La ansiedad climática está aumentando, particularmente entre los jóvenes, que en su mayoría solo conocen un mundo afectado por el calentamiento global.
Para muchas personas, la realidad del cambio climático puede ser abrumadora.
Olas de calor sin precedentes, inundaciones devastadoras en Pakistán y sequía en África oriental.
Y eso fue solo este año.
No sorprende que la ansiedad climática esté aumentando, particularmente entre los jóvenes, que en su mayoría solo conocieron un mundo afectado por el cambio climático.
En el marco de la nueva cumbre del cambio climático de Naciones Unidas que se celebra estos días en Egipto (COP27), expertos y activistas le dijeron a la BBC que estos temores en realidad pueden ser buenas noticias para el planeta.
“Las personas que realmente son conscientes del cambio climático pueden estar más motivadas para tomar medidas“, dice la profesora Lorraine Whitmarsh, psicóloga ambiental de la Universidad de Bath.
Su investigación encontró un vínculo entre las preocupaciones climáticas y la adopción de medidas eficaces, incluida la reducción de la huella de carbono mediante la disminución de residuos o la compra de bienes de segunda mano.
Cuando las personas hablan de su propia ansiedad climática, a menudo dicen que está relacionada con la gran cantidad de noticias negativas, y a veces aterradoras, sobre el planeta.
“Creo que es difícil no preocuparse por el cambio climático. Estamos constantemente bombardeados por las noticias y las redes sociales sobre crisis tras crisis: las capas polares se derriten, desastres… todo puede ser abrumador”, explica Roisin, de 16 años, de Irlanda del Norte.
Roisin forma parte del consejo asesor de jóvenes de la organización Save the Children, que recientemente hizo una encuesta que reveló que el 70% de los menores en Reino Unido están preocupados por el mundo que están heredando.
Pero dice que también hay esperanza: “Siempre puedes ver a jóvenes activistas como Greta Thunberg y personas como David Attenborough tomando medidas al respecto”.
Roisin dice que se convirtió en vegetariana y solo compra mercadería localmente.
“Tomar medidas es mi única forma de lidiar con la ansiedad climática. Significa que sé que he hecho todo lo posible para resolver el problema”, asegura.
Algunos activistas, como Zahra Biabani, de 23 años, en California, dice que el enfoque generalizado de la catástrofe climática puede ser engañoso.
Cuando comenzó a publicar en línea sobre temas ambientales en la universidad, se dio cuenta de que había “una brecha entre la educación y la acción que estaba siendo llenada por el ‘doomism‘”, una actitud pesimista sobre el futuro.
“La educación climática puede debilitarse sin una forma de estímulo para actuar, especialmente cuando vemos lo que está pasando en el mundo y cómo va a empeorar”, explica.
Ahora comparte noticias “optimistas sobre el clima” y escribe boletines centrados en buenas noticias y soluciones.
“El optimismo climático no solo es bueno, es necesario para mantener nuestra acción y nuestra defensa. Necesitamos creer y tener algo por lo que valga la pena luchar”, añade.
Ella cree que existe una división generacional entre muchos jóvenes que quieren centrarse en cómo se podría salvar el planeta y la “comunidad de hombres blancos mayores” que se centra en cómo “el mundo va a terminar”.
“No quiero pensar que esto es malintencionado. Creo que también tienen mucha ansiedad, pero encuentran una forma muy diferente de usarlo”, sugiere.
La psicoterapeuta Caroline Hickman se especializa en ansiedad climática y ha tratado a un número significativo de jóvenes.
Ella detalla que es “totalmente normal” preocuparse por el estado del planeta, pero “hundirse en la desesperación no es la solución”.
Es importante distinguir entre la ansiedad clínica grave sobre el cambio climático, que es un problema de salud mental, y las preocupaciones o inquietudes.
La profesora Whitmarsh sugiere que si bien existen altos niveles de preocupación por el cambio climático, particularmente entre los jóvenes, la mayoría de las personas no tienen una ansiedad climática que requiera tratamiento por parte de un profesional de la salud mental.
Zahra Biabani sugiere:
Caroline Hickman sugiere: