Los loros presentan cuatro tipos básicos de vocalizaciones: gritos de miedo, gritos debidos a la impronta, gritos al alcanzar la madurez sexual, gritos sin causa aparente.
Conocen el por qué gritan los loros.
Los gritos de miedo se deben a algún estímulo que incomoda al animal y no siempre se es capaz de diagnosticar cuál es ese estímulo. En las ocasiones que averiguamos la causa, la solución es tan sencilla como evitarla. Los loros pueden sentir miedo hacia un nuevo juguete, ante una persona desconocida…
Los gritos que emiten los animales que han sido criados a mano (muy atendidos) les hacen sentirse el centro de atención. No saben jugar y entretenerse solos y demandan la presencia de sus amigos humanos. Si no se les hace caso, gritan de forma incesante.
Este tipo de gritos es realmente molesto e intenso. Generalmente es una situación temporal que desaparece al restablecerse la normalidad hormonal.
Cuando no tenemos ni la más remota idea de la causa de los gritos del animal, podemos estar ante un problema de difícil solución. Existen casos en los que el origen se debe a lesiones del sistema nervioso central o a graves problemas de comportamiento.
Puedes llevarle a una zona tranquila y premiarle cuando esté callado
En cualquiera de los casos anteriormente comentados existen unas pautas a seguir, lo que debemos y lo que no debemos hacer:
SÍ. Confirmaremos con la ayuda del veterinario que el animal no padece algún problema físico, una patología que provoque la vocalización.
NO. Gritaremos al animal. El ave puede pensar que estamos “jugando” y esta actitud de devolverle el grito refuerza el comportamiento no deseado.
SÍ. Utilizaremos la palabra “¡NO!” si el animal conoce su significado; si no conseguimos que con la voz de orden se calle no seguiremos intentándolo; caeríamos en el “juego” y el refuerzo de la conducta inadecuada.
NO. Utilizaremos castigos físicos.
SÍ. Debemos ignorar los gritos. Para ello podemos ayudarnos del traslado del animal a una zona tranquila de la casa o trasladarlo a una jaula sin juguetes, sin comederos y con un solo asidero. La acción consiste en separar al animal.
NO. Hacer ruidos fuertes cerca de la jaula, sacudirla o cualquier otra acción inadecuada con el fin de solucionar el problema… Lo más seguro es que consigamos agravar la situación.
SÍ. Premiaremos al animal cuando este callado.
NO. No trasladaremos al animal a una habitación oscura ni taparemos la jaula con una tela; este inadecuado método suele provocar que el animal grite más buscando la atención del grupo.
SÍ. Nos preocuparemos de proporcionar suficientes momentos de contacto al animal, nuestra presencia, el ofrecimiento de juegos, las “clases” para aprender palabras y sonidos, ponerles música, la televisión… ayuda mucho a que el animal no presente estos comportamientos
NO. Jamás haremos caso a las recomendaciones de “supuestos especialistas”, personas cuya única cualificación profesional es el haber tenido alguna vez un pájaro.
SÍ. Acudiremos al veterinario para que marque las pautas de actuación en cada caso tras el diagnóstico exacto del problema.