Existen diferentes procesos cognitivos dependiendo del idioma que se estudie.
“Para mí el inglés siempre fue muy fácil. Eso nunca me pasó con el español, que para poder comprender un texto tengo que leerlo tres o cuatro veces”.
Paula Alarcón es argentina, tiene 26 años y hace apenas unos meses le diagnosticaron dislexia.
Dislexia significa, literalmente, dificultad con las palabras, y aquellos que la sufren pueden tener problemas para hablar, escribir y leer.
A quienes tienen dislexia les cuesta procesar la información verbal, realizan inversiones y rotaciones de palabras en frases o letras en palabras, y su velocidad lectora es lenta, entre otros problemas.
Y sobre todo, esto les genera mucha frustración.
Pero la dislexia no le impidió a Paula terminar la carrera de abogacía y trabajar en una empresa financiera en Buenos Aires.
Tampoco le imposibilitó estudiar otros idiomas y asegura que con el inglés no experimenta las dificultades que la dislexia le presenta con el español.
¿Se puede, entonces, tener dislexia en un idioma y en otro no?
Los educadores, neurólogos, fonoaudiólogos y lingüistas tienen diferentes enfoques para estudiar y tratar la dislexia, mientras las personas que la tienen revelan los desafíos de crecer y trabajar con esta condición.
Al igual que Paula, Alex tiene dislexia y habla dos idiomas. Nació en Reino Unido, de padres ingleses, pero fue criado en Japón. Su dislexia, sin embargo, afecta a su inglés, pero no a su japonés.
“Siembre fui un buen estudiante, excepto por el inglés”, le dice Alex al periodista Toby Withers en el documental de radio Dyslexia: Language and Childhood (“Dislexia: idioma y niñez”) de la BBC.
“Puedo escribir en inglés, pero tareas sencillas como deletrear o completar palabras en oraciones no las hago bien”, añade.
“Algunos maestros pensaron que era simplemente perezoso y que no hacía el esfuerzo suficiente“, dice.
Pero el problema no era que Alex no tuviera voluntad o no fuera capaz. ¿Por qué tenía problemas con el inglés y no con el japonés?
“La clave está en las características del lenguaje escrito”, afirma Francisca Serrano, profesora y responsable del grupo de investigación LEE (Lectura y escritura en español) de la Universidad de Granada, España.
Las características del lenguaje escrito japonés son muy distintas al inglés y al español, y puede que a una persona con dislexia le resulte más fácil comprenderlo y hablarlo.
“El español y el inglés son lenguajes alfabéticos y en ellos un símbolo representa un sonido”, le destaca la especialista a BBC Mundo.
“Pero en el japonés, el sistema escrito tiene dos tipos de caracteres, kana y kanji. Este último viene de China y en él un símbolo representa una idea. Es, pues, lo que se llama un lenguaje logográfico, como los jeroglíficos. Y el kana es silábico, un símbolo representa una sílaba”, explica Serrano.
Entonces, si no se construyen las palabras a través de letras, eso significa que la forma en la que aprendes a leer y escribir en japonés es completamente diferente.
Los sistemas de escritura basados en caracteres, incluidos el chino y el japonés, se aprenden de forma diferente al inglés o el español. Se adquieren por memorización y no por la estructura de los sonidos.
“No hay ninguna regla que podamos seguir para obtener la pronunciación, así que los niños tienen que memorizarla. Creo que esta es una gran diferencia”, dice Wai Ting Siok, neuróloga especializada en dislexia en idiomas chinos.
De acuerdo a esto, los niños que aprenden a leer chino utilizarían una parte del cerebro diferente a los que aprenden inglés o español.
“La región del cerebro que procesa la lectura en chino también es una región en la que se encuentran los recursos cognitivos. Es la zona frontal del cerebro que no solo es importante para leer chino, sino también para las tareas de la memoria”, dice la profesora de la Universidad de Hong Kong en el documental de la BBC.
Según la especialista, los estudios más recientes sobre las diferencias entre la lectura en chino y en un lenguaje alfabético mostraron que en el primer caso participan en el procesomás regiones bilaterales del celebro.
Para la lectura del lenguaje alfabético se utiliza principalmente el hemisferio izquierdo.
“Esto sugiere que el chino requiere más procesamiento visual que la lectura alfabética, de modo que es completamente posible que un niño pueda ser normal en un idioma y ser disléxico en otro“, explica Wai Ting Siok.
Pero una cosa es ser disléxico y usuario de dos idiomas muy diferentes como el japonés y el inglés, y otra muy distinta es tener este trastorno del lenguaje con dos idiomas que comparten alfabeto como el inglés y el español.
“La clave es saber de qué idioma estamos hablando”, destaca la profesora Serrano, quien conduce el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada.
Para la especialista, la cuestión no es que se puede ser disléxico en un idioma y no en otro, sino que “la manifestación o la severidad de la dislexia puede cambiar en función de las características del idioma”.
Es posible que en el caso de alguien que hable inglés y japonés se presente más diferencia en la manifestación de la dislexia, en comparación con alguien que habla inglés y español.
Asimismo, la dislexia tiene que ver con cómon se enseña y aprende un idioma, así como con otras variables ambientales.
“No es lo mismo tener dislexia cuando tienes una madre francesa y un padre inglés o español, o tener dislexia y aprender otro idioma adicional al que ya tienes”, ejemplifica Serrano.
“Lo que funciona en dislexia (para tratarla) es adaptar la enseñanza”, asegura la experta.
Y esto último es lo que aparentemente experimentó Paula.
Ella tuvo una buena maestra de inglés que supo enseñarle de una manera diferente el idioma y ella —como alumna— supo nutrirse de otras fuentes, como series y canciones.
“Siempre sentí que me iba mucho mejor en inglés que en español” pese a ser argentina y siendo el español mi lengua materna, dice.
Paula cuenta que antes de ser diagnosticada con dislexia, en septiembre de este año, se sentía muy frustrada.
“Llegué a creer que era tonta porque siempre me costó mucho estudiar, entender, comprender lo que me preguntaban en un examen y escribirlo”, relata.
Quiere seguir estudiando, y ya empezó a aprender sueco para participar de un programa de empleos de verano en el país europeo, aunque ahora está suspendido por la pandemia.
“Creo que es muy importante saber que la dislexia no es nada más que un trastorno del aprendizaje y que quien la sufra puede llegar igual o mucho más lejos que cualquier otra persona”, reflexiona.
“Las personas con dislexia solo tenemos otras maneras de aprender“.