El coronavirus alcanzó a más de un millón de personas en todo el mundo, pero su impacto se extiende mucho más allá del número de contagios.
Incluso la frecuencia de uso de la frase “sin precedentes” de verdad no tiene antecedente alguno, según Google Trends. Esas dos palabras juntas se utilizaron tres veces más en las últimas dos semanas que en ningún otro momento antes registrado.
Como los gobiernos de todo el mundo no dejaron de activar medidas especiales por la pandemia, analizamos el impacto generado en las personas y el mundo que las rodea.
Los enfoques y estrategias para lidiar con el covid-19 en todo el mundo son muy diversos.
En Bolivia, solo un día a la semana se puede salir de casa para aprovisionarse y se define por el último número del documento de identificación.
Serbia introdujo una hora designada para pasear perros y en Bielorrusia el presidente ha ido en contra del consejo médico, recomendando vodka y saunas como una forma de mantenerse a salvo.
Una de las acciones más comunes fue que los gobiernos emitieron disposiciones para el distanciamiento social para parte o la totalidad del país, mientras que otros decretaron restringir todo movimiento interno no esencial.
Cuando el virus se identificó por primera vez en China a fines de 2019, la cuarentena total que rige en varios países parecía una posibilidad muy remota y extrema.
Pero a medida que el brote se extendió por todo el mundo y se volvió mucho más difícil de controlar, los países comenzaron a optar por medidas cada vez más drásticas para tratar de contenerlo.
Más de cien países en todo el mundo instruyeron un cierre total o parcial a fines de marzo de 2020, afectando a miles de millones de personas.
En las regiones donde la pandemia llegó recién en marzo, como en América, los países intentaron aprender lecciones de sus homólogos asiáticos y europeos, que sufrieron el impacto antes.
China decidió levantar algunas de sus restricciones después de pasar por el peor período de escalada de contagios confirmados y muertes, pero también se sabe que la vida está lejos de ser normal.
Por eso para el resto puede faltar un largo camino por recorrer.
Cuando apareció el virus por primera vez, algunos países impusieron restricciones iniciales a los vuelos desde China o exigieron que los visitantes de las zonas en riesgo fueran puestos en cuarentena a su llegada.
Después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara al covid-19 una pandemia, el 11 de marzo, muchos tomaron medidas más drásticas.
Donald Trump bloqueó todas las llegadas no esenciales a Estados Unidos desde la Unión Europea el 15 de marzo y, un día después, la UE hizo lo mismo con todos los visitantes que se encontraban fuera de la zona de viajes libres Schengen.
A fines de ese mismo mes, el tráfico aéreo de algunos de los aeropuertos más grandes del mundo había caído a apenas una fracción de lo que era en el mismo periodo del año pasado, o incluso lo que era unas semanas antes.
El número de vuelos comerciales de marzo disminuyó en más de una cuarta parte a nivel mundial, según el servicio de seguimiento de vuelos Flightradar24.
En la última semana, a medida que más y más países introdujeron restricciones de viajes para tratar de contener el virus, el tráfico disminuyó un 63% respecto al mismo período del año pasado.
El 25 de marzo, Heathrow, en Londres, uno de los aeropuertos más activos del mundo y que atiende a unos 80 millones de pasajeros por año, registró más de mil vuelos diarios menos en comparación con la fecha equivalente de 2019.
No se trató solo de los viajes entre ciudades, el movimiento dentro de las principales urbes de todo el mundo se fue deteniendo a medida que las restricciones de movimiento y contacto social entraban en vigor.
Para el 31 de marzo, los residentes de ciudades como Madrid, París, Londres y Nueva York ya realizaban menos de la décima parte de los recorridos a los que estaban acostumbrados diariamente, según los datos de la aplicación de viajes Citymapper.
En Milán, en el norte de Italia, que lleva bloqueado durante varias semanas, solo el 3% de los viajes se planificaron a través de la aplicación móvil Citymapper, en comparación con los que se realizaban antes del brote.
