Las bebidas con alcohol en relación con el peso corporal y cuánto se necesita beber para poner esos kilos de más. Y estos han sido mis hallazgos.
El consumo moderado de vino y alcohol no debiera conducir a sobrepeso. Cuando hablamos de ingesta moderada, nos referimos, obviamente, a una o dos copas diarias de vino con las comidas, y a una o dos copas de destilados durante la semana.
En el caso particular del vino, al no contener sodio, la retención de líquidos es poco probable. Esta bebida tampoco incluye colesterol (al contrario: en particular, el tinto posee antioxidantes y, por ende, contribuye a limpiar las arterias). El vino tampoco contiene grasa.
Sin embargo, es un hecho que las bebidas con alcohol acumulan calorías debido a la presencia de etanol y sacarosa en su contenido.
Si hablamos de vino, la sacarosa o azúcar es mayor en los dulces que en los secos. Pero esas calorías no conllevan ningún valor nutritivo y, por lo tanto, sólo aportan energía. Por ello, se les conoce con el nombre de “calorías vacías”. Y aunque algunas bebidas alcohólicas encierran componentes minerales o vitamínicos, las cantidades son mínimas.
Como punto de comparación, téngase en cuenta que muchas bebidas calientes de moda, cargadas de cremas y azúcar, pueden contener hasta 800 calorías, es decir, algo así como tres hamburguesas consumidas en una sola sentada. También es una realidad que las calorías se multiplican en cocteles que contienen frutas o insumos muy azucarados.
En general, las bebidas alcohólicas tienen más calorías por gramo que una cantidad similar de proteína o carbohidrato.
Al combinarlos con alcohol, naturalmente el consumo de calorías es mayor que la capacidad del organismo para quemarlas eino, al no contener sodio, la retención de líquidos es poco probable. Esta bebida tampoco incluye colesterol.
Sin embargo, es un hecho que las bebidas con alcohol acumulan calorías debido a la presencia de etanol y sacarosa en su contenido. Si hablamos de vino, la sacarosa o azúcar es mayor en los dulces que en los secos. Pero esas calorías no conllevan ningún valor nutritivo y, por lo tanto, sólo aportan energía. Por ello, se les conoce con el nombre de “calorías vacías”. Y aunque algunas bebidas alcohólicas encierran componentes minerales o vitamínicos, las cantidades son mínimas.
Una copa normal de vino, de alrededor de cinco onzas, posee entre 106 y 120 calorías. Como punto de comparación, téngase en cuenta que muchas bebidas calientes de moda, cargadas de cremas y azúcar, pueden contener hasta 800 calorías, es decir, algo así como tres hamburguesas consumidas en una sola sentada. También es una realidad que las calorías se multiplican en cocteles que contienen frutas o insumos muy azucarados.
En general, las bebidas alcohólicas tienen más calorías por gramo que una cantidad similar de proteína o carbohidrato. Al combinarlos con alcohol, naturalmente el consumo de calorías es mayor que la capacidad del organismo para quemarlas en un período corto.
En este caso es recomendable que, si disfruta de una copa y quiere controlar su peso, limite su consumo de bebidas con alcohol a aquellas con menor porcentaje de calorías, como el vino o la cerveza.
Los destilados tampoco deben generar preocupación, si se combinan con mezcladores bajos o ausentes de azúcar.
En exceso, las bebidas alcohólicas aumentarán la dimensión del estómago, pues los líquidos ingeridos se almacenan en los intestinos.
El vino seco tiene un menor componente calórico que el vino dulce. Por lo general, el seco, por copa consumida, puede contener entre 106 y 120 calorías.
Pero un vino de postre puede subir hasta las 226 unidades calóricas. Si alguien quiere llevar la cuenta de su ingestión durante una cena. Estamos hablando de 400 calorías adicionales a lo que está en los platos.
Con información de: Revista Cromos