En estado de emergencia, golpeado por la cuarta ola de coronavirus, con "nuevas variantes" y con menos del 2% de su población vacunada.
Ese es el panorama actual de Japón a solo tres meses de los Juegos Olímpicos.
Este 23 de abril, el país asiático impuso su tercer estado de emergencia desde que comenzara la pandemia en Tokio, la capital, y las prefecturas de Osaka, Kioto and Hyogo.
Japón registró 3.200 nuevos casos este lunes, los peores números desde fines de enero, cuando el país estaba inmerso en su tercera y peor ola de coronavirus hasta la fecha.
El gobierno anunció que el estado de emergencia sería “corto y poderoso” y que las medidas de contención durarían dos semanas, entre el 25 de abril y el 11 de mayo.
Durante este tiempo cerrarán grandes almacenes, restaurantes, bares y karaokes que sirvan alcohol.
Aquellos restaurantes que no sirvan alcohol cerrarán temprano y se ha pedido a las compañías que vuelvan a facilitar el trabajo remoto. Las escuelas permanecerán abiertas.
Todo esto, en medio de dudas y críticas sobre la celebración de los Juegos Olímpicos, que ya fueron pospuestos en el verano de 2020.
“Los Juegos Olímpicos no serán muy divertidos si el coronavirus y nuevas variantes siguen expandiéndose. Empresarios y políticos aseguran que será emocionante y entretenido. Puede ser verdad, pero da miedo si no estamos protegidos debidamente”, le dice a BBC Mundo Mieko Nakabayashi, profesora de ciencias sociales de la Universidad de Waseda en Japón.
El impacto del coronavirus en Japón ha sido inferior al de muchos otros países. En total, acumula alrededor de 570.000 casos y 10.000 muertes, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
Sin embargo, el último aumento de infecciones preocupa por su rapidez y por el aumento de la ocupación de camas hospitalarias en las regiones afectadas.
Los casos a nivel nacional se mantuvieron estables desde inicios desde marzo, pero el incremento se ha intensificado en las últimas semanas.
En los últimos 15 meses, Japón había experimentado tres olas de coronavirus, la última en enero, la cual ha sido la más grave y mortífera.
Ahora los expertos temen que esta cuarta ola, impulsada por variantes más contagiosas del patógeno, sea más duradera, según admitió a comienzos de abril el profesor Koji Wada, de la Universidad Internacional de Salud y Bienestar en Tokio en declaraciones recogidas por la agencia Reuters.
“El caso de Osaka ya está siendo devastador y ahora Tokio lucha muy duro para evitar una situación similar”, comenta Nieko Nakabayashi.
Al preocupante aumento de casos se suma también una campaña de vacunación llamativamente lenta si se compara con las de otras economías poderosas.
Hasta la fecha, Japón ha vacunado a menos de tres millones de personas de su población de 126 millones, lejos de los más de 140 millones de dosis administradas en Estados Unidos o los más de 46 millones en Reino Unido.
Entre los vacunados se encuentran principalmente los miembros del personal sanitario.
Los expertos apuntan a que el retraso en la vacunación se debe a mayores trabas burocráticas para aprobar las vacunas. Hasta la fecha, las autoridades niponas solo han dado luz verde al compuesto de Pfizer y no se espera la aprobación de los de AstraZeneca y Moderna hasta al menos el próximo mes.
Este martes 27 de abril, el gobierno central anunció la instalación en Tokio de un centro de vacunación a gran escala, donde se espera que personal de las fuerzas armadas, además de sanitarios, agilicen la vacunación priorizando a los mayores de 65 años, según reporta el medio japonés The Japan Times.
“Vacunar a tanta gente como sea posible, y haciéndolo lo más rápido posible, ayudará a aliviar la presión sobre el sistema sanitario“, aseguró en rueda de prensa Taro Kono, ministro japonés a cargo de la campaña de vacunación.
“Dado que la nueva variante está causando que pacientes más jóvenes sufran también condiciones severas, es importante que los mayores sean vacunados lo más pronto posible para entonces centrarnos en aquellos con dolencias previas”, añadió Kono.
El ritmo de vacunación y la incertidumbre que genera esta cuarta ola de coronavirus acrecienta el debate sobre la viabilidad y seguridad de los Juegos Olímpicos que deben empezar el próximo 23 de julio.
La celebración de los Juegos ya cuenta con una fuerte oposición por parte de la opinión pública. A comienzos de 2021, una encuesta del medio nacional NHK mostró que un 80% de los japoneses consideraba que el evento debía ser cancelado o pospuesto.
La semana pasada, Toshihiro Nikai, secretario general del partido gobernante, expresó en una entrevista en televisión que “cancelar” los Juegos Olímpicos continuaba siendo una “opción” si las infecciones por coronavirus seguían aumentando.
La advertencia de Nikai se une a la ya postergación de los Juegos Olímpicos desde el año pasado y el anuncio hace un mes de que no habría espectadores extranjeros en el evento.
A pesar de las dudas y la oposición pública, tanto el gobierno como el Comité Olímpico Internacional y el Comité Organizador del certamen insisten en que se llevará a cabo y será seguro.
“Espero que la situación del coronavirus mejore con las medidas que el gobierno, Tokio y otros gobiernos regionales han implementado”, dijo Seiko Hashimoto, presidente del Comité Organizador, tras anunciarse el estado de emergencia.
“Nosotros, como Tokio 2020, continuamos deseando el rápido regreso a la normalidad y continuaremos trabajando en estrecha colaboración con las partes relevantes para asegurarnos de que puedan realizarse unos Juegos Olímpicos seguros y protegidos“, añadió.
Recientemente, este comité pidió a las autoridades de Tokio 500 enfermeros para atender a los atletas extranjeros, “pero la mayoría del personal médico dice que esto será imposible si los hospitales japoneses enfrentan una escasez de trabajadores”, cuenta Nakabayashi.
“Puede que estas noticias preocupen aún más a la población. Además, deportistas y acompañantes de todas partes del mundo pueden traer variantes que se expandan rápido. Algunos dicen que un cóctel de variantes podría convertirse en realidad en Tokio“, agrega la experta.