Dos de los siete millones de niños en edad escolar no asisten a la escuela en Yemen.
Todo piel y huesos. Ghazi Saleh, de 10 años y apenas ocho kilos de peso, respira con dificultad en una cama de hospital en Taez, una ciudad del suroeste de Yemen.
El Consejo de Seguridad de la ONU pidió el viernes una investigación creíble y transparente luego de que al menos 29 niños murieron por un ataque de la coalición liderada por Arabia Saudita contra un autobús en Yemen.
En las puertas del mar Rojo, hay una “bomba de tiempo”.
Con la piel pegada a los huesos, un niño pequeño permanece tumbado en una cama de hospital de Yemen, demasiado cansado o hambriento como para llorar. Los médicos, impotentes, aseguran que no pueden hacer nada para ayudarlo.
Nelson, un buitre leonado procedente de Bulgaria, entró en Yemen, un país desgarrado por la guerra, en busca de comida y acabó en manos de combatientes que lo encarcelaron un tiempo bajo sospecha de espionaje.