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“Maradona defendió al pueblo argentino, cosa que no hizo nadie”: la devoción que marcó el caótico velorio del ídolo argentino


"A Perón y Evita, ¿cuántos días los tuvieron? Tres días, tres días y medio. Esto daba para más tiempo", explica Héctor Rodríguez a su compañero.

  26 noviembre, 2020 - 22:17 PM

Con “esto” se refiere al velorio de Diego Armando Maradona, el ídolo argentino que murió este 25 de noviembre por un infarto y cuya despedida, de apenas medio día, pasó de ser una celebración a lo que acá llaman “un quilombo”, una caótica sucesión de imprevistos.

Desde la madrugada del jueves, miles de personas se trasladaron al centro de Buenos Aires para decirle adiós a su caudillo, a pesar de que para ello tuvieron que hacer filas por más de dos horas, saltarse el distanciamiento social derivado del coronavirus e, incluso, no tener garantizada la posibilidad de despedirse del que para ellos fue “Dios“, o, al menos, el “mejor de todos los tiempos”.

La comparación con Juan Domingo y Eva Perón, quizá los políticos más importantes de la historia del país, sirve para dimensionar la figura del exfutbolista: Diego Maradona está a la altura de símbolos que marcaron a Argentina porque el Pelusa, a su manera, pateando o no la pelota, también lo hizo.

“El pueblo argentino está acá queriendo entrar y queriéndolo ver al más grande del mundo, al ‘barrilete cósmico‘, al ‘pibe de oro'”, explica Rodríguez. Delante de él, miles de personas esperan, a más de siete cuadras de la Casa Rosada, para hacer lo que Rodríguez sí pudo: despedirse del 10.

Enterrado como Kirchner

“Diego es lo mejor que nos puede pasar en la vida -explica Rodríguez, así, en tiempo presente-, por ser argentino, por defender nuestra bandera y al pueblo como lo defendió él en el 86 y en el 90”.

Esos fueron los mundiales en los que Maradona fue protagonista. El principal recuerdo de Rodríguez está asociado al Mundial del 90, “cuando perdimos con Alemania, que nos robaron la final. Verlo a Maradona llorar como una criatura fue impresionante”.

Cuando pudo verlo de nuevo, pero esta vez en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos, donde también fue velado el expresidente peronista Néstor Kirchner en 2010, Rodríguez sintió “mucha tristeza, dolor, un vacío. Pero Diego me dio tantas alegrías que solo tengo agradecimientos”.

Hinchas camino al velorio

Nolan Rada
Banderas de Argentina y camisetas de diferentes clubes de ese país fueron vistas en la despedida final a Diego.

Al terminar la frase, Héctor toma aire y eleva el tono de voz: “El pueblo argentino no está para despedir a Diego Maradona, está acá para agradecerle la gloria que nos dio y por haber defendido al pueblo argentino, cosa que no hizo nadie”.

Todo en su gesto y emoción evoca discursos de alguno de los tantos sindicalistas argentinos, de la cultura política del peronismo, de esas multitudinarias marchas que se desarrollan con frecuencia en este centro de Buenos Aires.

A su alrededor, otros seguidores empiezan a corear “Diegooo, Diegooo…” como el coro de “La mano de Dios”, esa canción de Rodrigo (otro ícono cultural argentino fallecido) que funciona como biografía de Maradona:

En una villa nació.Fue deseo de Dios,crecer y sobrevivira la humilde expresión.Enfrentar la adversidadcon afán de ganarsea cada paso la vida”.

Un símbolo a la venta

Maradona se ganó la vida a través del fútbol y de acciones que escapan del plano deportivo. Sus logros dentro y fuera de la cancha lo convirtieron en símbolo de la patria, del sentido de pertenencia argentino.

Parte de eso fue lo que pasó contra Inglaterra en el 86, en pleno duelo nacional tras la derrota contra los británicos en la guerra de las Malvinas/Falklands.

Afiche de Maradona

Nolan Rada
La muerte de Maradona se produjo tras numerosos problemas de salud que afrontó en los últimos años.

Lean Portillo, quien vende “el afiche del más grande, mirá qué afiche, ¡el afiche del más grande!”, como grita en la Avenida 9 de Julio para llamar la atención, recuerda ese gol entre lágrimas: “Lo viví. El mejor gol de todos los mundiales”.

Se refiere al gol en el que Maradona se sacó adversarios ingleses con tanta facilidad como ingenio. La jugada duró 10,6 segundos en la cancha. Es difícil que algún día se borre del recuerdo de los argentinos.

Cuando Portillo lo recuerda, siente “ganas de llorar. Diego es extraterrestre”.

Pasadas las 13:00, la fila de personas que esperan ver el cuerpo de Maradona supera las 16 cuadras: casi dos kilómetros de distancia.

Recorrerlas es encontrar venta de choripán, milanesas y hamburguesas, de camisetas de la selección, sombreros, banderas con la cara en blanco y negro del exfutbolista y hasta envases de aluminio para la cerveza con algunos de los símbolos argentinos cincelados: el escudo de Boca Juniors, la cara de Eva Perón y, claro, el rostro de Maradona.

