A lo largo de tu vida vas a conocer a personas diferentes. El nivel de madurez de un adulto dice mucho del punto en el que se encuentra.
Y aunque la relación más importante que una persona establece en su vida es aquella que tiene consigo misma, de forma indirecta, la inmadurez ajena también puede afectarte a ti dependiendo de cuál sea el tipo de vínculo que tienes con esa persona y el rol que ocupa en tu presente.
A mayor nivel de cercanía, mayor es la frustración que la propia inmadurez puede producirte por observar cómo tus expectativas se rompen constantemente porque esa persona parece no darse cuenta de lo que implica crecer y evolucionar.
La inmadurez se convierte en un problema en el momento en el que afecta a terceros por no cumplir con responsabilidades que van más allá de uno mismo.
Para sobrevivir a una relación con una persona inmadura (siempre que no sea tu pareja), lo más importante es que, de forma realista, asumas a partir de tu propia experiencia en tu relación con esa persona qué cosas puedes esperar por su parte.
Si eres capaz de conformarte con aquello que puede aportarte en términos de implicación y reciprocidad, entonces, es posible que seas capaz de quedarte con lo bueno de esta relación, sin vivir eternamente frustrado por la carencia de esas actitudes que para ti son evidentes pero que, para la otra parte, parecen no llegar nunca.
Para mantener una relación de amistad o compañerismo con algún conocido a quien defines principalmente como alguien inmaduro, es recomendable que disfrutes de esa relación, pero sin prometer en la teoría o en la práctica una amistad incondicional porque, ahora mismo, esa persona no puede responderte con el mismo nivel de madurez.
Y, desde esta posición, es recomendable que establezcas límites y condiciones que harás valer en la práctica de la propia experiencia. Es decir, esa persona necesita no solo que verbalices cuál es tu límite, sino también, si llegado el momento, traspasa esa frontera, tú le hagas ver las consecuencias de manera objetiva en el plano de la acción al mantenerte firme en tu punto de vista.
No solo es recomendable que seas realista en relación a aquello que puedes esperar de esa persona ahora mismo, sino que además, tienes que tener claro hasta dónde quieres implicarte.
Tanto la mujer como el hombre inmaduro pueden tener una habilidad especial para adoptar una actitud infantil con la que delega cuestiones y obligaciones propias en manos de terceros. Generalmente, personas de su entorno más cercano que se ocupan de esos asuntos por un sentimiento de lealtad o por el deseo de minimizar el impacto que la propia inmadurez puede producir en la vida del protagonista. De hecho, es en este punto en el que puedes empezar a establecer límites.
Si esa persona te pide un favor o ayuda con una cuestión que de manera objetiva crees que debe y puede hacer por sí misma, sin contar con tu apoyo, entonces, expresa claramente tu negativa. Por mucho que te pueda costar ese momento porque para algunas personas decir “no” supone una tensión emocional y una incomodidad, en realidad, estás haciendo un favor a ese amigo porque no estás reforzando esos comportamientos de inmadurez que alimentas cuando le sobreproteges.
Es importante que lo tengas presente si en ese momento experimentas algún tipo de culpabilidad. Piensa que, realmente, actuar de este modo no solo te hace bien a ti, sino también, a ese amigo.
Cada persona tiene su tiempo y su proceso. La vida es una escuela de aprendizaje constante. Y, a veces, la madurez no tiene tanto que ver con la edad como con las experiencias que ha tenido esa persona. Por tanto, aunque te resulte difícil entender por qué se comporta de este modo, ten paciencia y dale tiempo. Es muy posible que en algún momento ocurra algo que le ayude a evolucionar porque le permite observar su realidad desde un punto de vista diferente.
las características de la personalidad inmadura, y crees que tú no lo eres, intenta darle buenos consejos. Intenta ser una influencia positiva para que por medio del apoyo de personas como tú, que le aprecian y desean su bien, pueda darse cuenta, poco a poco, de detalles de los que ahora mismo no es consciente.