Poder pronosticar cuándo habrá un terremoto de gran magnitud es un anhelo compartido por los sismólogos.
Poder pronosticar cuándo habrá un terremoto de gran magnitud es un anhelo compartido por los sismólogos.
Es algo imposible con el conocimiento y la tecnología actual, pero investigaciones en los últimos años han llevado a los expertosa estar un paso más cerca de identificar cuándo se están dando las condiciones en la Tierra para que se produzca un gran sismo.
Expertos en geofísica se han enfocado, entre otros campos, en los llamados “terremotos lentos”.
Se trata de “deslizamientos que tienen lugar en una falla geológica, en general, y en particular en laszonas de subducción entre dos placas que están en contacto”, le explica a BBC Mundo el sismólogo Víctor Cruz-Atienza, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El experto y sus colegas publicaron recientemente un estudio sobre este tipo de terremotos que se desarrollan en ciertas regiones sísmicas, como las del sureste mexicano, en donde hay dos placas que interactúan.
Su investigación determinó que hubo sismos lentos, también llamados silenciosos, detrás de los últimos cuatro terremotos de mayor magnitud en ese país.
A diferencia de los temblores que sacuden la superficie, los sismos lentos liberan energía poco a pocoa lo largo de semanas o meses, lo que los hace imperceptibles y nada destructivos.
Pero los expertos dicen que estudiarlos es muy importante para entender mejor cómo se generan los terremotos, pues no siempre uno lento anticipa uno “normal”, pero es un factor a tener en cuenta.
“La observación de los terremotos lentos que se ha dado en los últimos 20 años nos abre una ventana para entender la física que controla a los terremotos”, señala a BBC Mundo el profesor Sergio Ruiz, del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile.
“Y también abriría una ventana para ‘anticipar’ los terremotos. Pero por ahora es fundamental entrar y construir el modelo, por qué esto ocurre algunas veces y no en todos los casos”, explica.
Los terremotos generalmente se producen cuando la interacción de las placas tectónicas libera energía superficial, la cual hace que el suelo tiemble bruscamente.
En este video lo puedes ver gráficamente.
Sin embargo, existen otro tipo de interacciones en estratos inferiores o superiores a los estratos en los que se producen los terremotos que se sienten en la superficie terrestre.
Uno de esos eventos son los terremotos lentos que, debido a que no liberan energía bruscamente, no son perceptibles.
Ruiz señala quealgunos han alcanzado magnitud 7 en la escala de Richter, lo cual sería un peligro considerable si fueran terremotos con consecuencias en la superficie, pero el hecho de que se den a lo largo de semanas o meses elimina el riesgo.
Es como si en una mesa hubiera platos, tazas y cubiertos, explica el geofísico chileno. Si esa mesa fuera movida rápidamente, lo que está encima se sacudiría. Pero si el mueble fuera movido muy lentamente, las cosas prácticamente permanecerían inmóviles.
“Un terremoto lento puede ser del mismo tamaño que uno grande, que uno ‘normal’, pero como se movió muy lento no se percibe”, señala Ruiz.
Cruz-Atienza explica que se pueden medir con aparatos de GPS diferenciales, “de muy alta precisión”, que miden la deformación de los continentes con una exactitud aproximada de dos milímetros.
“Con eso podemos medir en qué medida el continente se deforma y cómo hay un rebote elástico, el regreso del deslizamiento lento o el sismo lento, con el contacto de las placas debajo del continente”, señala el experto.
A partir del estudio de sismos lentos, los científicos han determinado que varios grandes terremotos que han sacudido a distintas regiones del mundo estuvieron precedidos de estos eventos “silenciosos”.
Entre ellos está el terremoto magnitud 9,1 de 2011 en Japón, el cual causó un tsunami y la falla en la central nuclear de Fukushima. También el de magnitud 7,8 en Nueva Zelanda en 2016 o el de Chile de 2014 de magnitud 8,2.
En el caso de México, Cruz-Atienza ha determinado que sismos lentos precedieron a cuatro grandes terremotos en el país, incluidos el de septiembre de 2017 que causó derrumbes de edificios en Ciudad de México, así como el de febrero de 2018 cerca de la ciudad de Pinotepa Nacional.
“Demostramos las tensiones o deformaciones que indujo ese sismo lento y profundo en la zona más superficial de contacto de placas y que fue el que detonó la ruptura de ese sismo de magnitud 7,2 que provocó muchos daños en Pinotepa”, explica el experto.
Su investigación en el sur de México encontró que se producen terremotos lentos cada 3,5 años en el estado de Guerrero y cada 1,5 años en Oaxaca, producto del deslizamiento de la placa de Cocos (oceánica) y la de Norteamérica (continental).
Cada región del mundo tiene su propia periodicidad.
Sin embargo, tanto Cruz-Atienza como Ruiz advierten que, con la evidencia actual, no se puede afirmar que los terremotos lentos sean un fenómeno que siempre vayan a producir terremotos en la superficie.
“Hay muchos sismos lentos que no han producido terremotos Los sismos lentos, al menos con la capacidad observacional que tenemos hoy, parecen ser una condición necesaria pero no suficiente para producir un terremoto. Debe haber otras condiciones para producirlos”, explica Cruz-Atienza.
El estudio de los terremotos lentos es un avance importante para que los investigadores puedan contar con evidencias de que la actividad en la corteza terrestre está avanzando hacia un evento con potencial destructivo.
“Han permitido a la comunidad científica entender mucho mejor el comportamiento de las fallas geológicas donde ocurren terremotos peligrosos. Estos sismos lentos que no percibimos modifican el estado de esfuerzos, las tensiones, las deformaciones, de la corteza continental que eventualmente pueden provocar terremotos grandes”, señala el investigador mexicano.
La observación de los terremotos lentos se ha dado apenas en los últimos 20 años, pero para Ruiz “abre una ventana para entender la física que controla a los terremotos”.
“Es muy difícil aún concluir si los terremotos lentos son una observación general. Como no tenemos una buena cantidad de terremotos lentos registrados, queda la duda. Estas observaciones hay que tratar de seguir manteniéndolas en el tiempo para poder realizar conclusiones más certeras“, dice Ruiz.
¿Qué es lo que le hace falta a la ciencia para anticipar la posibilidad de un terremoto peligroso?
Ambos investigadores coinciden en que se requiere más observación e investigación de cómo se generan estos eventos.
Además, es necesaria la instalación de más instrumentos de medición a lo largo de regiones sísmicas, como las de toda la costa del Pacífico en América Latina.
“Por ahora lo que más falta es aumentar la instrumentación para poder medir los terremotos de una forma terrestre. Tener muchos datos y si todos cumplen con ser precedidos de un terremoto lento”, explica Ruiz.
Y aunque en América Latina se producen numerosas investigaciones sobre geofísica, la región aún está retrasada en instrumentación respecto a otras partes del mundo.