En Siria estaba obligado a reprimir su deseo de convertirse en mujer, pero Katia, ahora refugiada transgénero que llegó en 2015 a Alemania, vive tranquila en Berlín.
En Siria estaba obligado a reprimir su deseo de convertirse en mujer, pero Katia, ahora refugiada transgénero que llegó en 2015 a Alemania, vive tranquila en Berlín, donde dice contar con el “apoyo” necesario para poder ser ella misma libremente.
Desde que llegó a Berlín, Katia, como se hace llamar ahora, dio el salto y decidió asumir su identidad femenina, vistiendo como una mujer. Ahora luce sin tapujos un maquillaje bien cuidado, una larga melena negra y un colgante en forma de corazón alrededor del cuello.
Ya no quiere dar su nombre “de antes” y se prepara para una etapa quizá más importante: “me operarán en los próximos seis meses, cuando mi terapia con hormonas haya terminado. Entonces esto será más natural que nunca, seré una verdadera mujer”, explica Katia Al Shehaby a la AFP.
En Siria estaba obligado a reprimir su deseo de convertirse en mujer, pero Katia, ahora refugiada transgénero que llegó en 2015 a Alemania, vive tranquila en Berlín, donde dice contar con el “apoyo” necesario para poder ser ella misma libremente.
Desde que llegó a Berlín, Katia, como se hace llamar ahora, dio el salto y decidió asumir su identidad femenina, vistiendo como una mujer. Ahora luce sin tapujos un maquillaje bien cuidado, una larga melena negra y un colgante en forma de corazón alrededor del cuello.
Ya no quiere dar su nombre “de antes” y se prepara para una etapa quizá más importante: “me operarán en los próximos seis meses, cuando mi terapia con hormonas haya terminado. Entonces esto será más natural que nunca, seré una verdadera mujer”, explica Katia Al Shehaby a la AFP.
Katia vive en Berlín en casa de un amigo, en el barrio de Charlottenburg. Fue en la capital alemana, famosa por su espíritu de tolerancia y de apertura, que decidió vivir conforme a sus sentimientos, a su identidad sexual.
“En la sociedad, no solo la de Siria sino, de forma más general, del mundo árabe, […] están mal vistos” los homosexuales y los trans, señala.
Pero “en Alemania, estas cosas se apoyan, hay asociaciones que nos ayudan, no molestamos a nadie […] En Siria, si hubiéramos dicho [algo], no sé lo que nos hubiera pasado”, continúa.
El sábado por la tarde, con cientos de miles de personas, desfiló bajo un sofocante calor por las calles de Berlín en ocasión del Christopher Street Day, el Orgullo Gay berlinés.
Una marcha encabezada por un lema que parecía estar hecho a la medida de Katia: “Mi cuerpo – mi identidad – mi vida”.
Katia volvió a ver a su madre hace un par de días, tras una larga separación.
En su encuentro anterior, todavía no había iniciado su transformación. Katia cuenta que, antes de verse, “tenía miedo, tenía la impresión de que [mi madre] me iba a rechazar […] Temblaba, mi corazón latía” fuerte.
“Se quedó un momento sin voz y luego volvió a estar normal. Aceptó mi nuevo estado. Dijo: ‘ahora tengo un hijo y una hija, estoy muy orgullosa'”, dice, sonriendo, Katia, más preocupada por la reacción de su padre. “Aún no lo he visto [desde mi transformación] porque él no lo aceptará en absoluto”.
¿Qué desea Katia, ahora? “Como yo, que todo el mundo pueda ser como quiera. Y que vuelva la paz a mi país”.
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