Trabajando en Francia e India a principios del siglo XX, el científico ucraniano Waldemar Mordecai Haffkine creó las primeras vacunas del mundo contra el cólera y la peste. Pero un envenenamiento masivo accidental descarriló su vida.
En la primavera de 1894, Waldemar Haffkine viajó a Calcuta, en el estado indio de Bengala, en busca del cólera. Era la temporada en la que esa infección se tomaba la ciudad y el científico estaba en busca de casos.
Ya había estado en India el año anterior, armado con lo que creía que era una vacuna para la enfermedad, pero tuvo dificultades para probar su creación. Como no era médico, sino zoológo, se topó con el escepticismo y la resistencia de parte de los médicos británicos y del público indio.
Pero en esta ocasión tuvo otra oportunidad.
Fue invitado a Calcuta para ayudar a identificar el bacilo del cólera en un tanque de agua en uno de los barrios marginales de la ciudad. Las familias que vivían en estos barrios bebían colectivamente de las fuentes de agua compartidas, lo que las hacía vulnerables a brotes periódicos de cólera.
Para Haffkine, los barrios pobres eran un laboratorios naturales para su vacuna.
En cada hogar, tenía un grupo de personas que vivían en idénticas condiciones, igualmente expuestas al cólera.
Si podía inocular a algunos miembros de cada familia y dejar otros sin tratar, finalmente podría obtener algunos resultados significativos. A finales de marzo, dos personas murieron de cólera en el barrio de Kattal Bagan, lo que indicaba un nuevo brote.
Haffkine fue al barrio e inoculó a 116 de los aproximadamente 200 habitantes. Posteriormente, su pequeño equipo observó 10 casos más allí, siete fatales, todos entre los no inoculados.
Los resultados fueron lo suficientemente alentadores para que la autoridad de salud de Calcuta financiara un ensayo más amplio.
“Lo que es notable es que después de la resistencia inicial, la gente comenzó a hacer cola en los barrios marginales de Calcuta para recibir la vacuna contra el cólera de Haffkine; hacían fila durante todo el día”, dijo el profesor Pratik Chakrabarti, presidente de Historia de la Ciencia y la Medicina de la Universidad de Manchester, Reino Unido.
“Haffkine fue la primera persona que llevó ese tipo de medicina de laboratorio a un país tropical como India”, dijo Chakrabarti.
Pero a diferencia de Edward Jenner (creador de la vacuna contra la viruela) antes que él y de Jonas Salk (vacuna contra la polio) después, el nombre de Haffkine nunca entró realmente en el imaginario del público, ni en India ni en Europa.
Antes de llegar a India, Haffkine había ocupado el puesto de asistente bibliotecario en el instituto Louis Pasteur, en París, entonces el principal centro mundial de investigación en bacteriología.
En su tiempo libre de la biblioteca, Haffkine tocaba el violín o experimentaba en el laboratorio de bacteriología.
Sobre la base del trabajo de Pasteur y Jenner, Haffkine descubrió que al pasar los bacilos del cólera a través de la cavidad peritoneal de los conejillos de indias (39 pases en total) podía producir un cultivo de cólera reforzado o “exaltado”, que luego podía atenuar con calor.
Una inyección de la bacteria atenuada, seguida más tarde de una inyección de la bacteria exaltada, pareció inmunizar a los conejillos de indias contra un ataque letal de la enfermedad.
Una semana después de su éxito con los conejillos de indias en París, Haffkine replicó los resultados con conejos y luego con palomas y quedó listo para ensayar con humanos.
El 18 de julio de 1892, Haffkine arriesgó su vida inyectándose cólera atenuado. Sufrió fiebre durante varios días, pero se recuperó por completo y pasó a inocular a tres amigos rusos y luego a varios otros voluntarios.
Cuando ninguno de ellos sufrió una reacción peor, Haffkine se convenció de que tenía una vacuna viable para realizar pruebas más amplias.
Pero necesitaba un lugar plagado de cólera para realizar grandes ensayos en humanos. En 1893, Lord Frederick Dufferin, entonces embajador británico en París y exvirrey de la India, le sugirió que fuera a Bengala.
