En las esferas más altas del poder, la economía era lo primero… hasta que llegó la Covid-19.
Esta enfermedad causada por un nuevo coronavirus surgido en China ya ha infectado a más de medio millón a nivel global y hasta este sábado se ha cobrado más de 28.000 vidas, dice el conteo de la Universidad John Hopkins de Estados Unidos.
El temor a que haga colapsar los sistemas sanitarios alrededor del mundo, desde los más precarios hasta los más avanzados, ha llevado a algo inédito: que por primera vez, los gobiernos defiendan la salud pública, no solo por encima de la economía, sino a costa de ella.
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas, advierte que se avecina una recesión global que hará que el PIB de la región decrezca, el desempleo aumente y millones de personas se sumen a los índices de pobreza.
Una crisis tan profunda que nos obligará a repensar la globalización y nuestro sistema económico.
Ante el cierre de fronteras y la reducción del transporte, será importante apuntar hacia la integración y la autosuficiencia regional, asegura Bárcena en esta entrevista concedida por teléfono desde Chile.
También ha pedido un levantamiento, aunque sea temporal, de las sanciones a Cuba y Venezuela para que puedan capear las dificultades de la lucha contra la Covid-19.
Comparada con crisis económicas como la de 2008 u otras que pueda haber vivido América Latina, ¿es esta mayor?
Definitivamente mucho mayor porque se nos avecina una recesión profunda que seguramente tendrá un costo de dos dígitos en los próximos dos trimestres de la economía. Y, para América Latina, esto es muy grave.
Nosotros hemos hecho unas proyecciones preliminares y hemos visto que, simplemente calculando el impacto en China y Europa, que son dos de los principales socios comerciales de la región, [el PIB de] América Latina caerá un 1,8%.
Y en términos de consecuencias internas de las economías locales, esto puede alcanzar el -3% sin ninguna duda.
Además, nos enfrentamos a sistemas de salud fragmentados, donde lógicamente hay una serie de problemas porque hay grandes brechas en el acceso a estos. De las personas empleadas de 15 años o más, el 57,3% de la población tiene una cobertura de salud.
Y en los niveles más bajos, los más pobres, tan solo el 34% tiene una cobertura de salud.
Entonces, sí, estamos enfrentando una de las crisis más fuertes en sistemas de salud.
Nosotros hemos calculado que si la economía cayera un 1,8%, esto tendría una repercusión de una subida del desempleo de 10 puntos porcentuales.
Esto impactaría fuertemente en las familias más pobres y en la desigualdad. De hecho, también estimamos que con esta caída del PIB y este aumento del desempleo, el número de personas que viven en pobreza se incrementaría de 185,9 millones a 219,1 millones.
Y en pobreza extrema, aumentarían de los 67,5 millones a los 90,7 millones. Es decir, sí, estamos hablando de un impacto muy fuerte en los hogares, en las personas, en las pequeñas y medianas empresas y en quienes trabajan por cuenta propia.
Para este año, la Cepal había estimado que América Latina crecería un 1,3%. Ahora, con el golpe del coronavirus en China, me dice que calcula una caída del 1,8%, pero que esta puede ser de dos dígitos…
En los próximos dos trimestres a nivel global. En América Latina, el promedio de la región sería -1,8%, simplemente considerando el impacto de China y Europa. Nosotros creemos incluso que esto puede llegar a caer aún más, un 3%, por ejemplo.
Porque no se ha tenido en cuenta aún a Estados Unidos…
Exacto, falta EE.UU. y las propias economías de la región. Lo que va a suceder dentro de la economía interna, el consumo, por ejemplo.
Si va a caer el ingreso de los hogares porque va a haber pérdida de empleo, va a tener un impacto muy fuerte [en el consumo].
Desde el punto de vista de la salud, esto se ve como un movimiento absolutamente necesario para salvar millones de vidas. Pero si lo vemos solamente desde una perspectiva estrictamente económica, parece un suicidio, ¿no? Estamos, en cierta forma, desarmando el sistema económico actual, ¿vamos a poder volverlo a montar tal y como estaba?
Yo creo que no, definitivamente. Se han roto las cadenas de valor.
Uno de los canales de transmisión para nuestra región es la disminución de la actividad económica de China, que era un importante destino de nuestras exportaciones, pero también uno de los de los países manufactureros más importantes del mundo.
Además casi todo el mundo estaba importando partes y bienes intermedios de China. O sea, ha habido una ruptura o una interrupción de las cadenas de valor globales y volver a rearmar estas cadenas va a ser muy difícil…
Hay una expectativa de que esta crisis sea temporal, de que dure alrededor de seis meses. Ojalá y así sea. Pero la verdad es que hay aspectos de la economía que, efectivamente, van a ser muy difíciles de recuperar.
Entonces, hay que repensar la economía desde muchas perspectivas.
