El arzobispo Desmond Tutu, héroe de la lucha contra el apartheid y Premio Nobel de la Paz, quien murió el 26 de diciembre, pidió que su cuerpo fuese sometido a la aquamación.
Era “a lo que aspiraba como activista del ecologismo”, dijo el reverendo Michael Weeder.
Y es que ese procedimiento es presentado por sus promotores como una alternativa “más ecológica” a la cremación.
La técnica reduce los cuerpos a cenizas, como sucedería con una cremación, pero sin necesidad de combustión.
Según la empresa Resomation, con sede en el Reino Unido, un “análisis ambiental independiente” demostró que usar la cremación con agua en vez de llamas “reduce las emisiones de gases de efecto invernadero de ese funeral en aproximadamente un 35%”.
Por su parte, la compañía Bio-Response, que se especializa en el proceso en Estados Unidos, indica que esa tecnología reduce el uso de energía en “90% en comparación con la cremación con llamas”.
El nombre científico del proceso es hidrólisis alcalina, e implica pesar el cuerpo y luego calentarlo a 150° C en una mezcla de hidróxido de potasio y agua por 90 minutos.
Esto disuelve el tejido corporal, dejando solo los huesos, que luego se enjuagan a 120° C, se secan y se pulverizan usando una máquina llamada cremulador.
Una vez que se completan todos estos pasos, los restos se pueden enterrar o esparcir de acuerdo con los deseos del difunto, tal como sucedería en una cremación ordinaria.
La técnica imita el proceso de hidrólisis alcalina que ocurre naturalmente cuando un cuerpo se descompone, solo que en este caso la descomposición que ocurre en un lapso de hasta 20 años se produce en cuestión de pocashoras.
La aquamación se ha venido haciendo desde hace varios años, pero solo en algunos países.
En 2011, por ejemplo, en BBC Mundo informábamos sobre la instalación en una funeraria de Florida, Estados Unidos, de la primera máquina comercial de hidrólisis alcalina:
En 2014, Philip Olson, especialista en ética tecnológica en la universidad estadounidense Virginia Tech, escribió el artículo Flush and Bone: Funeralizing Alkaline Hydrolysis in the United States (“Funeralización de la hidrólisis alcalina en los Estados Unidos”) en la revista especializada: Science, Technology, & Human Values.
“Los proponentes se enfocan en los beneficios ambientales de la hidrólisis alcalina sobre la cremación y el entierro, alineando la tecnología con el movimiento del ‘sepelio verde'”, señaló.
En Estados Unidos, indicó el autor, la técnica se empezó a usar en los años 90 por investigadores del Albany Medical College que buscaban “una forma eficaz y económica de deshacerse de los restos de animales experimentales que contenían radioisótopos de bajo nivel”.
En 2014, el procedimiento era legal en ocho estados de Estados Unidos, y, según el investigador, había sectores que se oponían fuertemente a esa tecnología.