Los experimentos de Haffkine en Calcuta en 1894 arrojaron resultados prometedores. Según sus registros, para el otoño de 1895, había inoculado a casi 42.000 personas contra el cólera.
Pero en 1896 se desató un problema más acuciante en Bombay que alejaría a Haffkine del cólera para siempre.
La tercera pandemia de peste del mundo comenzó en Yunnan, China en 1894. Se extendió hasta el Hong Kong británico y desde allí, en un barco mercante, a Bombay en lo que entonces era la India británica, donde en septiembre de 1896 se descubrió el primer caso.
El gobernador pidió ayuda a Haffkine.
Haffkine viajó a Bombay, donde se instaló en una pequeña habitación y un pasillo, con un empleado y tres asistentes no capacitados, y se le asignó la tarea de crear la primera vacuna contra la peste del mundo desde cero.
“Sabía que desarrollar una vacuna contra la peste a un ritmo récord lo convertiría en un científico líder de su tiempo”, dijo Chandrakant Lahariya, epidemiólogo de Delhi.
En diciembre, Haffkine inoculó con éxito conejos contra un ataque de peste, y en enero de 1897 estaba listo una vez más para probar una nueva vacuna contra una enfermedad mortal en un ser humano.
El 10 de enero de 1897, Haffkine se inyectó. Experimentó una fiebre intensa, pero se recuperó después de varios días.
A fines de ese mes, se produjo un brote de peste en una cárcel de Bombay y Haffkine fue allí para realizar pruebas controladas.
Inoculó a 147 presos y dejó 172 sin tratamiento. Hubo 12 casos y seis muertes entre los no tratados y solo dos casos y ninguna muerte entre los tratados.
El aparente éxito en la cárcel de Byculla desencadenó una rápida expansión de la producción y las pruebas y Haffkine fue trasladado de su pequeño laboratorio de una sola habitación a un búngalo del gobierno, y luego a una gran casa de campo propiedad del líder espiritual Aga Khan, quien también se ofreció como voluntario, junto a miles de miembros de su comunidad Khoja Mussulman, para la vacunación.
En el transcurso de un año, cientos de miles de personas habían sido inoculadas con la vacuna de Haffkine, con lo que se salvaron un número incalculable de vidas.
Fue nombrado caballero por la reina Victoria, y en diciembre de 1901 fue nombrado director en jefe del Laboratorio de Investigación de la Plaga en la Casa de Gobierno en Parel, Bombay, con nuevas instalaciones y una plantilla de 53 personas.
Entonces ocurrió un desastre.
En marzo de 1902, en el pueblo de Mulkowel en Punjab, 19 personas murieron de tétanos después de ser inoculadas con la vacuna de Haffkine. Los otros 88 inoculados estaban bien. Toda la evidencia parecía apuntar a una contaminación fatal de la botella 53N, preparada 41 días antes en el laboratorio de Parel.
Una comisión del gobierno indio investigó el caso y, en 1903, concluyó que la botella 53N debía haber sido contaminada en el laboratorio de Haffkine en Parel. Haffkine fue despedido como director del laboratorio.
Deshonrado por el veredicto, Haffkine dejó India y viajó a Londres.
“Había muchos prejuicios en esos días”, dijo la doctora Barbara Hawgood, profesora que publicó un artículo académico sobre la carrera de Haffkine. “No era médico, así que no era uno de ellos. Había mucha arrogancia en eso”.
Eli Chernin, profesor de salud pública de Harvard que estudió la correspondencia de Haffkine, escribió que “no era evidente a partir de los archivos que Haffkine fuera abiertamente víctima del antisemitismo”, pero “sería ingenuo pensar que la burocracia eduardiana no estaba influenciada por el hecho de que Haffkine fuera judío”.
Y Haffkine enfrentó batallas más pequeñas y privadas, según Chernin, como luchar por expresarse en inglés.
En 1904, dos años después de la suspensión de Haffkine, la peste alcanzó su punto máximo en India, matando a 1.143.993 personas ese año.
La vacuna de Haffkine era la “principal línea de defensa”, dijo Hawgood, pero su creador estaba atrapado en Londres defendiendo su buen nombre.
