Muchos las usamos rutinaria y automáticamente, virtualmente cada hora (o minuto, en algunos casos) que estamos despiertos y en todo los ámbitos y entornos para cumplir las funciones de nuestro diario quehacer.
Son las pantallas táctiles. Están presentes en todas partes de nuestros hogares a toda hora: desde que nos despertamos para apagar con el toque de un dedo el despertador, en la cocina para encender la estufa o el microondas, en la sala con el televisor, computadora, libro electrónico o eternamente en la palma de nuestras manos con el ubicuo teléfono inteligente.
Aun fuera de la casa, las pantallas táctiles están siendo utilizadas cada vez más en tiendas y negocios para compras y servicios, como en los cajeros automáticos de los bancos o en los menús electrónicos de los restaurantes de comida rápida, para pagar en el supermercado, operar maquinaria y hasta para votar en elecciones.
Las pantallas táctiles definitivamente revolucionaron el mundo de las computadoras y todas las otras tecnologías relacionadas. Literalmente tenemos el mundo en la punta de los dedos pero, ¿te has preguntado cómo funciona esa tecnología, cómo se fue desarrollando, quién se la inventó?
En enero de 2007, muchos en el mundo esperaban ansiosos el lanzamiento de un nuevo teléfono que no tenía botones convencionales sino una pantalla plana en la que el usuario podía deslizar sus dedos para configurar y operar el aparato.
Se trataba del primer modelo de iPhone, de la empresa Apple, que causó sensación entre los expertos y, especialmente, entre los consumidores casi hipnotizados por el movimiento de íconos y las funciones que se podían lograr con sólo tocar la pantalla.
“Todos nosotros nacimos con el mejor artefacto para señalar -nuestros dedos- y iPhone los usa para crear la interface con el usuario más revolucionaria desde el mouse”, declaró en ese entonces Steve Jobs, fundador y director ejecutivo de Apple.
La empresa electrónica había patentado la tecnología en el dispositivo móvil de 11,6mm de espesor, llamándola “multitáctil”.
El impacto fue tal que hay quienes creen que Apple fue la inventora de la pantalla táctil, pero desde comienzos de los años 60 ya existían prototipos de imágenes en pantalla sensibles al tacto humano o un estilete.
En 1965, E.A. Johnson, del centro de investigación del Ministerio de Defensa de Reino Unido, Royal Radar Establishment, ya había descrito un “nuevo” dispositivo de entrada y salida de datos para computadoras.
Aunque la tableta, que se fabricó y patentó en 1969, sólo podía interpretar un toque a la vez, fue utilizada en las pantallas de control de tráfico aéreo hasta mediados de los años 90.
En un diagrama, E.A. Johnson explicó que su dispositivo funcionaba mediante un “toque de capacitancia”, que es básicamente el mismo tipo de pantalla táctil que usan muchos teléfonos inteligentes en la actualidad.
Una pantalla de capacitancia utiliza un aislador, como el vidrio, que está revestido de un conductor transparente, como óxido de indio y estaño. La parte “conductora” suele ser el dedo humano, que actúa muy bien como conductor eléctrico.
El sistema tuvo varias encarnaciones a lo largo de los años. Primero con pantallas de resistencia, en las que la presión sobre una capa externa actuaba sobre otra interna para cerrar un circuito que le indicaba a la computadora dónde se estaba tocando la pantalla.
En 1982, el programa de tecnología de la BBC “Tomorrow’s World” (El mundo del mañana) dio un avance de lo que sería una nueva manera en la que estaríamos interactuando con nuestras computadoras.
Al iniciar la demostración, el presentador dijo, con un gesto de anticipación, “Ahora, un poco de magia”, antes deslizar el dedo índice sobre la pantalla de un aparatoso monitor y escribir las letras Q, P y R.
Luego reveló el misterio señalando lo que parecía una fila de pequeñísimas bombillas en el borde vertical del monitor y otra fila en el borde horizontal. Eran fotodiodos que lanzaban rayos a receptores en los bordes opuestos, creando en frente de la pantalla una rejilla infrarroja invisible.
Al tocar la pantalla, el dedo actúaba como un interruptor de los rayos verticales y horizontales, dándole a la computadora las coordinadas precisas de la ubicación del dedo. Con un programa rudimentario, la máquina se podía usar para seleccionar opciones en un menú con el tacto.
Este sistema que permitía al usuario un acceso fácil a las computadoras sin la necesidad de usar un teclado se fue desarrollando hasta lo que tenemos hoy en día. Casi cualquier dispositivo tiene su propia superficie interactiva.
La nuevas generaciones que nacieron con esta tecnología firmemente arraigada en sus vidas diarias, están tan bien adaptadas a ella que posiblemente pierdan otras habilidades como la de escribir con lápiz y papel o hasta gesticular, que será muy importante en los desarrollos venideros.
Cuando los primeros iPhone salieron al mercado, hubo críticas de parte de personas con ciertas discapacidades físicas que se vieron excluidas por el diseño del teléfono.
Usuarios con visión limitada o ciegos, que dependen del tacto para interpretar las variaciones de textura y relieve que pueden ofrecer las teclas, no pueden usar una pantalla lisa.
El desarrollo del reconocimiento de voz puede haberse ocupado en parte de esa flaqueza de las pantallas táctiles.
Pero hay otros avances en la tecnología.
Hay dispositivos con reconocimiento facial, también otros que pueden interpretar gestos como órdenes y, si todavía se es dependiente del tacto, hay trucos para hacer que una pantalla lisa se sienta como si tuviera botones.
También está la realidad virtual, donde ni siquiera una pantalla física es necesaria, sólo la que esté proyectada en los anteojos para interactuar con los movimientos de los dedos en el aire.
A pesar de todas estas innovaciones, se cree que ninguna dominará por sí sola de la misma manera en que lo hicieron en su momento el teclado y el mouse. La ganadora, posiblemente, será una combinación de todas.