Como un joven de los años 90, muchas veces pensé en Chandler Bing, el entrañable personaje de la comedia estadounidense "Friends", mientras escribía este artículo.
Su capacidad de mantenerse imperturbable ante la risa insoportable de Janice (uno de sus amores en la serie) es una metáfora perfecta, pienso, de la idea de que podemos enceguecer por amor.
Ambos eran una pareja improbable, que parecía acoplarse cuando todos a su alrededor veían que no tenían nada en común. Una situación que es habitual en la narrativa de las comedias románticas.
Pero eso mismo lo hacen personas que conocemos, que son incapaces de detectar la idiosincrasia de la persona con la que están saliendo, y no nos resulta tan gracioso.
Puede ser frustrante ver a un amigo o amiga en una nueva relación que creemos es mala para él o ella, o en la que las partes no encajan para nada.
Aunque ¿se han dado cuenta de que es casi imposible hacerles notar a nuestros amigos los defectos de sus parejas?
Pero cuando solo son capaces de alabarlas, podría ser, en el mejor de los casos, por una exageración de las virtudes, o en el peor, por un error total de percepción.
Este es el meollo del asunto para entender cómo funciona el juicio de valor sobre la otra persona en las relaciones románticas.
Por un lado, necesitamos saber con precisión si alguien funciona para nosotros, porque es el candidato potencial de una decisión fundamental: la de pasar tal vez el resto de nuestras vidas juntos.
Por el otro, hay muchas evidencias que sugieren que somos bastante ineficientes a la hora de evaluar a las personas más cercanas a nosotros.
El amor no nos permite ver las realidades de las personas que nos rodean.
En un estudio reciente, a los participantes —que mantenían una relación sentimental con un tercero— se les pidió que escribieran sobre los momentos románticos o eventos al azar que habían compartido con su pareja.
Todo esto después de que les mostraran la foto de un extraño del sexo opuesto que lucía muy atractivo.
Los participantes, cada vez que se distraían pensando en el atractivo extraño mientras escribían sobre sus relaciones sentimentales, debían marcar una casilla.
Aquellos que relataron anécdotas románticas marcaron la casilla de la distracción seis veces menos que aquellos que escribían sobre otro tipo de eventos relacionados con sus parejas.
Ante ello, el estudio concluyó que es menos probable que otras “alternativas” llamen nuestra atención cuando estamos concentrados en describir aquello que amamos de nuestra pareja.
Parece lógico que el sentido del compromiso reduzca nuestros deseos de mirar hacia otra parte, pero el amor también nos vuelve malos jueces de nuestras parejas.
En la mayoría de las culturas existen evidencias de que, cuando buscan pareja, los humanos priorizan el atractivo físico, la bondad o la gentileza, y el estatus (o el acceso a recursos).
Aunque estas características se manifiestan de diferente manera en cada cultura, ya que, por ejemplo, cada una tiene un estándar determinado de belleza.
O, cuando se trata de estatus, en algunas sociedades se prioriza un elevado nivel de ingresos, mientras que en otras pesa más la clase social.
Aunque podemos generalizar y decir que todos los humanos, de una u otra manera, están interesados en el atractivo físico, en cuán agradable es la otra persona y en lo que les puede aportar.
Ante eso, uno podría pensar que somos capaces de medir esas tres cualidades de manera bastante efectiva.
“Desde el punto de vista evolutivo, los juicios sobre la calidad de nuestras parejas deberían tener un grado de exactitud”, le dijo a la BBC Garth Fletcher, profesor emérito de psicología en la Universidad de Victoria de Wellington, en Nueva Zelanda.
Y pone como ejemplo a los pavos reales.
La hembra escoge a su pareja basándose en el tamaño y la apariencia de su cola: a más extravagante, mejor.
Por lo tanto, debe ser muy precisa en la percepción de la calidad de la cola, de otro modo la selección no va a funcionar.
En base a ese criterio, “los humanos deberían ser muy quisquillosos al escoger a sus parejas, porque en teoría estarían buscando a alguien para toda la vida”, explicó Fletcher.
“Entonces, si somos poco precisos a la hora de evaluar las cualidades del otro, ciertos parámetros como el atractivo o la gentileza no van a tener ya mucha importancia”, agregó.
Fletcher describe los dos mecanismos que hace que evaluemos incorrectamente a nuestros candidatos: el sesgo direccional y la precisión en el reconocimiento.
Si consideras a alguien más atractivo de lo que objetivamente es (u otros lo perciben), puede decirse que sufres un sesgo direccional positivo. En otras palabras, en lo que se refiere a esa persona, lo ves todo de color de rosa.
Lo mismo aplica en el sentido contrario: si lo ves menos atractivo de lo que objetivamente es, es por un sesgo direccional negativo.
Aunque es normal que aquellos que tienen pareja la consideren más atractiva, buena o con un mayor estatus de lo que la ven los demás.
Lo que complica el panorama es la clasificación que hacemos de esas cualidades, lo que los psicólogos llaman precisión en el reconocimiento de la pareja.
“Imaginemos que yo califique a mi compañera con un 10 sobre 10 en cuanto a atractivo, ocho sobre 10 en gentileza o bondad y siete sobre 10 en estatus”, dijo Fletcher.
Si eres preciso en el reconocimiento de tu pareja, esas cualidades estarán en el orden correcto. Y es muy posible que un extraño esté de acuerdo con la calificación: que la persona en cuestión es más atractiva que gentil y más gentil que de un estatus alto.
Pero, debido al sesgo que genera el enamoramiento, la clasificación que haga el extraño, quien no se siente atraído ni está enamorado, probablemente será distinta: seis de atractivo, cinco de gentileza y cuatro de estatus.
