El bebé, a partir de la semana 20 del embarazo, ya puede oír. Por ello, aunque el pequeño aún no pueda comprender las palabras que su mamá le dice, es recomendable hablarle, ya que sí capta la musicalidad, el tono y el sentimiento que la mamá pone en las palabras que le dedica.
Sin embargo, las palabras no son el único medio que la mamá tiene para comunicarse con el futuro bebé. La música también permite al niño captar el estado de ánimo de su mamá y contagiarse de su bienestar. Es más, algunos estudios científicos afirman que el bebé es capaz de recordar hasta el año las melodías que ha escuchado mientras estaba en la barriga de su mamá.
Tiene numerosos beneficios tanto para la madre como para el bebé: estimula la frecuencia cardíaca en el feto y la producción de endorfinas en la madre. A través del oído, la música actúa sobre todo el ser humano, poniendo en marcha resonancias vibratorias que activan millones de células cerebrales, favoreciendo el desarrollo del cerebro.
Después de haber estudiado durante años las reacciones del feto en relación a la música, el investigador inglés Michele Clements llegó a la conclusión de que la música barroca, sobre todo los sonidos armónicos y agudos de Vivaldi y de Mozart, calman y relajan al niño.
Las conclusiones de Clements se confirmaron con las investigaciones de Don Campbell, autor del libro Efecto Mozart, en el cual relatan los experimentos que demuestran cómo la música del compositor austriaco y, en general, la música barroca, estimulan las nuevas conexiones de neuronas en el cerebro de los niños, porque son ricas en simetrías y en modelos recurrentes que consiguen desarrollar tanto el hemisferio derecho como el izquierdo, completando sus funciones.
Sus ritmos y sus melodías estimulan, además, la creatividad y las áreas del cerebro especializadas en favorecer la motivación.
¡Así que a buscar música adecuada y a estimular a tu bebé!