Algunas tienen formas humanas, de animales o plantas; otras son seres míticos, desconocidos, al parecer sacados de una enfebrecida imaginación.
Casi todas son una especie de mensaje desde la Tierra hasta el cosmos, trazos -como caligrafías desconocidas- creadas desde el pasado para la eternidad.
Las llamadas “líneas de Nasca”, en pleno desierto en el centro-sur de Perú, siguen intrigando a científicos y visitantes cientos de años después de su creación.
Algunas se conservan en perfecto estado, otras han sido borradas lentamente por los vientos, la erosión y el paso del tiempo.
Pero ahora, un grupo de expertos japoneses ha encontrado, a través del uso de tecnología de última generación, un grupo de geoglifos del que no se tenía idea de que existían.
Son más de 140 formas que van desde algunas ya conocidas, como monos y serpientes, hasta otras que han sorprendido a los científicos, como un ser humanoide con bastón cuyo significado comenzará ahora a estudiarse.
Según informó en un comunicado la Universidad de Yamagata, que patrocinó el estudio, se cree que los geoglifos encontrados fueron creados entre el 100 a.C y 300 d.C, y la mayoría de ellos se encuentra en mal estado.
De ahí que para su localización fuera necesario, además del trabajo de campo e imágenes de alta resolución, un modelo de inteligencia artificial (IA) para el que utilizaron tecnología de IBM.
El equipo de expertos japoneses, liderado por el arqueólogo Masato Sakai, que ha encontrado otras líneas con anterioridad, realizó inicialmente un estudio de campo entre 2016 y 2018, que conllevó un análisis de los materiales utilizados y del terreno.
Con los datos obtenidos y tras el procesamiento de imágenes de alta resolución, realizaron proyecciones de las figuras y descubrieron 142 nuevas formas que incluyen peces, llamas, monos y aves.
Luego, con los datos obtenidos, utilizaron técnicas de IA para reconstruir algunos cuya forma no había podido determinarse por los métodos convencionales.
Finalmente, la apuesta concluyó con la identificación de un nuevo geoglifo: una forma humana con un bastón.
“Este estudio exploró la viabilidad del potencial de la IA para descubrir nuevas líneas e introdujo la capacidad de procesar grandes volúmenes de datos con IA, incluidas fotos aéreas de alta resolución a altas velocidades”, indica el informe de la investigación.
Las figuras encontradas varían desde su complejidad hasta su antigüedad o tamaño.
La más grande identificada mide más de 100 metros de extremo a extremo (un poco más que la Estatua de la Libertad) y las más pequeñas miden apenas 5 metros, aproximadamente el mismo tamaño que el David de Miguel Ángel.
Para facilitar su identificación, los expertos japoneses los dividieron en dos grupos:
De acuerdo con los científicos, cada grupo habría tenido diferentes propósitos: el primero habría sido utilizado para rituales que involucraban el uso de cerámica y los segundos con fines más decorativos.
Ubicadas a unos 400 kilómetros de Lima, las líneas de Nasca fueron desconocidas durante siglos, hasta que el inicio de la aviación descubrió las enigmáticas formas que solo son visibles desde las alturas.
En conjunto, ocupan un área aproximada de 517 kilómetros cuadrados de desierto e incluyen cientos de geoglifos, creados por la civilización Nasca entre 500 a.C. y 500 d.C.
Estos diseños fueron delineados como canales o zanjas en la arena, es decir, como grabados de bajo relieve, pero las condiciones áridas del terreno han permitido su conservación por siglos.
Con estas figuras, la antigua sociedad Nasca, desarrollada hace unos 2 mil 300 años, “transformó un extenso territorio yermo en un paisaje cultural con alta connotación simbólica, ritual y social“, según el Ministerio de Cultura de Perú.
Las líneas fueron descubiertas en 1927 y según Paul Kosok, un académico estadounidense que se dedicó a su estudio, eran “el libro astronómico más grande del mundo”, que marcaba los solsticios de invierno y verano.
Sin embargo, hasta ahora se desconoce a ciencia cierta su finalidad.
En 1993, los geoglifos se convirtieron en reserva arqueológica y parte del Patrimonio Cultural de la Nación de Perú.
Un año después fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
“Son el grupo de geoglifos más destacado del mundo y son incomparables en extensión, magnitud, cantidad, tamaño y diversidad con cualquier otro trabajo similar en el mundo”, afirmó la Unesco.
“Forman un singular y magnífico logro artístico de la cultura andina“, agregó.
El aura de misterio que rodea a esta obra preincaica se debe a tres características fundamentales: