La pesadilla de la carne brasileña
Primero fue el escándalo de los cortes adulterados, luego la corrupción empujando al abismo a su empresa insignia y ahora el veto parcial de Estados Unidos.
Primero fue el escándalo de los cortes adulterados, luego la corrupción empujando al abismo a su empresa insignia y ahora el veto parcial de Estados Unidos: el estratégico sector de la carne brasileña vive un año de pesadilla que añade turbulencias a la tímida recuperación del gigante sudamericano.
Cuando la alarma internacional desatada hace tres meses parecía ya enterrada, el último revés para el mayor exportador mundial de cortes bovinos y aviares llegó en la noche del jueves.
Estados Unidos anunció entonces que suspendía la importación de carne vacuna fresca proveniente de Brasil “a causa de recurrentes problemas sobre la seguridad sanitaria”, abriendo otra grave crisis en una de las industrias clave de la mayor economía de América Latina.
Desde que en marzo se incrementaron los controles tras el escándalo de los cortes en mal estado, el país norteamericano rechazó la entrada del 11% de este tipo de carne brasileña por presentar unos accesos derivados de una reacción de la vacuna de fiebre aftosa.
“Brasil puede perder mucho si no consigue revertir esa decisión”, afirmó este viernes el ministro de Agricultura, Blairo Maggi, tras anunciar que viajará en breve a Estados Unidos.
Aunque la potencia norteamericana apenas representó una pequeña parte del total de ventas de carne vacuna fresca brasileña, cuyo mayor comprador es China, se trata de un cliente clave.
“En el corto plazo, la representatividad de las compras de Estados Unidos no es tan fuerte, pero la señalización es muy importante porque pasa la imagen para otros compradores internacionales de que hay problemas. Eso no es nada positivo”, afirmó a la AFP César de Castro Alves, analista de la consultora MBAgro.
Reacción
Aunque el propio Maggi aseguró que la decisión de Estados Unidos le tomó por sorpresa, la preocupación de los norteamericanos por las vacunas ya llevaba días en los despachos de Brasilia. Este mismo miércoles, el Ministerio de Agricultura había suspendido por ello la exportación a ese país de carnes provenientes de cinco frigoríficos, obedeciendo a una decisión de la autoridad estadounidense emitida el 16 de junio.
Pero, más allá de las cuestiones de seguridad alimentaria, muchos actores del sector en Brasil ven un afán proteccionista en la decisión de Estados Unidos.
“Tenemos un problema sanitario y también una presión por parte de los productores estadounidenses que no quieren ver carne brasileña allí. Somos grandes competidores a nivel mundial y estamos vendiéndoles carne”, afirmó el ministro Maggi.
Hace meses, además, que las grandes potencias del mercado mundial están en movimiento, con acercamientos antes imposibles como el acuerdo que alcanzaron en mayo China y Estados Unidos, por el que el gigante asiático volvió a autorizar las importaciones de carne bovina norteamericana tras un embargo de 13 años.
Y, aunque los analistas no ven todavía una incidencia directa de este pacto en Brasil, el país sudamericano llega con serios problemas de credibilidad a la carrera.
“La decisión del gobierno norteamericano perjudica todavía más a los ganaderos brasileños, que ya enfrentan hoy una serie de dificultades, como la caída del precio de la arroba, el aumento de los costes de producción y las investigaciones de la Operación ‘Carne Fraca’ y de la delación de JBS”, lamentó la Confederación de Agricultura brasileña en una nota (CNA).
Factor JBS
Es, precisamente, la situación límite de JBS la que más prejuicios podría traer a los productores de carne brasileña, base de una industria que solo en 2016 facturó más de 13.000 millones de dólares y emplea directa o indirectamente a seis millones de personas.
En el centro del escándalo de corrupción que amenaza el mandato del presidente Michel Temer, el horizonte se ha oscurecido para esta empresa que hasta hace poco representaba el ejemplo del éxito dentro del prometedor sector agroalimentario brasileño.
Mientras sus dueños, Joesley y Wesley Batista, confesaban las prácticas en las que se apoyaron para convertir a la compañía familiar en el líder de la carne mundial, el holding propietario de JBS, J&F, se comprometía a abonar una multa récord de más de 3.000 millones de dólares escalonados en 25 años para evitar procesos legales.
“El caso de JBS es mucho más complejo porque tiene un peso muy grande en algunos sectores de la producción y está totalmente en el aire lo que va a pasar con la empresa”, valoró De Castro Alves.
Según el analista, el colapso de la empresa podría dejar a algunos productores sin opciones de venta de ganado, ya que en muchos casos JBS es su única opción, lo que bajaría los precios todavía más o incluso podría derivar en un desabastecimiento de carne.
En busca de aligerar su situación, la empresa anunció este martes un plan de venta de activos estimado en 1.800 millones de dólares.
Por Rosa Sulleiro.
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