El reconocimiento facial se está haciendo popular en un creciente número de países del mundo y en algunos casos su adopción ha sido dramática.
Como resultado, los humanos estamos siendo constantemente observados por cámaras, ahora más que nunca, ya sea en tiendas, tomando el transporte público o en el trabajo.
El uso de esta tecnología puede parecer justificado, sobre todo cuando ayuda a la policía a rastrear delincuentes y a hacer la vida del ciudadano común más segura.
Pero, ¿cómo la observación constante afecta a aquellos ciudadanos que se supone que deben ser protegidos de la delincuencia?
Es fácil imaginar que una observación generalizada por cámara cambiará el comportamiento de las personas. A menudo, tales cambios representan una mejora.
Varias investigaciones han demostrado que las personas se vuelven más caritativas cuando están siendo observadas y se lavan las manos con más frecuencia para evitar la transmisión de enfermedades, por ejemplo.
Dado que esta serie de resultados positivos son para el beneficio de todos, parecería que una aumentación del monitoreo de los individuos es positiva para la sociedad en su conjunto, siempre y cuando las normas de privacidad se sigan de manera estricta.
De acuerdo con mis investigaciones, hay una consecuencia de ser observado que hasta ahora ha sido ignorada en el debate sobre el aumento de la videovigilancia.
Los coautores de este estudio y yo descubrimos, realizando varios experimentos, que la observación cambia no solo cómo las personas actúan, sino también cómo piensan.
Específicamente, descubrimos que cuando la gente sabe que está siendo observada, se ven a sí mismas a través de los ojos del observador (o mediante el lente de una cámara).
Al adoptar la perspectiva del observador además de la propia, las personas se perciben a sí mismas como si estuvieran bajo una lupa. Como resultado, sus acciones se sienten exageradas.
Por ejemplo, les pedimos a algunos voluntarios que comieran una porción de papas fritas frente a una cámara, mientras que otros comían lo mismo sin ser observados. Aquellos que habían sido grabados pensaron que habían comido porciones más grandes, pues sintieron su comportamiento como si hubieran estado bajo una lupa.
Tal hallazgo podría parecer una consecuencia inofensiva de un aumento de la observación, dados sus otros beneficios.
Pero igualmente se encontraron patrones de pensamiento más preocupantes cuando se observó a las personas por cámaras.
Le pedimos a otro grupo de voluntarios que completara un examen, en el cual inevitablemente dieron algunas respuestas incorrectas.
Aquellos voluntarios que habían sido observados durante la prueba pensaron que habían dado más respuestas incorrectas que los voluntarios no observados, aunque en realidad no hubo ninguna diferencia entre los dos grupos.
Por consiguiente, se cree que en el caso de los voluntarios que fueron observados, sus errores surgieron en sus mentes.
Lo mismo sucedió cuando encuestamos a jugadores de bádminton después de una serie de torneos. Aquellos jugadores cuyos equipos perdieron, pensaron que eran personalmente responsables de la derrota mientras más espectadores los vieron jugar.
Nuevamente, cualquier error durante el juego se hizo, o pareció, más grande cuando un jugador sintió que estaba siendo observado mientras jugaba para el equipo perdedor.
En otras palabras, ser observado cambió la manera en que las personas pensaban sobre cómo habían actuado en todos estos casos.
Todavía no sabemos los efectos de esta especie de lupa sobre los pensamientos y sentimientos de las personas a largo plazo, pero sentir de manera amplificada nuestros errores y fallas podría dañar nuestra confianza y autoestima.
Del mismo modo, pequeños obstáculos pueden parecer más graves bajo observación constante.
Alguien que disfruta saliendo de su casa en pijama para ir a comprar algo de comida rápida podría pensar que se trata de un episodio vergonzoso o asqueroso cuando se observa haciendo algo así.
A medida que la observación por cámara se vuelve cada vez más frecuente, los ciudadanos preocupados por su privacidad tienen la seguridad de que la mayoría de las grabaciones nunca serán revisadas y se borrarán después de un corto tiempo.
Sin embargo, apenas estamos comenzando a comprender algunas de las consecuencias psicológicas del aumento de la observación por cámara.
En realidad, sus efectos sobre el pensamiento y los sentimientos de las personas pueden ser duraderos, incluso mucho después de que la cinta de la cámara haya sido borrada.
*Janina Steinmetz es profesora titular de Marketing en la Cass Business School de la Universidad de Londres.
Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.