Los viajes al espacio con fines recreativos son una posibilidad cada vez más real y podría llegar un día en el que viajemos a otros planetas de vacaciones o para vivir.
La compañía espacial comercial Blue Origin ya comenzó a enviar clientes al espacio en vuelos suborbitales, mientras que Elon Musk espera establecer una base en Marte con su firma SpaceX.
Esto significa que tenemos que empezar a pensar en cómo será vivir en el espacio y también qué pasaría si alguien muere allí.
Después de morir aquí en la Tierra, el cuerpo humano pasa por una serie de etapas de descomposición. El proceso fue descrito en 1247 un libro de Song Ci, que fue esencialmente el primer manual de ciencia forense.
Primero, la sangre deja de fluir y comienza a acumularse como resultado de la gravedad, un proceso conocido como el livor mortis.
Después el cuerpo se enfría hasta llegar al algor mortis y luego los músculos se ponen rígidos debido a la acumulación incontrolada de calcio en las fibras musculares: este es el estado conocido como rigor mortis.
Posteriormente las enzimas, un conjunto de proteínas que aceleran las reacciones químicas, hacen que las paredes celulares se descompongan liberando su contenido.
Al mismo tiempo, las bacterias de nuestros intestinos escapan y se diseminan por todo el cuerpo. Luego devoran los tejidos blandos: la putrefacción y los gases que liberan hacen que el cuerpo se hinche.
El rigor mortis pasa mientras se destruyen los músculos, se desprenden olores fuertes y se descomponen los tejidos blandos.
Estos procesos de descomposición son factores intrínsecos, pero también existen factores externos que influyen en el proceso de descomposición, como la temperatura, el rol de los insectos, el entierro, la manera en que se depone un cuerpo y la presencia de fuego o agua.
La momificación o desecación del cuerpo ocurre bajo condiciones secas que pueden ser cálidas o frías.
En ambientes húmedos sin oxígeno, se pueden dar la formación de adipocira (una sustancia similar a la cera orgánica), pues el agua puede causar la descomposición de las grasas a través del proceso de hidrólisis.
Este recubrimiento similar a la cera puede actuar como una barrera sobre la piel para protegerla y preservarla.
Pero en la mayoría de los casos, los tejidos blandos finalmente desaparecen y revelan el esqueleto. Estos duros tejidos son mucho más resistentes y pueden sobrevivir miles de años.
Pero, ¿qué pasa con la muerte afuera de nuestras fronteras terrestres?
La distinta gravedad que otros planetas tienen afectaría la etapa del livor mortis. La falta de gravedad cuando se flota en el espacio haría que la sangre no se acumule.
Dentro de un traje espacial, el rigor mortis todavía se produciría, pues es el final de las funciones corporales.
Las bacterias intestinales también devorarían los tejidos blandos, pero estas bacterias necesitan oxígeno para funcionar correctamente y, por lo tanto, un suministro limitado de aire ralentizaría significativamente el proceso.
Los microbios del suelo ayudan a la descomposición, por lo que cualquier entorno planetario que inhiba la acción microbiana, como una sequía extrema, mejoraría las posibilidades de preservación de los tejidos blandos.
La descomposición en condiciones tan diferentes a la Tierra haría que los factores externos influyan diferentemente y de forma más compleja en estructuras como el esqueleto.
Cuando estamos vivos, el hueso es un material vivo que comprende materiales orgánicos como vasos sanguíneos y colágeno, y también materiales inorgánicos en una estructura cristalina.
Normalmente, el componente orgánico suele descomponerse, por lo que los esqueletos que vemos en los museos están constituidos en su mayoría de restos inorgánicos.
Pero en suelos muy ácidos, que podemos encontrar en otros planetas, puede suceder lo contrario y el componente inorgánico desaparecería dejando solo los tejidos blandos.
En la Tierra, la descomposición de restos humanos forma parte de un ecosistema equilibrado donde los nutrientes son reciclados por organismos vivos, como insectos, microbios e incluso plantas.
Los entornos en otros planetas no han evolucionado para deshacerse de nuestros cuerpos de la misma eficiente manera. Los insectos y los animales carroñeros no existen allá.
Pero las condiciones desérticas y secas de Marte podrían hacer que los tejidos blandos se sequen, y quizás el sedimento arrastrado por el viento erosionaría y dañaría el esqueleto de una manera similar a la que vemos aquí en la Tierra.
La temperatura también es un factor clave en la descomposición.
En la Luna, por ejemplo, las temperaturas pueden variar desde los 120° C a los -170° C . Allí los cuerpos podrían mostrar signos de cambios inducidos por el calor o por la congelación.
Pero creo que es probable que los restos todavía parezcan humanos ya que el proceso completo de descomposición que vemos aquí en la Tierra no ocurriría.
Nuestros cuerpos serían “extraterrestres” en el espacio y quizás tendríamos que encontrar una nueva forma de práctica funeraria, que no implique el alto consumo de energía de la cremación o la excavación de tumbas en un ambiente duro e inhóspito.
*Tim Thompson es decano de Salud y Ciencias de la Vida y profesor de Antropología Biológica Aplicada en la Universidad de Teesside. Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.
Lee el artículo original aquí.
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