El gran peligro del coronavirus radica en la pérdida de control por su implacable transmisibilidad. Sobre todo por parte de las personas que no muestran síntomas respiratorios ni fiebre, por lo que no saben si están infectadas: los llamados transmisores “silenciosos”. Los síntomas gastrointestinales pueden jugar un papel fundamental para detener la propagación.
Ser vegano está de moda. Para muchos, adoptar una dieta basada solo en productos de origen vegetal representa una cierta filosofía vital en la que, además, se suelen incorporar otros planteamientos existenciales, como ser animalista o preocuparse por el cambio climático y la agricultura sostenible.
El pasado 11 de marzo de 2020, ante los elevados casos de contagio del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una pandemia mundial.
Desde el inicio de la pandemia de covid-19 una pregunta que ha obsesionado a varios científicos alrededor del mundo es: ¿cómo este coronavirus invade y reprograma a las células humanas para provocar la infección y causar la muerte?
Desde que se declaró la pandemia de la COVID-19, de forma generalizada y particularmente en España, nuestro modo de vida se ha transformado tremendamente. Muestra de ello es el aumento del teletrabajo (del 4,8 % en 2019 al 34 % de los ocupados en España durante el confinamiento por la pandemia).
Cuando la pandemia comenzó, las personas nos distribuimos a lo largo de un eje emocional que iba desde el extremo de las emociones negativas como el miedo hasta la subestimación de la probabilidad de contraer el virus. A esto último, los expertos lo llaman el sesgo optimista.