El luto, como la política y el fútbol, también vende.

Como un partido de fútbol

Es difícil distinguir esta atmósfera de un partido de fútbol o una protesta por reivindicaciones sociales: los cánticos, el cielo azul y la humareda de las parrillas son las mismas de esa escena tan argentina.

Pero hay una diferencia, advertida por uno de los pacientes aficionados que aguardan en fila: aquí se mezclan hinchas de cualquier equipo, algo impensable dentro de una sociedad polarizada tanto en lo político como en lo deportivo, reconocida por su trágica historia de violencia en los estadios.

Hincha de Maradona

Nolan Rada
Maradona obtuvo el campeonato del mundo en 1986 y un subcampeonato en Italia 1990.

El devoto concluye: “Esto lo hizo el Diego”.

Por eso, en un país donde la gente se mata para demostrar el tenor de la afición por su equipo, quizá no era descabellado pensar que podría haber disturbios.

Los hubo después de las 14:30, cuando un grupo de personas intentó superar el cordón de la policía que cerraba el paso hacia la Casa Rosada.

Agentes de policía contienen a una multitud en Buenos Aires

Reuters
Se produjeron algunos choques entre la policía y los aficionados que acudieron al velorio de Maradona.

Piedras yendo de un sitio a otro. Botellas y latas de cerveza volando. Detonaciones. Gente corriendo en distintas direcciones. El rugir de las motos de la policía, que advierte a la gente mientras empuña sus armas. Nuevas detonaciones. Heridos.

Durante más de dos horas, con intervalos pacíficos en los que la multitud se volvía a agrupar para intentar avanzar, el duelo y el velorio se hicieron caóticos. Como las marchas y los partidos cada tanto.

Un final abrupto

Mientras se dispersa la gente, Eduardo España mira a través de su celular la transmisión de TN, un canal de noticias, para saber cómo avanzan los eventos.

Observa las inmediaciones del palacio presidencial, donde, cerca de las 16:00, aún permanecen cientos de personas para ver a Maradona como lo hizo él antes, luego de hacer cola desde las 06:00.

Hinchas de Maradona

Nolan Rada
El caos vivido en Buenos Aires provocó que el velorio se suspenda con antelación.

Para él, los disturbios son “desagradables. Se puede entender la pasión que uno puede tener por Diego y la tristeza. Pero esto no suma para la familia, para él. Si no se puede entrar, hay que respetar porque es un duelo”.

Pese a haberlo visto temprano, él quería volver a hacerlo e hizo la fila, una vez más. Al final se alejó porque una lata de cerveza le pegó en la cabeza.

“Diego es mundial”, añade. “Fijate que hay camisetas de todos los equipos. Estuvimos juntos, como en el Mundial. Esta triste despedida de Diego nos unió a todos“.

Familiares y amigos transportan el ataúd con los restos de Maradona

Reuters
La familia expresó su deseo de celebrar una ceremonia íntima para despedirse del astro argentino.

Profundizando en su relación con el símbolo, detalla: “Diego y Cristina Kirchner son gente a las que me sale defender. Yo soy recontra kirchnerista. Los argentinos somos muy pasionales. Nos desborda”.

Cuando la carroza fúnebre comienza a salir de la Casa Rosada a las 17:30 para llegar hasta el Jardín Bella Vista, un cementerio privado, una multitud comienza a corear “Diegoooooo, Diegoooooo, oéeee oé oé oéeee… Diegoooooo”.

Lo siguiente se siguió a través de la televisión, en vivo, cual persecución. A medida que la carroza fúnebre avanzó hacia el cementerio, se olvidaron por un rato las discusiones previas al evento: que si era mejor en la cancha de Boca o en la Casa Rosada; que si se cerraba a las 18:00 o a las 19:00; que la pandemia y por qué, en este caso, sí había la flexibilidad que no ha habido, por ejemplo, para el retorno a clases.

Calles de Buenos Aires

Nolan Rada
Maradona falleció a los 60 años y jugó al fútbol profesional por más de dos décadas.

En la ruta aparecía más gente a corear, a despedir a su ídolo. En plena autopista, algunos estuvieron más cerca que cientos otros, cuando el auto fúnebre se saltó uno de los accesos al cementerio y tuvo que dar una vuelta al predio.

Ese instante, ese descuido, y con la polémica del funeral ya sobre la mesa, recordó al secuestro que sufrió el cuerpo de Evita, yendo de un lado a otro sin que se supiera su paradero ni destino.

Pero esta vez, con Maradona, no llegó a tanto.

La jornada de desorganización y “bardo”, otra variante del término quilombo, finalizó en el cementerio Jardín Bella Vista, donde también están los padres del difunto futbolista. Fue enterrado en una ceremonia privada que, sin embargo, podía seguirse a través de la televisión mediante un drone.

La transmisión pasó en silencio, en luto, en orden. Lo que no pasó tras saberse que Diego Maradona había muerto.


 

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