Los datos también sugieren que las personas comenzaron a reducir sus salidas en los días previos a los cierres forzados por el gobierno.
Por ejemplo, el bloqueo parcial en Sao Paulo, la ciudad más poblada de Brasil, tuvo lugar el 24 de marzo, pero los recorridos ya habían disminuido drásticamente la semana anterior.
Incluso en ciudades donde las autoridades emitieron recomendaciones sobre distanciamiento social sin imponer estrictos bloqueos se han reducido las salidas.
En Estocolmo, Suecia, donde el gobierno ha evitado las medidas más drásticas, los datos de Citymapper sugieren que los viajes planificados, que pueden incluir caminatas y uso del transporte público, disminuyeron un 70%.
La compañía de transporte público de Estocolmo informó la semana pasada que el número de pasajeros en el metro y los trenes se había reducido a la mitad.
La capital de Corea del Sur, Seúl, no se ha paralizado como las capitales europeas, a pesar de enfrentar un gran número de casos de coronavirus, una señal de la decisión del país de centrarse en pruebas generalizadas y rastreo de contactos en lugar de distanciamiento social.
El fenómeno es similar en las calles. Las principales ciudades de todo el mundo ya estaban cada vez menos congestionadas antes de que entraran las medidas oficiales de cuarentena, según muestran los datos de los especialistas en tecnología de localización TomTom.
En Tokio todavía no se había declarado un cierre oficial, pero las escuelas ya estaban cerradas desde principios de marzo.
Eso, y la falta de turistas, puede explicar por qué el tráfico ya era inferior a los niveles del año pasado.
En Yakarta, Indonesia, donde tampoco se declaró una cuarentena total, la congestión se redujo a casi cero, similar a lo que sucedió Los Ángeles y Nueva Delhi, donde anunciaron sus restricciones después de que la reducción del tráfico ya era evidente.
El puntaje de congestión en el gráfico a continuación refleja cuánto tiempo tomaría hacer un viaje por la ciudad en condiciones de alto tráfico en comparación con cuando no hay tráfico en absoluto. Una calificación de 50 significa que un viaje puede tomar un 50% más de tiempo que si las carreteras estuvieran completamente libres.
En China existen algunos indicios de que inició el retorno a la normalidad.
Los niveles de tráfico en ese país han vuelto aproximadamente a la mitad del nivel de 2019 en Pekín y Shanghái, aunque han ido creciendo constantemente desde principios de febrero, después de las celebraciones del Año Nuevo chino que comienza el 25 de enero.
En Wuhan, donde se originó el brote, los niveles de tráfico hasta finales de marzo son muy bajos en comparación con el año pasado.
Uno de los efectos positivos del cierre es que se registra una disminución de la contaminación en algunas partes del mundo.
Los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en la atmósfera fluctúan según factores como la velocidad del viento o las capas de nubes que pueden obstaculizar a los satélites que intentan realizar las mediciones.
Esto puede explicar parte de la variabilidad observada en Wuhan y el norte de Italia entre enero y marzo de 2019 en los primeros mapas a continuación.
Luego vemos que en estos lugares, donde los cierres han sido más estrictos y se han implementado durante más tiempo, el cambio en los niveles de NO2 durante los mismos meses de 2020 parece ser significativo.
A medida que los países cerraron fronteras y actividades, muchos trabajadores se vieron en la necesidad de intentar continuar con sus trabajos de oficina desde casa.
Eso significa que las videollamadas y la mensajería instantánea se convirtieron en herramientas imprescindibles para el trabajo.
El número promedio de mensajes enviados por los usuarios en Nueva York, París, Londres y Berlín aumentó en más de un tercio en solo unas pocas semanas desde mediados de febrero.
Todavía no todos se acostumbraron a sus nuevas formas de trabajar, pero es posible que a muchos les quede mucho tiempo para hacerlo.
* Por Daniel Dunford, Becky Dale, Nassos Stylianou, Ed Lowther, Maryam Ahmed e Irene de la Torre Arenas.