Al contrario de lo que citan las creencias populares, la bondad y la generosidad no son aprendidas en la infancia ni son frutos directos de la buena educación, en realidad ambas son comportamientos intuitivos y naturales del ser humano.
Aunque la necesidad altruista sí puede ser optimizada en los primeros años de vida, invariablemente todos los humanos nacen siendo buenos.
La benevolencia es intuitiva y acompaña a los humanos desde el nacimiento. Todos los individuos presionados a tomar decisiones rápidas en situaciones conflictivas adoptan actitudes de bondad. El primer pensamiento de cualquiera es ayudar a otros.
El egoísmo por otro lado es el resultado de la racionalización exagerada. Surge cuando “se piensa demasiado” el problema y se comienzan a perseguir intereses propios (aún a costa del bienestar de terceros). Esta conclusión deriva de un estudio de la Universidad de Harvard.
Académicos de la unidad de neurociencia de dicha casa de estudios reunieron a un grupo de voluntarios para un curioso experimento: Cada participante recibió una cantidad de dinero; podían optar por quedarse con ella o dividirla entre todos. A cada sujeto se le informó que incluso si decidiera no compartir su efectivo, ganaría una recompensa de igual forma.
La mayoría de ellos fue presionada para responder a la encrucijada rápidamente. Este grupo no tuvo problemas en repartir el dinero. Al hacerles más preguntas rápidas y aleatorias (en cuánto iban a dividir su parte, por qué la dividirían, etc.), todos reaccionaban con sorpresa, pero con gestos instintivamente bondadosos, dispuestos a compartir lo adquirido.
En cambio, dentro de la pequeña porción del grupo que tuvo tiempo para reflexionar qué haría con su regalo, algunos decidieron no compartir su parte o estuvieron de acuerdo en ceder menos cantidad.
El estudio data de 2014, y aunque los responsables reiteran que siguen investigando la neurociencia tras la bondad de nacimiento, la conclusión del experimento es simple y puede generar más hipótesis: entre más tiempo tienes para pensar, optarás por una decisión más egoísta y conveniente para ti (lo cual no siempre será malo).
En cambio, si eres obligado a tomar decisiones rápidamente, de manera natural escogerás la que beneficie a más personas.
Con información de: Alejandro Velásquez