Desmesurada. Desquiciada. Adictiva. No faltan los adjetivos hiperbólicos para describir Tiger King, la miniserie de Netflix que se ha convertido en todo un fenómeno en esta era de confinamiento global.
El documental de siete episodios, cuyo título completo es Tiger King: Murder, Mayhem and Madness (“Rey Tigre: asesinato, caos y locura”), va camino de desbancar a Stranger Things como el trabajo más exitoso de la plataforma.
La serie se centra en la descarnada rivalidad entre el comerciante de grandes felinos Joe Exotic, también conocido como Tiger King, y la propietaria de una reserva para estos animales Carole Baskin.
Pero va mucho más allá.
Aviso: a partir de aquí, esta nota puede revelar detalles de la trama.
Joseph Maldonado-Passage es un criador de grandes felinos que hasta hace pocos años poseía y dirigía un parque de animales exóticos en Wynnewood, Oklahoma.
Con camisas de colores estridentes, un peculiar corte de pelo y su inclinación hacia la provocación y el exhibicionismo, Joe Exotic se presenta ante nuestros ojos como un excéntrico personaje que se autodefine como “un provinciano gay amante de los grandes felinos”.
Le vemos conducir tranquilamente una camioneta con un enorme tigre en el asiento del copiloto, entonar canciones de música country, participar en un reality show producido por él mismo o casarse con dos hombres a la vez en una ceremonia llena de invitados.
La otra protagonista de la serie es su eterna enemiga, Carole Baskin, propietaria de Big Cat Rescue, un santuario de grandes felinos situado en Tampa, Florida, de quien también conocemos luces, sombras y rarezas a lo largo del documental.
La gran disputa entre ellos acabó con Joe Exotic en prisión, donde cumple una sentencia de 22 años por crímenes que incluyen el intento de contratar a alguien para matar a Baskin y otros delitos relacionados con las especies en peligro y el conservacionismo.
Hasta aquí, se podría pensar que la serie es un simple relato del enfrentamiento entre dos personas que se mueven en el mismo negocio y, por tanto, son competidoras.
Un negocio en el que destaca una reveladora cifra: en Estados Unidos hay unos 7.000 tigres en cautividad, mientras que solo 4.000 ejemplares viven en libertad en todo el mundo.
Pero el éxito del documental radica en los giros de la trama, en las sorpresas que se esconden en cada episodio, en la sucesión de entrevistados a cuál más extraño que dejan en el espectador una sensación de incredulidad y curiosidad por saber qué pasa después.
Así, se mezclan espectáculos de animales con incendios intencionados, alianzas que se convierten en traiciones, una desaparición sin resolver, parques que parecen sectas, relaciones polígamas, transacciones ilegales de felinos y animales exóticos e investigaciones encubiertas del gobierno federal de Estados Unidos.
No hay descanso en este trabajo que combina lo estrambótico con lo cómico y que por momentos produce vergüenza ajena e incomodidad, al tiempo que deja un poso de tristeza por el destino de sus verdaderos protagonistas: los grandes felinos.
Varias de las personas que participan en la serie han protestado por el resultado final que aparece en las pantallas.
Es el caso de Mahamayavi Bhagavan “Doc” Antle, dueño de un safari de grandes felinos en Myrtle Beach, Carolina del Sur, que sostiene que cuando accedió a colaborar en la serie lo hizo creyendo que iba a ser un documental sobre su trabajo en defensa de estos animales.
Ignoraba, dice, que iban a aparecer los detalles más morbosos de su estilo de vida, que comparte con varias mujeres a las que parece controlar como si fuera el líder de una secta.
Pero sin duda, la más molesta con los productores de Netflix es la propia Carole Baskin, pese a que participa voluntariamente en entrevistas individuales y junto a su actual esposo, Howard Baskin.
El problema es que el documental le presta atención al caso del anterior esposo de Baskin, Don Lewis, que desapareció misteriosamente en agosto de 1997.
Algunas de las personas que aparecen en la miniserie acusan a Baskin de haberlo asesinado. Incluso hay quien denuncia que la mujer le dio los restos del cadáver a los felinos o que lo disolvió en ácido.
En una larga publicación compartida en redes sociales, Baskin escribe: “La serie tiene un segmento dedicado a sugerir, con mentiras e insinuaciones de personas que no son creíbles, que tuve un papel en la desaparición de mi esposo Don hace 21 años”.
“La serie presenta esto sin ningún respeto a la verdad o en la mayoría de los casos sin darme una oportunidad de rebatir las absurdas acusaciones antes de su publicación”.
“Las despreciables mentiras funcionan mejor para conseguir audiencia”.
Netflix le dijo a la BBC que no tiene nada que decir en este momento.
Una de las múltiples personas que comentaron la serie en redes sociales fue Kim Kardashian West, que les preguntó a sus 64 millones de seguidores si creen que Baskin mató a su marido.
Wow the amount of texts I’ve gotten about Tiger King since I tweeted about it all have mentioned their belief that Carol killed her husband! What are your thoughts? Do you think Carol killed him?
— Kim Kardashian (@KimKardashian) March 23, 2020
Baskin nunca ha sido formalmente acusada en relación con la desaparición de Don Lewis.
Sin embargo, con el éxito de la miniserie de Netflix, la oficina del alguacil al frente de la investigación anunció que está abierta a nuevas informaciones,
Del otro lado, el nombre de Joe Exotic llegó hasta la propia rueda de prensa diaria que el presidente de EE.UU., Donald Trump, ofrece sobre el coronavirus.
Ante la pregunta de un reportero sobre si consideraría concederle un perdón presidencial al rey de los tigres, Trump respondió en tono de broma: “Lo estudiaré”.