Las exhibiciones presentadas en Budapest, Praga y Varsovia permiten sumergirse en el mundo de los no videntes, en una experiencia poderosa que ayuda a cultivar la empatía.
Powell no se dio cuenta de que había perdido la vista sino hasta el día siguiente, cuando encendió la luz de la habitación de su hotel y aún así no conseguía ver nada.
La continuidad del proyecto llegará este año a 60 comunidades para trabajar en las jornadas y evaluar los ojos y oídos de los niños en comunidades lejanas y de escasos recursos.