Uno de los efectos de la recesión económica causada por la pandemia de covid-19 es que el mundo fue inundado por dólares.
La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) -cuya misión es controlar la política monetaria del país como lo hacen todos los bancos centrales- redujo drásticamente la tasa de interés hasta dejarla casi en 0%.
Y como la tasa de interés equivale al costo del dinero de un país, mientras más baja, menos vale su divisa.
En paralelo, la FED le dio rienda suelta a la impresión de billetes para comprar bonos (tanto en el sector privado como en el sector público), con el objetivo de mitigar los efectos de la crisis.
Tanto así, que 2020 fue el año en que se imprimieron más dólares que nunca.
Esa inyección de dinero permitió financiar el aumento del gasto fiscal y le dio oxígeno a los mercados.
Pero al mismo tiempo ayudó a empujar la baja del valor del dólar frente a las principales monedas del mundo en los últimos 10 meses.
Esto se puede observar en uno de los índices que sigue la evolución de la divisa, el Bloomberg Dollar Index (BBDXY), el cual llegó a un máximo de casi 1.300 puntos el 23 de marzo.
Y de ahí en adelante comenzó una caída que no ha dado tregua hasta ahora, como lo muestra el gráfico.
Se trata de una caída superior al 12% en los últimos 10 meses (un porcentaje que puede variar levemente según el índice que se utilice para seguir la evolución de la divisa).
Actualmente está en su nivel más bajo desde comienzos de 2018 y muchos expertos coinciden en que la moneda seguirá depreciándose.
“El desplome del dólar recién comienza”, le dice a BBC Mundo Stephen Roach, profesor de la Universidad de Yale y expresidente del banco de inversión Morgan Stanley en Asia.
El académico predice que la divisa podría caer más de 35% hacia fines de este año basándose en tres grandes razones.
La primera es que hay un fuerte aumento del déficit de cuenta corriente de EE.UU., es decir, que el país paga más al exterior por el intercambio de mercancías, servicios y transferencias de lo que recibe.
Su proyección es que ese déficit seguirá impulsando una baja de la divisa.
La segunda razón es el alza del euro, luego de que los gobiernos de Alemania y Francia acordaran un paquete de estímulo fiscal, además de la emisión de bonos.
Y la tercera, es que Roach predice que la Reserva Federal haría muy poco para evitar el descenso del dólar.
Con Estados Unidos cada vez más dependiente del capital extranjero para compensar su creciente déficit de ahorro interno, explica, y con las políticas que ha adoptado la FED que crean un exceso masivo de billetes, “el caso por un fuerte debilitamiento del dólar parece más convincente que nunca“, argumenta.
En relación a los efectos que un dólar depreciado tiene en los mercados emergentes (como podrían ser Brasil, México, Argentina, Colombia, Perú o Chile en Latinoamérica), el experto plantea que pueden venir alzas en algunas de las bolsas de esos países.
En la medida que la Reserva Federal no suba las tasas de interés, que es lo que Roach supone va a ocurrir, “la debilidad del dólar debería provocar aumentos en los mercados bursátiles extranjeros en general y en las acciones de los mercados emergentes en particular”, explica.
Sin embargo, otros economistas argumentan que si bien la divisa estará un poco débil este año, en nigún caso hay que esperar un desplome.
“No hay que exagerar la caída del dólar”, escribió a comienzos de enero Mark Sobel, presidente para EE.UU. del Foro Oficial de Instituciones Monetarias y Financieras (OMFIF por sus siglas en inglés), en la web del centro de estudios.
Su postura es que hay en el ambiente una perspectiva “muy deprimente” para el dólar.
“Es posible que el dólar caiga este año, pero una narrativa demasiado negativa no se justifica”, apunta Sobel.
Uno de sus argumentos es que el dólar ya ha caído bastante (13% en 2020 desde su máximo en marzo).
Otro, es que en medio de la incertidumbre global, no es tan seguro que los inversores prefieran correr riesgos y apostar por otras monedas que no sean el dólar.
En paralelo, el economista también considera que pueden haber condiciones monetarias relativamente más favorables en EE. UU. y que el actual ciclo de un dólar fuerte, simplemente está llegando a su fin.
En la región la baja del dólar llegó con rezago en comparación con otras partes del mundo.
Una de las razones que explican esa demora en su descenso frente a las monedas de las economía latinoamericanas, es que éstas son más riesgosas, como explica Diego Mora, ejecutivo senior de la consultora XTB.
Entonces, aunque la divisa esté cayendo, en la región sigue siendo demandada por su calidad de refugio cuando hay incertidumbre.
“La depreciación del dólar en Latinoamérica comenzó recién hace cuatro o cinco meses”, comenta Mora en diálogo con BBC Mundo.
Al analizar las economías más grandes de la región, el analista dice que México es el país donde más se ha depreciado el dólar, seguido por Chile, Colombia y Brasil.
Las consecuencias del desplome varían sustancialmente dependiendo de los distintos actores económicos.
Por un lado, a los consumidores latinoamericanos les beneficia -apunta el experto- porque muchos de los bienes que se consumen son importados, como por ejemplo, los autos y los productos tecnológicos.
Sin embargo, la historia no es tan simple, porque al mismo tiempo han subido los precios de algunas materias primas alimenticias, advierte.
El maíz, el trigo, el cacao y otros productos que son de primera necesidad, han tenido alzas superiores al 30% debido a la depreciación del dólar.
Hakan Aksoy, administrador de portafolios senior en la empresa de la empresa Amundi, explica que con el dólar más débil, espera que los precios de las materias primas aumenten, algo que beneficia a los países latinoamericanos.
Por otro lado, un dólar más débil significa que habrá una política fiscal y monetaria más flexible en EE. UU., le dice a BBC Mundo.
Así las cosas, “los países emergentes pueden pedir prestado más fácilmente, lo que ayuda a sus demandas de financiamiento externo”, apunta Aksoy.
Todo esto, sería positivo para el crecimiento y la percepción de riesgo de los inversores.
El consenso entre analistas es que pese a las diferencias entre países, la depreciación del dólar trae más beneficios que desventajas para la región.
“Un dólar depreciado es definitivamente positivo para las economías latinoamericanas”, comenta Joseph Mouawad, administrador de fondos de la firma Carmignac, especializado en mercados emergentes.
“Un dólar débil viene con precios más altos de las materias primas”, le dice a BBC Mundo.
En relación con la deuda en dólares de los países latinoamericanos, Diego Mora explica que, como hay una mayor cantidad de la divisa en el mundo y las tasas de interés están bajas, Estados Unidos tiene menos poder negociador.
Entonces, “la deuda en dólares de los países latinoamericanos puede ser renegociada a menores tasas de interés”.