Millones de personas la cantan en el mundo. Y a quien más quien menos, se la cantan una vez al año: "Cumpleaños feliz".
La canción, de 1893, se le atribuye a Mildred Hill, una profesora de preescolar estadounidense. Pero la letra original -con la misma melodía que conocemos hasta hoy- decía “buenos días a ti”.
Eso, hasta que un día, un desconocido en Kentucky, reemplazó el “buenos días” por “cumpleaños feliz”.
En 1924, la canción fue publicada con las dos letras y los abogados de la familia Hill se pusieron a trabajar para que nadie la utilizara sin pagar los derechos de autor.
De hecho, demandaron al compositor Irving Berlin por incluirla en uno de sus musicales. Después de eso, los canales de televisión y las productoras de cine tuvieron que pagar hasta US$30.000 por usar la canción.
Hace tres década Warner Music compró los derechos y ganó hasta US$2 millones al año.
Pero en 2016 un juez de Nueva York dictaminó que la canción nunca debió tener derecho de autor porque nadie sabe quién escribió la letra.
Warner Music tuvo que devolver millones de dólares a los clientes a quienes les había cobrado por los derechos.
Ahora el cumpleaños feliz está libre de derechos de autor.
Como la canción, aquí te presentamos otras ideas simples que se convirtieron en negocios millonarios.
1. El paraguas
En China, el paraguas ha sido utilizado por más de 10.000 años. Pero en Occidente, particularmente en Europa, comenzó a ser usado por mujeres ricas para protegerse del sol.
Más tarde, en el siglo XVIII, el británico Jonas Hanway empezó a usar un paraguas que había traído desde Oriente para protegerse de la lluvia.
El problema fue que la gente comenzó a burlarse de Hanway y los taxistas le tiraban comida cada vez que pasaba con su paraguas porque les podía quitar clientes.
Sin embargo, poco a poco, el paraguas pasó a formar parte de la vestimenta de los “caballeros británicos”, hasta que en 1830 se abrió la primera tienda de paraguas del mundo Occidental en Londres.
Y en 1928, Hans Haupt, inventó el paraguas compacto, el mismo que se usa hasta nuestros días.
2. Agua embotellada
Evian fue la primera empresa en vender agua embotellada. En 1929, comenzó a embotellarla en Suiza. Las ventas se dispararon porque en esa época la gente estaba aterrorizada por la posibilidad de contraer cólera del agua de las cañerías.
Pero pronto las ciudades comenzaron a desinfectar el agua con cloro y las ventas del agua embotellada cayeron en picada.
Hasta que en 1977 apareció el agua embotellada con gas. Perrier hizo un gran lanzamiento de su agua mineral, vendiéndola como un producto francés altamente sofisticado.
Las ventas llegaron a US$3.000 millones al año. Y en esa misma década las botellas de vidrio fueron reemplazadas por plástico.
En ese contexto, Coca-Cola y Pepsi vieron la gran oportunidad comercial e inundaron el mercado con marcas más baratas.
Actualmente consumimos 400.000 millones de litros de agua embotellada anualmente y pagamos por ella cerca de US$100.000 millones.
Pero atención: eso es 3.000 veces más caro que tomar el agua de la cañería.
3. La bolsa de plástico
Antes de que se inventaran las bolsas de plástico, los clientes usaban bolsas de papel para llevarse los productos a casa. El problema es que no eran tan seguras y los productos solían caerse.
Pero en 1965, a un sueco llamado Sten Gustaf Thulin se le ocurrió la idea de vender bolsas de plástico que podían cargar productos de más de 1.000 veces su propio peso.
En 1982, los supermercados estadounidenses Kroger y Safeway empezaron a utilizarlas y actualmente las tiendas usan bolsas plásticas por un valor cercano a los 18.000 millones anuales.
Pero la industria ha causado gigantescos problemas medioambientales. Las bolsas plásticas son devastadoras para la vida marina y causantes de inundaciones en todo el mundo porque bloquean los sistemas de drenaje.
4. El resaltador
A comienzos de la década de los 60, el japonés Yukio Horie inventó el bolígrafo con punta de fibra que hoy se usa como resaltador o destacador de textos.
Su tinta a base de agua hacía que el trazo pudiera deslizarse suavemente en el papel y permitía resaltar determinadas partes de un texto sin cubrir las palabras.
Esto ocurrió en un contexto histórico singular.
En la década de los 60, surgió la era de los colores fluorescentes junto al movimiento hippie.
Estos colores comenzaron a ser utilizados en todas partes, incluyendo la ropa, pósters y carátulas de discos.
El secreto de ese estallido de colores está en el tipo de tinta: absorbe la luz ultravioleta y la infra-roja, y las convierte en luces visibles.
En 1971, la compañía alemana Stabilo transformó la cultura del color hippie en una “cultura de la oficina” con su producto Stabilo Boss.
Actualmente, se venden cada año más de US$300.000 millones en resaltadores.