Los científicos están ensayando la eficacia de diferentes fármacos para tratar la infección con el nuevo coronavirus. Hasta la fecha no hay vacunas o medicamentos específicos para hacer frente a la COVID-19.
Mientras no haya vacuna, los epidemiólogos advierten de que habrá que convivir con el nuevo coronavirus.
A medida que los países inician sus respectivas desescaladas tras diferentes modalidades de confinamiento y cuarentena, aumenta la preocupación sobre los efectos que podrían tener sobre la salud pública y la economía sucesivas olas del SARS-CoV-2. Las medidas de distanciamiento e higiene, advierten los expertos, son clave para aplanar la curva de la pandemia.
La llamada “nueva normalidad”, sin embargo, está irremediablemente acompañada de la batalla diaria contra la COVID-19 en los hospitales de todo el mundo. El objetivo, en mejores o peores condiciones, siempre es el mismo: salvar vidas. ¿Pero cuál es la mejor alternativa para hacerlo? Paralelamente a la búsqueda de una vacuna se desarrolla una carrera farmacéutica global para encontrar los medicamentos más eficaces a la hora de tratar a los enfermos. Los esfuerzos de la investigación científica son titánicos, pero las incógnitas son todavía enormes.
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A continuación, DW les ofrece una lista de los fármacos que día de hoy se presentan como más prometedores contra el virus.
Afivavir (o favipiravir)
Rusia ha anunciado el registro del primer medicamento específico para el tratamiento de la COVID-19: el afivavir, desarrollado a partir del antiviral japonés favipiravir. Este fármaco se emplea en Japón contra la gripe. Su actividad es especialmente intensa en el tracto respiratorio, disminuyendo la carga viral hasta niveles no infecciosos. En China, la Universidad de Wuhan también realizó un estudio de este fármaco.
Aunque no se comercializa ni en Europa ni en Estados Unidos, Italia sí ha autorizado su uso. El paso de Moscú implica que a partir del 11 de junio estará disponible en los hospitales rusos para realizar 60.000 tratamientos.
Hidroxicloroquina
Hasta hace seis meses, muy pocos habían oído hablar de ella, pero la hidroxicloroquina tiene el dudoso honor de haber protagonizado el primer gran escándalo científico de la pandemia. La prestigiosa revista científica The Lancet publicó un estudio que asociaba su uso a un mayor riesgo de muerte. En respuesta, se detuvieron varios ensayos clínicos que intentaban demostrar su eficacia frente al coronavirus, entre ellos el de la OMS. Pero a los pocos días empezaron a surgir dudas sobre los datos del estudio proporcionados por la empresa Surgisphere, con sede en Chicago. Los propios autores de los estudios de The Lancet y el The New England Journal of Medicine han pedido su retirada por las sospechas sobre los datos.
Ahora la OMS ha reanudado su ensayo clínico, que en las próximas semanas debe aclarar si el tratamiento es seguro y eficaz.
Remdesivir
La Agencia Europea del Medicamento evalúa los resultados clínicos del producto llamado remdesivir presentados por el laboratorio estadounidense Gilead Sciences. De darle el visto bueno, los países de la Unión Europea se unirían a la decisión tomada hace unas semanas por el Gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, que ya dio la autorización por vía de emergencia a este fármaco.
El remdesivir parece ser el medicamento más prometedor de los muchos que se han ensayado contra la pandemia. Se trata de un retroviral que se ha probado experimentalmente en el pasado frente a otros patógenos virales como el ébola, el virus de Marburgo, el MERS o el SARS.
Famotidina
¿Podría un medicamento ampliamente disponible y económico contra la acidez estomacal convertirse en un tratamiento efectivo para la COVID-19? Un estudio de una pequeña serie de casos publicado en la revista “Gut” apunta a que la famotidina podría ser un buen candidato para combatir la infección con el virus en aquellos pacientes cuyo cuadro no requiere ingreso hospitalario.
Aplidin
El aplidin es otra de las esperanzas, en este caso de origen español, contra el SARS-CoV-2, aunque inicialmente fue ideado para tratar el mieloma múltiple. Su principio activo es la plitidespina. Concretamente, el aplidin no actúa sobre el coronavirus, sino sobre la proteína eEF1A, presente en el organismo y que la COVID-19 utiliza para su propagación. Lo malo: la propia empresa Pharmamar calcula que el fármaco no estará disponible hasta 2021. El director general de la compañía, Luis Mora, ha hablado no obstante de resultados “asombrosos” y anunciado que planea llevar los ensayos a EE. UU. Asimismo, ha asegurado que “la potencia antiviral del aplidin es mil veces superior” que la del remdesivir de Gilead, su gran rival en esta carrera farmacéutica global.
Lopinavir y ritonavir
El lopinavir y el ritonavir pertenecen a una clase de medicamentos llamados inhibidores de la proteasa. En combinación con otros medicamentos, estos dos antirretrovirales se utilizan para el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). La OMS está llevando a cabo un ensayo clínico de la eficacia de estos dos medicamentos con interferón beta-1a, un fármaco empleado contra la esclerosis múltiple. Por otro lado, un estudio de la Universidad de Hong Kong sugiere que la combinación de interferón beta-1b (también contra la esclerosis múltiple), lopinavir, el ritonavir y ribavirina (un antirretroviral útil contra la hepatitis) es más eficaz para aliviar los síntomas y reducir el tiempo de eliminación del virus SARS-CoV-2.
Zotatifina
La zotatifina está en la lista de 47 medicamentos ya existentes que podrían ayudar a combatir la COVID-19, según anunciaron esta segunda semana de junio de 2020 científicos de la Universidad de California. Según ha explicado el laboratorio que produce esta molécula, eFFECTOR Therapeutics, la zotatifina (originalmente creada contra el cáncer) no ataca al virus, sino que actúa sobre las células que el nuevo coronavirus secuestra. Según los investigadores californianos, tanto la zotatifina como la ternatina-4 “parecen combatir la COVID-19 al unirse a las proteínas que la célula necesita para traducirse e inhibirlas”.