Los compuestos sulfurosos del ajo y su concentración de zinc favorecen la relajación y nos ayudan a conciliar el sueño. Ayudan a renovar las energías.
El ajo es un alimento muy antiguo que se ha utilizado como condimento de muchos platos e ingrediente activo de cientos de remedios.
Es un pariente cercano de la cebolla y, aunque su olor no es muy agradable, es uno de los más consumidos por todas las personas en el mundo.
Aunque no se puede considerar como un ingrediente milagroso para el organismo, muchos de sus efectos lo han posicionado como uno de los mejores “superalimentos” que se pueden añadir a la dieta.
Por su composición, es un buen complemento para aliviar varios tipos de infecciones, trastornos metabólicos y problemas del sistema respiratorio. De hecho, dado que contiene antioxidantes y sustancias antinflamatorias, es un gran aliado de la salud cardiovascular.
Tras conocer las bondades de consumir más ajo, nos centraremos en explicar una sencilla terapia que consiste en ponerlo debajo de la almohada cada noche. Este antiguo secreto de las abuelas se utiliza para promover un sueño saludable y profundo, en especial en las personas que están teniendo dificultades para dormir.
Los compuestos sulfurosos del ajo se extienden junto con su olor y ejercen un efecto calmante que ayuda a mejorar la calidad de sueño.En las culturas antiguas, se pensaba que podía proteger a las personas de los malos espíritus; no obstante, en realidad la sensación de seguridad que brinda se debe a su concentración de zinc.
Pese a que al principio es difícil acostumbrarse al olor, con el paso de los días no representará un problema y se convertirá en la mejor solución para el insomnio. Por si fuera poco, también tiene efectos positivos sobre el rendimiento físico al día siguiente, dado que ayuda a renovar las energías para asumir mejor la jornada.
En este sentido, se recomienda complementar la terapia del diente de ajo bajo la almohada con el consumo de, por lo menos, un diente en ayunas, ya sea solo o con limón.