Nosotros, por ejemplo, estamos viendo que va a ser muy importante que las economías de América Latina y el Caribe retomen la integración regional, es decir, que tratemos de volver a una especie de autosuficiencia regional.
Esto se va a parecer mucho a una economía de guerra… Se ha cortado el transporte, las barreras se han hecho enormes.
Entonces lo que habría que ver es cómo se va a reconstituir una economía distinta, más integrada hacia lo local, buscando también pautas de autosuficiencia, por ejemplo, alimentaria, que es otro de los temas que no ha salido, pero seguramente va a venir una muy importante escasez de comida, especialmente en las economías vulnerables que dependen de importaciones.
Hablando justamente de integración, ahora mismo estamos en un momento en el que estamos cerrando nuestras fronteras y algunos Estados incluso prohíben los desplazamientos internos. ¿Va a acabar en coronavirus con la globalización?
Yo creo que ese es uno de los riesgos: que la globalización, al menos como la conocíamos antes de esta pandemia, definitivamente va a ser distinta.
Creo que no en aras de la conectividad, usted seguro está en Europa y yo, en Chile, pero esa conectividad nos permite comunicarnos.
Sin embargo, definitivamente, esta ya no va a ser una globalización de cadenas de valor. Eso es lo que va a ser más importante: el cambio en los modos de producción y en los modos de consumo.
Y como secretaria ejecutiva de la Cepal, ¿qué es lo que encuentra más preocupante de la crisis actual?
Bueno, varias cosas. Por un lado, me preocupa que nuestros sistemas de salud tengan la capacidad de responder…
Y segundo, proteger los ingresos de las familias. Nos preocupa que hay una gran cantidad de gente que puede quedarse sin empleo y sin ingresos. Realmente creo que ese es el tema central.
Hemos calculado que en la región hay un 32,7% de personas que trabajan por cuenta propia, que son no calificados y que, fundamentalmente, están en la informalidad.
En la Cepal nosotros estamos monitoreando lo que están haciendo los países y tratando de ver cuáles pueden ser las mejores opciones…
Proponiendo también, debo decirle francamente, que, por ejemplo, se levanten las sanciones a Venezuela y a Cuba, al menos temporalmente.
No podemos aislar a estos dos países de la llegada de farmacéuticos, de combustible, de comida… Son países que importan prácticamente el 100% de sus alimentos y creo que estas son medidas concretas que deberíamos vigilar y tomar.
En una conferencia que dio la semana pasada, dijo justamente que, de no levantar las sanciones a Venezuela, prácticamente se estaría “matando a esa gente”. ¿Tan grave es la situación?
Yo creo que es muy grave. Cuba, a pesar de las sanciones, está incluso ofreciendo ayuda, mandando médicos a Italia y a otros lugares.
Pero en el caso de Venezuela, los hospitales no tienen agua, no tienen electricidad, carecen de medicinas, de equipamiento, de jabón.
Tanto que se pide que se laven las manos, pero si no hay jabón, ¿cómo le hacen?
Entonces creo yo que este llamado es fundamental y también un llamado al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial para que consideren sinceramente posponer el pago de las deudas externas e incluso, en los casos de los países con menores recursos, la condonación de las deudas bilaterales y multilaterales.
Precisamente hace poco el Fondo Monetario Internacional le negó una ayuda a Venezuela.
Exacto. Entonces, imagínese usted si Venezuela está acudiendo al FMI y se le niega esta ayuda y continúan las sanciones, pues estamos realmente sentenciando o condenando a un pueblo.
Porque, independientemente de lo que después se pueda decir políticamente, que obviamente se tendrá que analizar más adelante; en este momento hay una emergencia y es muy importante plantearlo.
El apoyo financiero a los países en desarrollo, a todos, y la preparación de una estrategia común de salida ante la crisis son fundamentales.
Latinoamérica todavía no ha conseguido asimilar y responder efectivamente a esa gran crisis migratoria que tenemos: la diáspora de más de cuatro millones de venezolanos, muchos de ellos, repartidos por nuestra región y en condiciones de vulnerabilidad. ¿Cómo les impactará la crisis por el coronavirus es algo que le preocupa a la Cepal? ¿Deberían los gobiernos tomar medidas económicas especialmente pensadas para ellos?
Bueno, sin duda, yo creo que lo primero es evitar la xenofobia en el sentido de que hay muchos migrantes que están en los países vecinos.
Debemos apoyarlos y darles las mismas condiciones de atención de la salud y de ingresos que se le vaya a dar al resto de la población. Es un problema porque muchos migrantes están de manera ilegal e incluso en algunos países no sabemos dónde están.
A veces, también viven en condiciones muy precarias, muy hacinadas, y por eso pensamos que, por ejemplo, organizaciones como la ACNUR [Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados], como la OIM [Organización Internacional para las Migraciones], deben tener todo el apoyo para poder ayudar a esta gente, que finalmente es una población bastante vulnerable que está lejos de su casa.
