Las redes sociales están llenas de fotos del antes y después de celebridades supuestamente operadas de las bolas de Bichat.
El look de los pómulos ultraesculpidos lleva años en boga, pero el auge de los selfies, la moda de los influencers y el crecimiento de las redes sociales le han dado en los últimos años a esta cirugía, conocida y practicada ya desde hace décadas, un impulso sin precedentes.
Hablamos de la bichectomía, o extracción de las bolas de Bichat, unas bolsas de tejido graso que todos tenemos en las mejillas.
“Desde hace unos años está muy de moda entre las jóvenes de 20, 25 años”, le confirmó a BBC Mundo la doctora española Ainhoa Placer, miembro numerario de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE).
Es una tendencia que han notado especialistas de numerosos países, aunque es difícil obtener cifras concretas.
El objetivo estético de este procedimiento es afinar la cara y marcar más los pómulos.
Si bien es una cirugía relativamente sencilla y poco invasiva, algunos expertos advierten que hay una cierta “banalización” en su uso, y que la operación es más compleja de lo que muchas clínicas de medicina estética quieren hacer ver.
Además, muchos especialistas la cuestionan como procedimiento estético si los pacientes no tienen un rostro excesivamente redondeado: a corto plazo puede ser eficaz para marcar más los pómulos, pero a la larga puede provocar un aspecto de envejecimiento prematuro.
“Yo personalmente no soy muy partidaria de realizar esta cirugía”, le dijo a BBC Mundo la doctora Placer.
En este artículo te explicamos por qué, pero antes, ¿sabes para qué tenemos estas bolsas de grasa en las mejillas?
Las bolas de Bichat son unas bolsas de tejido adiposo que se encuentran en una capa profunda de la cara, bajo los pómulos y entre los músculos masetero y buccinador.
Actúan como una especie de almohadilla o amortiguador entre esos músculos faciales que, entre otras cosas, participan en los movimientos de la masticación -y de la amamantación en los recién nacidos.
Estas bolsas llevan el nombre del médico anatomista francés que las identificó a finales del siglo XVII, Xavier Bichat.
Su tamaño y volumen varían de una persona a otra por cuestiones genéticas, y pueden darle a la cara un aspecto redondeado, que no tiene que ver con el sobrepeso.
Aunque no cumplen una función estructural en nuestro rostro, su localización está muy ligada a un área delicada de la cara, cerca de varias terminaciones del nervio facial, del conducto parotídeo, por el que circula la saliva desde la glándula parótida hacia la boca, y de vasos sanguíneos importantes de la cara.
Los especialistas en cirugía reconstructiva y dental llevan décadas utilizando las bolas de Bichat como un recurso más dentro de su repertorio de técnicas quirúrgicas.
Pero el interés de los últimos años por su extirpación es puramente estético, y según la doctora Placer procede en su mayoría de mujeres jóvenes, que no necesariamente tienen mofletes desproporcionadamente grandes ni rostros excesivamente redondeados.
La extirpación se hace a través de una incisión de uno o dos cm de largo dentro de la boca, a la altura de los molares superiores, en una operación que, dependiendo de la pericia del cirujano, puede tomar menos de una hora y que se suele realizar con anestesia local.
Las clínicas de belleza que promueven esta cirugía destacan que es un procedimiento rápido, mínimamente invasivo, con un postoperatorio fácil, resultados permanentes y sin cicatrices externas.
Venden un sueño estético: transformar de una manera fácil y rápida -y relativamente asequible, en torno a los US$1.500 dependiendo del país, una cara redondeada y sin definición en un rostro más fino y estilizado, con pómulos acentuados.
Puede ser muy tentador, pero “no es tan simple como parece“.
Ese es el mensaje de una campaña de información que hizo en las redes sociales la Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica en 2019, específicamente para prevenir problemas asociados a las bichectomías.
Más allá de las posibles complicaciones asociadas a cualquier cirugía, como la hemorragia o la infección, los principales riesgos de una bichectomía de mala calidad son la posible lesión del nervio facial o la sección accidental del conducto de la saliva.
Una lesión grave del nervio facial, por ejemplo, puede provocar la pérdida irreversible de movimientos en la cara.
Por eso las asociaciones de profesionales de la Cirugía Plástica, Reparadora y Estética de diversos países insisten en que es fundamental ponerse en manos de un médico especialista cualificado y bien capacitado para realizar estas extracciones.
Si bien la extirpación de las bolas de Bichat puede ser eficaz para quienes buscan tener unos pómulos y un contorno facial más definido, muchos especialistas advierten que, a largo plazo, puede tener un efecto indeseado sobre otro sueño estético: retrasar el envejecimiento.
En la cara hay muchos compartimentos grasos, situados en distintas capas, unas más superficiales que otras.
Con la edad se produce una pérdida de grasa facial, que es precisamente uno de los principales motivos del envejecimiento, por eso la doctora Placer cree que la bichectomía “a la larga es perjudicial, porque tú misma ya te estás adelantando al proceso de envejecimiento”.
Desde la Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica hacen una advertencia similar: “la bichectomía puede generar importantes distorsiones anatómicas que con el envejecimiento se agravarían, dándole a la cara un aspecto más envejecido en comparación con la edad cronológica”.
“Te estás quitando una grasa que en un futuro te va a gustar, porque eso es lo que hacemos contra el envejecimiento: rellenar“, le dijo la doctora Placer a BBC Mundo.
Por eso esta especialista no es muy partidaria de quitar las bolas de Bichat en una cara “normal”, que no sea “súper redonda”.