“La gente tiende ser demasiado positiva respecto a su pareja,pero a la vez puntúa alto en cuanto a la precisión del reconocimiento”, explicó Fletcher.
“Lo que significa que tal vez hacemos evaluaciones precisas de las cualidades de la persona con la que estamos involucrados, pero luego las inflamos ligeramente por una razón u otra”.
Esta discrepancia entre el sesgo direccional y la precisión en el reconocimiento podría explicar cómo ocurre la “ceguera por amor”.
Somos capaces de clasificar adecuadamente las cualidades de otras personas.
Si el estatus es una prioridad para nosotros, entonces es muy posible que nos sintamos atraídos por personas con un estatus alto.
Cuánta puntuación le demos a ese estatus en una escala del uno al 10 probablemente difiera de la puntuación que le adjudiquen otros, porque por lo general inflamos las cualidades de las personas de quienes nos enamoramos.
El sesgo direccional —que no es otra cosa que clasificar las cualidades de la pareja más generosamente de lo que lo haría otra persona— es uno de los factores más importantes que determinan lo felices que estamos en una relación.
Si se le pregunta a alguien qué es lo que quiere de una relación, es posible que la respuesta sea que su “otra mitad” lo conozca como realmente es y que esto coincida con la percepción que tiene de sí mismo.
Pero las personas también quieren a sus parejas porque las consideran algo mejores de lo que realmente son.
Así, cuando nos sentimos seguros en nuestra relación, esto se manifiesta por ejemplo en tener una mirada extremadamente positiva.
“Tu trabajo en una relación es alentar a tu pareja, ser casi su porrista”, señaló Fletcher.
“La gente quiere que su pareja vea y acentúe sus cualidades y aspectos positivos”.
De acuerdo a esto, si quieres tener una buena y feliz relación entonces ayuda mucho tener un sesgo generoso hacia tu pareja.
Para Fletcher, cuando eso deja de ocurrir, el otro puede interpretarlo como un deseo de que cambie, un mensaje de que tal vez no es suficientemente bueno para su amado.
Esto también aplica para nuestras amistades, no solo para las relaciones románticas.
“Las mujeres tienen también sesgos con sus relaciones de amistad con otras mujeres”, explicó April Bleske-Rechek, una psicóloga de la Universidad de Wisconsin-Eau Claire.
“Se sabe que las mujeres compiten entre ellas sobre quién es más atractiva, pero a la vez califican a sus amigas más cercanas como más atractivas de lo que diría el resto, e incluso más atractivas que ellas mismas”, agregó.
Esto, en un análisis evolutivo, podría ser una ventaja porque un grupo de mujeres atractivas tiene más opciones de llamar la atención de un grupo de hombres atractivos.
Es beneficioso estar en un grupo que atraiga a los hombres de “mayor calidad” y, a la vez, ser una de las mujeres más atractivas de ese grupo.
“Las mujeres deben encontrar amigas atractivas, pero no demasiado, porque entonces las otras se llevarán toda la atención”, aclaró Bleske-Rechek.
“Es como el principio de jugar al tenis con contrincantes de tu mismo nivel, o que sean mejores para que te ayuden a subir tu nivel”, anotó.
Y lo que tú crees que tu pareja piensa de ti es importante para la salud de la relación.
“Notamos aquello que nuestra pareja quiere de nosotros. Pero una vez comienzan los problemas de comunicación y se desarrolla un sesgo negativo, comenzamos a ver a nuestra pareja menos atractiva de lo que es realmente es, y es entonces cuando comienzan los problemas en la relación”.
Mientras uno está enamorado, subestima factores del entorno—cómo se lleva con la familia o los amigos del otro, por ejemplo— que pueden afectar la relación.
“Eso es porque en ese momento la otra persona concentra toda nuestra atención”, dijo Ty Tashiro, autor del libro “La ciencia del Fueron Felices Para Siempre“.
“Por eso no notamos esos factores ambientales, que son más sutiles. Las personas consideran que los factores del entorno afectan su felicidad en una relación en un 5%, lo cual es una subestimación”.
Sin embargo, después de una ruptura, nuestra ceguera amorosa tiende a quedar en evidencia.
Sin la presencia física de nuestra pareja, dice Tashiro, tenemos una visión más objetiva y podemos detectar mejor los factores que nos rodean.
“Las personas son insensibles a los buenos consejos de sus amigos. Si un amigo está en una relación perjudicial, es muy difícil decírselo, porque está muy sintonizado con los aspectos positivos de su pareja”, dijo Tashiro.
“Cuando se acabe, tal vez exista una ventana de objetividad donde hacer comentarios que le ayuden para su próxima relación. Es en ese momento que podría reflexionar y darse cuenta de que había problemas en su relación anterior”, agregó el experto.
Fletcher advierte que, si vas a comprometerte seriamente con otra persona, hay buenas razones para considerar que también la vas a percibir a través del enamoramiento, viéndolo todo de color de rosa.
“El amor romántico es un dispositivo de compromiso. Parte de ello es que te hace que consideres que tu pareja es mejor que los demás”, indicó.
“El sesgo positivo nos permite pasar por alto pequeños problemas e invertir en nuestra pareja una vez que la relación ha comenzado”, agregó.
Pero, según recordó Fletcher, no puedes alejarte demasiado de la realidad.
No es bueno ser desmedidamente positivo, porque entonces te engañarás a ti mismo acerca de algunos de los defectos de su pareja.
Cuando tus amigos tengan parejas aparentemente inadecuadas, recuerda que probablemente estén viendo a su “otra mitad” mejor de lo que es y que eso los puede volver insensibles a tus consejos y sostener sus errores de juicio.
Pero recuerda también que eso, dice la ciencia, nos pasa a todos cuando estamos enamorados.