Dior destacó este lunes en París el inmenso trabajo que se esconde detrás de cada prenda de alta costura, presentando una colección discreta y sobria y, por lo tanto, poco vistosa en la era de las fotos en Instagram.
La italiana Maria Grazia Chiuri imaginó un taller de costura para ambientar su desfile en el Museo Rodin y llamar la atención sobre las etapas de creación por las que pasa una sola prenda, siendo necesarias a veces hasta dos mil horas de trabajo a mano.
Los vestidos monocromo, en tonos pastel, entallados y a lo sumo con algún plisado fueron los protagonistas de esta colección. Un fino cinturón, un discreto collar de tela con dos perlas colgantes o un sombrero tipo boina ladeado culminan estos looks elegantes, sin estridencias.
Hoy en día, “se cree que lo único que tiene valor es lo que es visible en una foto”, dijo Chiuri a la AFP. Y la alta costura, “como es cara, parece que tiene que ser visible”, continuó la italiana al frente de la dirección artística de Dior desde mediados de 2016.
Pero “hay algo que es invisible y es muy caro y es el toque humano, las horas de trabajo, los acabados…”, reivindicó esta diseñadora cuyos anteriores desfiles habían estado marcados por un discurso feminista.
Así, la nueva misión de Chiuri parece estar encaminada a “educar a las nuevas generaciones” conectadas a las redes sociales sobre la importancia del saber hacer, difícil de apreciar en una fotografía en la que se “pierde el diseño, el volumen, el corte…”.
“El público de la alta costura no pasa su tiempo en Instagram”, constató. Pero si se logra acceder a los jóvenes, entre ellos “aparecerán nuevos diseñadores” de alta costura y “clientes que la aprecien”, subrayó.
La sencillez no fue en cambio lo que marcó el desfile de la holandesa Iris van Herpen, que sigue trabajando su estilo inconfundible, a medio camino entre la moda, la arquitectura y la tecnología.
Sus prendas, comparables a esculturas, han cautivado a estrellas como Lady Gaga, Cate Blanchett y Naomi Campbell.
En esta ocasión, la diseñadora, experta en la impresión 3D y los cortes con láser, presentó “Syntopia” una colección inspirada en los pájaros y su vuelo.
“Como exbailarina, el movimiento siempre me ha hipnotizado”, afirmó Van Herpen, que sobre la pasarela hizo colocar una instalación de 20 “alas” de cristal que se movían representando cada fase de un vuelo.
Los vestidos, en tonos pastel, verdes o rojos, se construyen a base de superponer ondulaciones. Al andar, las prendas transparentes fluyen con un movimiento suave y los colores centellean, transformando a las modelos en criaturas de otro universo.
El mundo onírico de Van Herpen contrastó con el universo animal de Schiaparelli: flamencos, conejos, mariposas, gatos… la nueva colección de la histórica firma que regresó a las pasarelas de la Alta Costura en 2013 dio rienda suelta a la fantasía.
Así, un traje pantalón combina tres motivos de leopardo, de la chaqueta sobresalen dos inmensos bolsillos en 3D y la modelo luce una máscara dorada de gato.
El rosa flúor característico de la casa se manifiesta en un abrigo extragrande con mangas abombadas, coronado con una careta de mariposa del mismo color.
El italiano Giambattista Valli apostó por las plumas combinadas en vestidos cóctel de finas lentejuelas, pero también para adornar abundantemente los zapatos de tacón de aguja.
Los vestidos largos de seda y con volantes se llevan muy cortos por delante y con una cola por detrás. Las flores características de Valli aparecen en estampados y bordadas en vestidos de macramé.
Con información de: © Agence France-Presse