Seguramente muchos de nosotros conocemos a más de alguna persona cuyo excesivo apego a los perros y gatos les acarrea consecuencias negativas para ellas mismas o para sus seres queridos.
Lo que no sabemos es que estas personas sufren un trastorno que se conoce como petofilia.
Para muestra cada vez más frecuente de la intensa relación que llegan a tener los humanos con las mascotas te coloco los siguientes ejemplos: Las miles de fotografías y vídeos que inundan las redes sociales de gatitos, perros y otros seres irracionales, a veces alojados en hoteles de cinco estrellas con menús a base de caviar iraní, peluquería y spa. Hay quienes caen en la petofilia decepcionados por sus congéneres y deciden refugiarse en el amor incondicional y sin problemas que solo pueden ofrecerles sus mascotas. En otras ocasiones, el vínculo se crea por la sensación de protección que proporcionan, por ejemplo, los perros.
Algo que tenemos que recordar siempre es que el cariño a los animales pasa a ser un problema cuando se convierte en adicción.
Lo que se evalúa a la hora de distinguir una relación insana no son las conductas concretas: gastar mucho dinero, tratarlos como humanos o colmarlos de caprichos no deben considerarse síntomas preocupantes en sí. Nos hallamos ante un caso de petofilia si el afectado solo siente satisfacción cuando tiene contacto con seres irracionales y se aísla de su entorno, si limita completamente su forma de vivir o si el individuo enganchado a este vínculo anómalo quiere desligarse de él pero se siente incapaz de hacerlo.
Lo cierto es que es un trastorno que va a más, y está siendo fuertemente alimentado por algunos personajes famosos y la difusión que obtienen a través de Instagram, Facebook o Twitter.
Pero tratar a un animal como si fuera una persona o un miembro humano de la familia puede llegar a rozar la paranoia.
Por supuesto que no es malo ni patológico querer a un animal, cuidarlo y mimarlo, pero convertirles en personas, vestirlos como muñecas, ponerles joyas o llevarles al spa es ridículo e innecesario.
Los amantes de los perros tendemos a hablarles de distintas formas. Pero la ciencia nos dice realmente cual es la forma de comunicación más efectiva entre tú y tu canino.
No es una ilusión pensar que los perros entienden nuestras palabras cada vez que nos dirigimos a ellos. ¡No nos falta un tornillo! Es más, diversas investigaciones a lo largo del tiempo han confirmado que el perro, es la mascota que mejor entiende el lenguaje humano. No por nada llevan siglos siendo “el mejor amigo del hombre” ¿No?
Si queremos que nuestro perro cachorro nos entienda debemos hablarle de una forma muy similar a la que emplearíamos para dirigirnos a un bebé. De esta manera, ellos escucharán y podrás educarlos de una forma más fácil.
Esta nueva revelación revela que el tipo de tono se hace más agudo aún cuando nos dirigimos a los cachorros, y que eso es muy eficiente para llamar su atención y adiestrarlos.
El mismo efecto no tiende a tener el mismo resultado con los perros adultos, por lo que te recomendamos que inicies con este tipo de pruebas cuando tu perro aún sea cachorro.
Para averiguar cómo reaccionaban los perros al lenguaje humano, un especialista en bioacústica y sus colegas una universidad de Lyon en Saint Étienne, Francia, grabaron las voces de 30 mujeres que miraban fotos de animales de distintas edades mientras leían frases como “¡Hola, bonito! ¡Ven aquí! ¡Muy bien! ¡Buen chico! ¡Ven aquí, cariño!”. Después registraron las mismas frases mientras las participantes veían imágenes de personas. Como esperaban, el tono de voz cambiaba en la forma antes descrita.
Después pusieron estas grabaciones a diez cachorros y diez perros adultos de un refugio canino de Nueva York y filmaron sus reacciones.
Nueve de las crías ladraban excitadas y corrían hacia el altavoz cuando oían las grabaciones dirigidas a perros, y mostraban menos interés por los sonidos destinados a humanos.
Captar la atención de los perritos y adiestrarles en el conocimiento de las emociones humanas, que les será fundamental para desenvolverse con éxito en los entornos en los que tendrán que vivir.
“Qué miedo habrá sentido Federico la madrugada que lo fusilaron”, solía decir Rafael Alberti sobre el gitano andaluz.Y es que Federico García Lorca tenía un alma muy vulnerable, quizá por prístina, a tal punto que le daba miedo cruzar la calle si no era de la mano de su madre. Y esta vez, muy lejos de esas callejuelas españolas de los años 30 en donde casi ni carros pasaban, lo mataron por qué sé yo qué razones matan a los poetas, especialmente en una época tan oscura como la de Franco.
Escribió poesía como ninguno, explorando tímidamente los romanceros, un tipo de poema que llevaba unos cuantos siglos en desuso. Dibujaba también.
Hay unos poemarios cuya portada son sus pueriles trazos, que más parecen de un niño que de un poeta. Pero es que Lorca era ambos, en toda la acepción de los vocablos.
Cuentan que, joven como era, ya tenía madera para emular las voces de los antiguos y lejanos patriarcas de la poesía española.
Le adjudicaban la talla de Cervantes, Quevedo, Bécquer, Campoamor o los Machado. Todos grandes de la literatura de España. Además, tuvo suficiente como para sentarse a conversar con Neruda, quien, al enterarse de la muerte del colega de letras, escribió un bellísimo artículo titulado “Querían matar la luz de España”, en donde lo compara con los antes mencionados. Solo hay una foto de ese encuentro. Tuvo también suficiente para que Jorge Luis Borges, según la leyenda urbana, lo criticara con severidad, aduciendo que era un “amanerado insoportable”. De ese encuentro, no hay foto alguna.
Y tal parece que sí. Tuvo una fugaz relación con nada más y nada menos que Salvador Dalí. Fue, además, íntimo del cineasta Luis Buñuel.
Lorca, junto a ambos, formó un clan, que era más bien una fundición de jóvenes almas engalanadas por la rebeldía de romper las normas.
Sin Límites. Una película que narra la vida de estos 3 españoles que supieron conmocionar la España conservadora de los años 20, con su temeridad para la innovación, con su no-encajar-en-el-molde, con el simple carisma aunado a la genialidad, que les valió el reconocimiento mundial y póstumo.
Hoy Lorca descansa en algún panteón. 37 años tenía. ¿Cuántos poemas nos habrán robado?
Con información de: Tony Alonzo