Aunque no lo creas, ducharse con agua fría es una herramienta muy útil cuando quieres perder esos kilos de más y bajar de peso. El cuerpo siempre tiende de manera natural a mantener su temperatura a 37 grados. De tal forma que, si la exterior es más baja, gastará calorías intentando regularla.
Aunque no lo creas, ducharse con agua fría es una herramienta muy útil cuando quieres perder esos kilos de más y bajar de peso. Como explica la entrenadora personal Rosario Outón Pérez, el cuerpo siempre tiende de manera natural a mantener su temperatura a 37 grados. De tal forma que, si la exterior es más baja, gastará calorías intentando regularla.
“Todavía se sigue investigando cómo se activa el tejido adiposo marrón (la grasa cuya función principal es la producción del calor) a bajas temperaturas relacionado con el gasto calórico y el metabolismo de carbohidratos”, explica la experta. En este sentido, una revisión publicada en el Nature Reviews Endocrinology aseguraba que este tejido podría activar el metabolismo lipídico y glucídico en el organismo, ofreciéndose como una ventaja ante enfermedades como la obesidad. Aunque, como añade Outón Pérez, el frío por sí solo no va a resultar efectivo si no se mantienen unos hábitos saludables. “Practicar ejercicio físico con regularidad y mantener una dieta saludable es esencial para lograr nuestro objetivo”, insiste.
Aun así, una ducha con agua fría no solo pone en marcha esta regulación de la temperatura corporal, sino que previene problemas tan molestos como la celulitis. Y es que el frío ayuda a que las venas se contraigan, reactivando la circulación de la sangre y fomentando la diuresis. De esta manera se evitan las retenciones de líquidos que pueden entorpecer la pérdida de peso. ¿Lo mejor para ponerlo en práctica? Hacer una ducha por contraste. Una técnica muy utilizada en el tratamiento de lesiones y que consiste en alternar unos minutos de agua caliente con otros de agua fría, provocando una vasoconstricción y vasodilatación cutánea que estimula al organismo y la eliminación de toxinas.
Por otro lado, para seguir aprovechando las ventajas del frío, la entrenadora recomienda evitar los ambientes demasiado calurosos y no dejar de hacer ejercicio físico en el exterior durante la temporada de invierno. Así como adaptar la dieta a la temperatura y la actividad realizada. De hecho, en cuanto llega el buen tiempo, el cuerpo nos pide platos frescos y livianos, muy lejos de los contundentes guisados que tanto apetecen en invierno. “Todos estos pequeños cambios nos acercan a nuestro peso ideal y, sobre todo, a un estilo de vida más activo y saludable”, defiende la entrenadora Rosario Outón.
Con información de: YODONA