Cuatro años después de Mulkowal, en 1906, el gobierno indio finalmente publicó su investigación completa y declarando a Haffkine culpable.
Al leer los documentos en ese entonces, WJ Simpson, profesor del King’s College de Londres, escribió una carta al British Medical Journal argumentando que la evidencia apuntaba a una contaminación accidental de la botella 53N en el lugar de vacunación en Punjab.
Quizás lo más importante es que los documentos revelaron que el asistente que abrió la botella 53N dejó caer sus pinzas al suelo y no las esterilizó adecuadamente antes de usarlas para quitar el tapón de corcho.
Haffkine había sido objeto de una “grave injusticia”, concluyó Simpson. Después de que se publicó su carta, otros asumieron la causa de Haffkine.
En cuatro cartas a The Times, Ronald Ross, premio Nobel de Medicina en 1902, acusó a los británicos de “desprecio por la ciencia” y advirtió que a menos que se revocara la decisión contra Haffkine, el gobierno de India sería culpable de una “gran ingratitud hacia uno de sus mayores benefactores”.
Ross lanzó otra advertencia, que sonaría muy actual hoy: si se mantenía la conclusión de que la botella 53N había sido contaminada en el laboratorio, amenazaba con socavar la confianza del público en las vacunas en un momento en que al menos 50.000 personas morían cada semana por la peste.
Haffkine fue exonerado en noviembre de 1907, después de que la campaña de Simpson y Ross llevara el asunto al parlamento británico.
Haffkine regresó a India como director en jefe del Laboratorio Biológico de Calcuta.
Volvió a estudiar el cólera brevemente y se interesó en desarrollar una nueva vacuna “desvitalizada“, un método que luego sería ampliamente utilizado. Pero su redención estaba incompleta: se le prohibió realizar pruebas, lo que lo limitó a la investigación teórica.
En 1914, a los 55 años, Haffkine abandonó el país. El desastre de Mulkowal le había causado un daño duradero.
Haffkine “debería ser mucho más conocido”, dijo Barbara Hawgood. “Realmente era un muy buen bacteriólogo”.
Entre 1897 y 1925, se enviaron desde Bombay 26 millones de dosis de la vacuna contra la peste de Haffkine.
Las pruebas de la eficacia de la vacuna mostraron una reducción de la mortalidad de entre un 50% y un 85%.
Pero “no se puede calcular el número de vidas que salvó”, dijo Hawgood. “Las cifras son simplemente enormes”.
Haffkine regresó a Francia y dedicó su vida a su fe, se volvió cada vez más ortodoxo y creó una fundación para promover la educación judía en Europa del Este.
Vivió sus últimos años solo en Lausana, Suiza.
Era un “hombre erudito, solitario, apuesto, de pocas palabras, que seguía siendo un soltero”, escribió el bacteriólogo indio HI Jhala.
Haffkine murió en 1930, a los 70 años. Un breve obituario distribuido por la Agencia Telegráfica Judía señaló que su vacuna contra la peste había sido “adoptada en toda India” y que su laboratorio había “enviado muchos miles de dosis a varios países tropicales”.
El obituario también citaba a Lord Lister, el gran bacteriólogo británico y pionero de la cirugía antiséptica, quien llamó a Haffkine, simplemente, “el salvador de la humanidad”.
“Inspiró a muchos científicos a investigar las vacunas a principios del siglo XX, pero de alguna manera sus contribuciones fueron olvidadas. Nunca debemos olvidar que Haffkine hizo una vacuna viable en un laboratorio de dos habitaciones con un equipo muy pequeño. Es casi increíble”, dijo Chandrakant Lahariya.
El nombre de Haffkine sí vive de manera prominente al menos en un sentido. En 1925, cinco años antes de su muerte, algunos de sus partidarios presionaron al gobierno indio para que cambiara el nombre del laboratorio de Parel por el de “Instituto Haffkine“.
El nombre permanece hasta el día de hoy.
* Este artículo es una traducción de una nota publicada en BBC News, en inglés, y que puedes leer aquí.
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