Durante el embarazo, el cuerpo de las mujeres sufre diversas transformaciones. Los pies se hinchan, dan ganas orinar frecuentemente, el cabello se cae, entre otros.
Los cambios en el transcurso del embarazo y después del parto son tan fuertes, que la ciencia estima que el organismo necesita un año para reponerse.
Entre todas esas alteraciones, hay una que llama mucho la atención de las futuras mamás, por ser inesperada: el oscurecimiento de sus axilas. Este cambio en la coloración también puede presentarse en otras áreas como el cuello, la nuca y el vientre.
El ensombrecimiento de la piel tiene su origen en los cambios hormonales propios del embarazo. Esas variaciones provocan una mayor concentración de melanina (pigmento que se encuentra en las células de la piel y determina su tonalidad) en determinadas zonas.
Provoca las náuseas y aumenta la frecuencia con que se orina.
Estimula las glándulas mamarias y las prepara para la lactancia.
Entre otras cosa, se encarga de que el útero aumente su tamaño a lo largo del embarazo.
Además de intervenir en la lactancia, es responsable del engrosamiento del recubrimiento del útero.
Afortunadamente, unas semanas después del parto los niveles hormonales se estabilizan y la piel recupera el tono que tenía antes. Si deseas acelerar el proceso y/o detener su avance en el periodo de la gestación, puedes seguir algunos cuidados.
Procura no exponerte al Sol, sobre todo en los horarios de mayor intensidad (de las 10:00 a las 4:00 pm). Si es necesario que salgas a la calle, aplica protector solar cada tres o cuatro horas.
También puedes recurrir al uso de remedios naturales. El aceite de oliva y el bicarbonato de sodio son algunos de los más recomendables (aquí puedes conocer cómo aplicarlos, además de otras opciones). Aplicar Bepanthen también te dará buenos resultados.