Dentro de la región, ¿qué países están liderando la respuesta ante el coronavirus y cuáles se están quedando atrás?
Yo diría que uno de los países que está liderando esta acción es Argentina, que es el que más medidas ha tomado en términos de restricción de fronteras, de cuarentenas preventivas, de apoyo a los trabajadores.
A pesar del enorme problema que tiene de su deuda externa, Argentina ha tomado acciones muy fuertes y muy profundas.
El otro, ha sido Perú, que también ha tomado acciones de mucha fuerza, incluyendo estos apoyos a los ingresos de los hogares pobres.
Chile creo que también es un país que está tomando acciones muy importantes. Paraguay, El Salvador, son países que han tomado medidas muy duras para poder contener la expansión del virus. Yo creo que estos países son los que están trabajando con más fuerza.
En el caso de México, creo que están entrando ya en un proceso de actividad reducida. México tiene un sistema de salud público bastante importante, por lo tanto, creo que las autoridades de salud mexicanas están muy conscientes de que tienen que echar a andar toda su infraestructura para poder apoyar a la población.
Es uno de los países con mayor población, igual que Brasil. Yo creo que Brasil y México quizás sean los que se han tardado un poco más en tomar acciones más fuertes, junto con Nicaragua, pero pensamos que, bueno, de alguna manera ya se están sumando.
Precisamente México y Brasil han sido muy criticados por esta respuesta tan lenta ante el virus. Algunos la llamarían incluso negacionista.
Creo que eso ya pasó, el negacionismo pasó y sobre todo, lo que sí creo es que están siguiendo las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS no ha dicho que haya que irse a una cuarentena total. La OMS ha dicho claramente que esta es una pandemia que se está moviendo del hemisferio norte al hemisferio sur.
Por supuesto, hay que tomar todas las previsiones del caso, pero lo que está pasando es que algunos países se la están tomando con mayor gradualidad, que no quiere decir que no se la estén tomando en serio.
Yo creo que todos están muy conscientes de la importancia de actuar y sobre todo de aislar, de quedarse en casa. En fin, esas son las recomendaciones que está haciendo la OMS.
Hay algunos países que están invirtiendo en ayudas para los hogares más pobres, para que puedan sobrevivir los días de autoaislamiento. Pero si estos días pasan a ser semanas o meses, ¿qué tan sostenibles en el tiempo serán esas ayudas sociales?
Pienso que los países deben planificar, por lo menos, para los próximos seis meses.
La OMS hablaba de 12 semanas, pero quizá sean 24, ¿verdad? Y además, en el hemisferio sur estamos entrando hacia el invierno…
Nadie tiene la bolita mágica para saber qué es lo que se puede hacer, yo le estoy hablando de lo que nosotros hemos logrado evaluar. Pero más allá de eso, es muy difícil saber qué puede pasar en los próximos seis meses.
Lo que sí le puedo decir es que va a haber una gran recesión a nivel mundial en los próximos seis meses, que los gobiernos tienen que prepararse y apuntalar a los hogares más pobres, a los que no tienen ingresos, a la informalidad… Para eso hay que prepararse, por lo menos, para los próximos seis meses.
¿Las cifras de pobreza, se pueden evitar de alguna forma?
En la mitigación de la pobreza cuentan dos cosas: el empleo y las transferencias condicionadas, las transferencias fiscales.
En este caso, lo que preocupa es que esas transferencias fiscales van a tener que ser mayores y van a tener que alcanzar a más gente. Por lo tanto, los países tienen que programar eso, además de disminuir los costos de la salud.
Por ejemplo, acá en Chile se está empezando a hacer control de precios. Un control de precios, por ejemplo, para que el examen cueste mucho menos o sea gratuito incluso.
Tiene que haber un acceso universal al examen de coronavirus, al tratamiento médico y, sin duda, lograr que haya ingresos en todos los hogares, por lo menos unos mínimos.
Eso es lo que los países tienen que ver: cómo le hacen llegar a los hogares un ingreso mínimo ciudadano por los próximos seis meses. Esa es nuestra recomendación.
¿Alguna reflexión final?
En esta vida frenética de la globalización, hemos enfermado al planeta: tenemos hoy un planeta enfermo de océanos y ríos contaminados, los bosques devastados, la biodiversidad y una masiva extensión de extinción de algunas especies.
Entonces, también tenemos que reflexionar si lo que estábamos haciendo en términos de economía, de sistema, de modelo económico es lo que tenemos que continuar.
Creo yo que debemos repensar y a fondo qué tipo de modelo de desarrollo debe emerger de esta crisis.
Nunca esperábamos que fuera a surgir un problema de esta naturaleza y sin embargo, ahí estamos y tenemos que hacer esfuerzos para para recapitular y pensar.
Si va a ser el capitalismo, muy bien, pero un capitalismo diferente, un capitalismo mucho más inclusivo, mucho más sostenible y que vuelva a basarse en las economías locales.