Mientras continúa la carrera por encontrar tratamientos y vacunas para el coronavirus, científicos en diversas partes del mundo tienen también otro blanco en la mira: los eventos de superpropagación, aquellos en los que una persona infecta a muchas otras.
Y, hay un factor que es clave para entender por qué se producen estas situaciones: el número K.
Durante la pandemia, el foco se ha centrado en el número de reproducción básico o R0.
Este hace referencia a cuántas personas un individuo infectado puede, en promedio, pasar el virus.
Sin embargo, no todos los portadores del coronavirus se lo transmitirán al mismo número de gente.
Algunos se aislarán y no contagiarán a nadie, mientras que otros continuarán con su vida con normalidad e infectarán a mucha gente.
Aquí es donde el número K se vuelve útil, ya que mide la diferencia de a cuánta gente contagia una persona infectada.
Es decir, K es el valor estadístico que nos dice cuánta variación hay en esta distribución.
Por regla general, cuanto más bajo es el número K, menos son los que está transmitiendo la enfermedad a otros.
Esto significa que hay más superpropagadores, individuos que infectan a un número mayor de personas.
Según explica Adam Kucharski, profesor de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, por sus siglas en inglés), entre el 10% y 15% de la gente es responsable del 80% de las infecciones.
“Típicamente, lo que ocurre es que hay mucha gente que no le pasa la infección a nadie”, dice el experto.
“Pero luego hay un puñado de eventos en los que ves una gran cantidad de transmisión, en los que se contagian potencialmente cinco, 10, o 20 personas. Y eso lo hemos visto desde el principio con la covid-19”.
La covid-19 se contagia a través de las partículas de virus que expulsa una persona infectada.
Cuán infecciosa es una persona depende de varios factores, que varían dramáticamente de persona en persona, incluyendo:
Pero es su comportamiento lo que las hace más infecciosas y lo que da lugar a los eventos de superpropagación.
“Si alguien, en el momento en que más transmite la enfermedad, participa en una reunión que dura todo el día y a la que asiste un gran número de personas, y luego va a cenar, es muy posible que ocurra un evento de superpropagación”, afirma Kucharski.
“Si esa persona pasó la noche en su casa, puede que no haya generado ninguna transmisión”.
Investigadores les han seguido la pista a los grupos (o racimos, como les llaman) de personas con covid-19 desde que empezó la pandemia.
“Hemos encontrado que muchas de las situaciones son las que esperábamos”, señala Gwen Knight, profesora de la LSHTM.
“Por eso vemos (brotes) en centros de asistencia como hospitales y hogares de ancianos, y también en cruceros, que es algo que ya sabíamos por otras enfermedades infecciosas”.
Asimismo, descubrió grupos que fueron apareciendo, repetidas veces, en otros lugares como plantas procesadoras de carne, lugares de ensayo de coros, bares y gimnasios.
En todos ellos se llevan a cabo actividades en ambientes cerrados, donde la gente está en contacto cercano entre ella y por períodos de tiempo prolongados.
Sin embargo, Knight dice que hay otro factor en común.
“Estos ambientes tienden a ser ruidosos, y, obviamente, tienen un impacto en la forma en que respiras“, dice.
“La hipótesis es que porque son ruidosos, y uno exhala más aire o más rápido, esto puede hacer que el ambiente sea más peligroso”.
“Se encontraron varios grupos vinculados a clases de gimnasia en Corea del Sur, y se relacionaban más con clases de zumba que con clases de pilates”.
“Así que puede ser que esté relacionado con participar en una clase donde el ejercicio te hace respirar de forma más acelerada y profunda que en otras, por ejemplo”.
En opinión de Muge Cevik, profesor de la Universidad de St Andrews, en Reino Unido, “no con todas las actividades, ni en todos los ambientes existe el mismo riesgo de infección”.
“Por ejemplo, el peligro es más alto en ambientes interiores en comparación con lugares al aire libre”.
“Al aire libre, la gente suele preocuparse por los ciclistas y los que salen a correr y les pasan al lado, pero eso sería de bajo riesgo. Podríamos decir que el riesgo de transmisión es insignificante”.
“Mientras que si pasas todo el día en un grupo grande en un parque, y si compartes mucha comida y tienes contacto cercano, de menos de dos metros, el riesgo es más bajo que si estuvieras en un ambiente cerrado, pero aún así el riesgo existe”.
Lavarse las manos, mantener la distancia social y no compartir los utensilios es fundamental, dice.
Las cuarentenas estrictas fueron una herramienta contundente para detener la propagación del virus.
Pero a medida que las infecciones decrecen, y las medidas empiezan a flexibilizarse, se vuelve necesario utilizar una estrategia más enfocada, dicen científicos.
“Necesitamos entender las dinámicas de la transmisión para poder concentrar nuestro enfoque en el rastreo de contactos”, dice Cevik.
“Pero si podemos evitar estos eventos de superpropagación, y los ambientes y actividades asociados con ellos, podremos hacer que las infecciones se reduzcan en casi un 80%”.
“Y eso es muchísimo”.