¿Fin del pago en efectivo? No, al menos a corto plazo
¿Es posible una sociedad en la que no haya dinero físico? ¿Es conveniente que no exista la posibilidad de comprar cualquier bien si no se dispone de una tarjeta bancaria o aplicaciones móviles de pago?
La pandemia de la covid-19 y el confinamiento posterior han provocado el aumento de las compras por internet y, por tanto, de los pagos por medios electrónicos. Esto ha reabierto el debate sobre la eliminación del dinero en efectivo como medio de pago legal.
De hecho, el partido que lidera el Gobierno de España, el PSOE, ha registrado en el Congreso de los Diputados una propuesta para “la eliminación gradual de los pagos en efectivo, con el objetivo de su desaparición definitiva”.
Este tipo de propuestas nacen con la intención de aumentar la recaudación fiscal y tener un mayor control sobre el “dinero negro” que circula en un país.
Pero, pese a las buenas intenciones, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) ya han avisado que los países de la eurozona no pueden tomar esa medida.
Pero, además, su aplicación provocaría una serie de problemas que la hacen inviable en el corto plazo.
Menos efectivo, mejor control del fraude
Las haciendas públicas buscan permanentemente formas de mantener la vigilancia sobre los movimientos de dinero para reducir la capacidad de las personas físicas y jurídicas de sortear sus obligaciones tributarias.
Una manera tajante y directa sería la desaparición del efectivo circulante. Ya existen medidas que limitan las transacciones en papel moneda.
A finales de enero de 2019 el BCE dejó de emitir billetes de 500 euros como una forma de prevenir el fraude fiscal.
Esa también fue la finalidad de la reducción a 2 500€ de la cantidad máxima para los pagos en efectivo entre individuos (2012). El Gobierno baraja ahora llevarla a 1 000€.
Visto en Suecia: “No se aceptan pagos en efectivo”
En Europa, Suecia es la avanzadilla en el uso de dinero virtual en la vida cotidiana.
Con poco más de 10 millones de habitantes, más del [70% los suecos] utilizan la aplicación Swish, un servicio de pagos móvil que permite intercambiar dinero de manera sencilla.
De hecho, muchos establecimientos minoristas suecos anuncian en la entrada que no aceptan dinero en efectivo como medio de pago.
Estos hábitos financieros han provocado que el Banco Central de Suecia (Riksbank) se haya planteado la eliminación del papel moneda. Eso sí, sustituyéndolo por la e-krona, una criptomoneda de curso legal.
El dinero digital abre brechas en la sociedad
La eliminación total del dinero en efectivo choca de frente con el derecho a la privacidad y genera nuevas desigualdades.
La primera brecha sería social, es decir, la relacionada con la incapacidad de determinados segmentos de la sociedad para utilizar únicamente tarjetas de débito/crédito o medios de pago digitales para cubrir sus necesidades.
Aquí podemos incluir a las personas mayores, generalmente menos familiarizadas con las nuevas tecnologías, y a los grupos económicos más vulnerables, por la dificultad para tener acceso a tarjetas bancarias y modos virtuales de pago.
Otra de las brechas sería la digital, y se relaciona con el acceso a conexiones digitales en todos los puntos de un territorio. En aquellas zonas en las que la cobertura de datos fuese escasa, la capacidad de consumo de sus habitantes se vería disminuida, aún disponiendo de los recursos económicos necesarios.
Por otra parte, ¿qué sucedería si hubiese un bajón energético en un país o en una zona, que imposibilitase el uso de las aplicaciones móviles de pago o las TPVs (terminales punto de venta)?
Un tercer problema sería el incremento de los delitos en la red (ciberdelitos). Si todos los movimientos de dinero de un país se realizan a través del sistema bancario y de internet, cabe esperar que se produzca un incremento importante de los delitos cibernéticos.
El dinero electrónico quita privacidad y da poder a los bancos
Si para comprar cualquier cosa se hiciera obligatorio “pasar” por el banco, físico o virtual, desaparecería por completo la privacidad del individuo.
Nuestro banco sabría dónde desayunamos, qué periódico compramos, a qué espectáculos asistimos, de qué marca nos vestimos, cuál es nuestra cadena de supermercado preferida… ¿Queremos que esto suceda?
Además, como el dinero electrónico no se puede guardar bajo un colchón, los bancos verían aumentar su liquidez y ganarían poder de negociación frente a los clientes en lo que se refiere al cobro de servicios y comisiones.
Los otros ‘pros’ del fin del efectivo
Es cierto que la eliminación del dinero en efectivo no solo tendría consecuencias tributarias positivas: también se reducirían ciertos delitos como el tráfico de drogas o armas, que utilizan dinero físico para sus pagos.
Hay que pensar si los fines puramente recaudatorios o preventivos compensan los inconvenientes que generaría y las desigualdades que provocaría la eliminación del efectivo. En el corto plazo, seguro que no es así.
* Juan Carlos Gázquez Abad, Profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, UOC – Universitat Oberta de Catalunya
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.