Esta semana nuestro querido conductor Tony, se contagió de rotavirus luego de haber realizado muchas actividades durante el fin de semana pasado.
A lo largo de la semana, logramos percatarnos de ciertas actitudes que no eran usuales en Tony. Por lo tanto, me dispuse a investigar un poco mas sobre las enfermedades y logré encontrar algo que me pareció muy curioso. Según la ciencia, las personas tienen un olor característico que podemos identificar.
El experimento sugiere que tenemos esta habilidad, que muchas veces pasa desapercibida, para proteger nuestro sistema inmune de las enfermedades.
Para probar esto, se les inyectó endotoxina a individuos completamente sanos con el objetivo de activar su sistema inmunológico como si un malestar los estuviera atacando. Se comprobó que dichos sujetos comenzaron a despedir un olor corporal más desagradable que el grupo que había sido expuesto a un placebo.
Este efecto fue estadísticamente mediado por el nivel de activación inmunológica de los individuos. Esta detección quimio sensorial de la respuesta inmune innata temprana en humanos representa la primera evidencia experimental de que la enfermedad huele.
O sea que sí evolucionamos para detectar las bacterias que podrían atacarnos también a nosotros. El mal olor es una forma de evitar el contagio, alterando los patrones de contacto interpersonal.
Pero, su enfermedad me motivó a investigar un poco más sobre el tema y resulté encontrando este dato interesante y muy útil para cuando nos enfermemos (así sabremos que debemos colocarnos más loción/ perfume para nuestras actividades).
Con información de: Alejandro Velásquez