planta baja abierta y los garajes tienen una estructura abierta con iluminación natural, debajo de los apartamentos, con acceso directo desde las escaleras para mejorar la seguridad.
En América Latina, la violencia contra las mujeres y las niñas marca el día a día de la vida de numerosas ciudades. Según datos de la ONU, en México 7 de cada 10 mujeres enfrentaron algún tipo de violencia en 2020.
De acuerdo con la Encuesta Origen Destino en Hogares de la Zona Metropolitana del Valle de México (EOD-HOGARES) de 2017, el 61,4 % de los trayectos que se hacen caminando en la Ciudad de México son llevados a cabo por mujeres para realizar actividades de cuidado, principalmente.
No obstante, en 2018, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) dio a conocer que tan solo 14,3 % de las mujeres mayores de 18 años reportaba sentirse segura en la calle, mientras que 17.799 mujeres por cada 100.000 habitantes había sido víctima de robo o asalto en la calle o en el transporte público.
Entre las medidas implementadas para luchar contra esto en lugares como Ciudad de México destaca el programa “Senderos Seguros: Camina libre, camina segura”, creado en 2019 para mejorar las zonas con mayor incidencia delictiva contra las mujeres, fomentar el disfrute del espacio público y prevenir la incidencia delictiva.
Esta acción implica un incremento del alumbrado público con tecnología LED, limpieza y rehabilitación de áreas verdes, instalación de tótems con cámaras de videovigilancia y botones de auxilio conectados con las autoridades.
“El programa propone diseño universal con perspectiva feminista para crear rutas seguras utilizando elementos amortiguadores de violencia e integrados a una imagen urbana que incremente la percepción de seguridad”, le explican a BBC Mundo desde la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de México, responsable del programa.
De 2019 a la fecha se han intervenido 510 kilómetros de senderos seguros y para el cierre de 2022 se planea llegar a los 710 kilómetros. Asimismo, actualmente se cuentan con más de 65.000 cámaras de video vigilancia y 11 mil botones de auxilio.
Según datos de las autoridades mexicanas, los delitos contra las mujeres en el espacio público han disminuido en un 28,8% en los lugares que han sido intervenidos como Senderos Seguros desde 2019.
“Pensar en las mujeres a la hora de diseñar las ciudades es algo que ayuda. Esa es una de las razones por las que se lanzaron los senderos seguros, para que esas zonas donde las mujeres no podían transitar o sentían peligro fueran rehabilitadas para que las mujeres pudieran pasar por ahí”, explican, por su parte, desde la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México.
Sin embargo, si bien los expertos apuntan que se va por el buen camino, aún queda mucho por hacer en la lucha contra la violencia contra las mujeres en las ciudades.
“El concepto de arquitectura de género en México y todos los conceptos relacionados son superficiales, son maquillaje. Sin duda sirven, el maquillaje siempre sirve, pero tapa solo huecos, no arregla el problema”, indica a BBC Mundo la arquitecta mexicana Tatiana Bilbao.
“Estas medidas son superficiales por muchas razones. La primera es porque realmente no hay una política de defensa de los derechos de las mujeres en profundidad. Lo que no se protege en México es la vida de las mujeres. En México matan a muchas mujeres”, critica.
“Por eso por más que se haya pensado en iluminación de calles, espacios abiertos y demás medidas no es suficiente. A las mujeres las matan en la calle a plena luz. Por eso creo que las acciones que se están haciendo de ese tipo son superficiales”, agrega.
No obstante, Bilbao reconoce que todo ayuda. En su opinión hay estrategias de urbanismo que funcionan mejor como crear espacios donde se socialicen las labores de cuidado.
“Los callejones existen, pero si empiezas de cero hay que pensar en cómo hacer espacios que socialmente puedan ser mucho más seguros, porque tienen gente, porque están abiertos… que ponerle luz a un callejón oscuro. Pero bueno, si existen callejones oscuros hay que hacer algo contra ellos, sin duda. Creo que va en paralelo todo”.