El reciente anuncio de Oxford suspendiendo el ensayo clínico con la vacuna para SARS-CoV-2 debido a un efecto adverso denominado Mellitis transversa, una inflamación de la médula espinal, tras un análisis rutinario de un voluntario vacunado, es una buena noticia por varias razones.
Desde que en marzo las diferentes comunidades autónomas cerraran los centros educativos a causa de la pandemia, miles de profesores tuvieron que reciclarse en tiempo récord para poder impartir sus clases de forma online.
La demencia es una enfermedad que se caracteriza por pérdida progresiva de las funciones mentales. Ocurre a edades avanzadas y afecta a la memoria, el lenguaje, la razón y el comportamiento. Hay 50 millones de personas en todo el mundo con demencia y se calcula que en 2050 se triplicará. La mala noticia: los tratamientos actuales son poco eficaces.
Las mascarillas con fines sanitarios, existentes desde hace siglos, se han utilizado preferentemente por profesionales de la salud.
Entre dos y cuatro años. Ese es el tiempo que se suele necesitar para preparar una nueva vacuna como la del virus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia de COVID-19.